Desde hace mucho tiempo había insistido en un paseo por las montañas.

El difícil acceso, había hecho que tu negativa fuera repetidamente la respuesta, pero ese día no pudiste negarme el deseo de salir y escapar un poco de la rutina, vestida con una playera sin mangas, un vaquero a la rodilla y una camisa de vaquero sobre el top, me subí a tu coche, sabía que ibas un poco inconforme, pero pensaba que el paisaje sería la recompensa a tu desanimo.

En el camino escuchamos música, y platicamos sobre cosas sin importancia, te veía desde mi asiento y en mi mente pasaban las experiencias fantásticas que ambos habíamos compartido en el tiempo que teníamos juntos, siempre me gustaste físicamente y viéndote ese día así, supe que eras la pareja que siempre había deseado, mientras pensaba en esos momentos el camino se sintió corto, llegamos a recepción y nos informaron que por ser día de reparaciones las cabañas estaban cerradas, que podíamos quedarnos por el parque pero nada más.

Supe en el instante que eso terminaba de enfadarte más de lo que ya estabas, pero decidimos buscar un lugar para merendar lo que había preparado para ese día, caminamos buscando el sitio ideal, en el camino veíamos a parejas conversando y otras jugando, en fin habían muchas personas alrededor, cuando llegamos a un lugar que parecía ideal, bajo la sombra de un árbol, nos sentamos, coloque el mantel, y unas toallas para no sentir la comezón del pasto, mientras buscaba el vino, pusiste música y al verte más cómodo, me sentí relajada, me recosté sobre la toalla mirando al cielo cuando de pronto el paisaje cambió, vi tus ojos mirándome y al cerrarlos comencé a sentir tu boca recorriendo suavemente mi cuello, mis orejas, mis labios, de igual manera mis labios buscaban los tuyos, ansiosos de sentir tu piel, tu olor, todo las sensaciones que a tu lado siento.

Tus manos acariciaban mis piernas sobre el vaquero que comenzaba a estorbar, tu sobre mí no dejabas de besarme y yo abrí mis piernas dejando espacio para que acomodaras el pene que estaba creciendo, comenzó la magia de sentir tu piel, cuando quitabas mi blusa y quitaste tu playera, por un momento me perturbó el pensamiento de que alguien pudiera vernos, pero no duro mucho tiempo, pues en ese momento lo único que deseaba era sentir tu cuerpo haciéndome tuya, estábamos desnudos de arriba me puse de rodillas y tu igual, metí mi mano dentro de tu pantalón mientras mis labios recorrían tu pecho, ahí estaba tu verga parada, lista para seguir, para ser mamada, para follar, para darme el placer que solo tú sabes darme, así los dos desnudos bajo el cielo, siendo testigos solo la naturaleza comencé a apasionarme más y más, te pedí que te sentaras y cuando lo hiciste mis labios sin pensarlo se tragaron aquella verga que tantas veces he disfrutado a mil, mis labios te mamaban, jugando mi lengua con ella por dentro, succionándola para sentirla más, mis manos no paraban de acariciar tus testículos que se veían tan excitantes con tus piernas semiabiertas, era increíble, te mamaba sin parar tú te movías lentamente acariciando mi cabeza y viendo mi cuerpo desnudo retorcerse de placer, oía tus gemidos y sabía que estabas disfrutando aquel encuentro.

Poco a poco nos pusimos cómodamente pudiendo ambos disfrutar de nuestros sexos, sentía tu lengua entrar y salir de mi concha, y ese movimiento hizo que mi clítoris se pusiera duro y me humedeciera más, mientras sentía como me comías, mi boca metía y sacaba tu verga cada vez más rápido, sentías como los orgasmos llegaban uno tras otro, y yo pedía a gritos que me follaras, que entraras en mí, que necesitaba tu verga dentro de mí, bajo mis suplicas de «Fóllame, te necesito», me coloque de rodillas con mis nalgas hacia ti, y sentí como tu verga mojada de mis jugos recorrían mis nalgas, que placer!!!! Sentir como tu verga se metía en medio de ellas, no podía más, quería que me follaras, te lo pedía y sé que deseabas tanto como yo penetrarme, de pronto, sentí como tu verga grande y dura entró en mí, produciéndome un placer inmenso, entraba y salía, cada vez más rápido, te pedía que la metieras toda, que no dejarás ni un centímetro fuera, y así lo hacías, tus manos empujaban mi cintura hacia ti, me movía como queriendo que entraras todo en mí, al sentir que tus movimientos eran cada vez más rápidos, llegue al orgasmo esperando y deseando sentir tu semen correrse dentro mi vagina, y así fue, sentí como te corriste dentro de mí, tus gemidos y los míos se confundieron en ese instante, nuevamente toque el cielo contigo.

No sé si nos vieron, puede que sí, pero en ese momento solo podía pensar en seguir sintiéndote, amándote, follándote, deseándote, eres lo más excitante de mi vida.