Mi marido me llevó a ponerle los cuernos y me gustó.
En la cama con mi marido, él suele calentarse si yo le digo que algún hombre me estuvo mirando o me insinuó algo, aunque todo esto era, en su momento, sólo una fantasía para excitarlo; sin embargo, eso terminó por excitarme a mi tambien.
Un día, encontré en su laptop una serie de fotos de chicas siendo cogidas por negros; entonces entendí cual era el tema con lo se calentaba en la oficina.
Hace un par de meses, mi compañía me envió a Brasil para cerrar un negocio.
A él no le gustó mucho la idea de que me vaya sola por unos días, para pincharlo, le dije que iba sola para levantarme un negro grandote.
La última noche, en la cama, me hizo decirle que haría con el negro en Brasil.
Tuve que pasar un fin de semana en Santos, así que me compré una bikini y me fui a la playa.
Me puse a mirar un partido de voley y cuando terminó se me acercó uno de los «garotos» a charlar conmigo.
Finalmente, me invitó a bailar por la noche; al principio no iba a aceptar, pero luego me dije que por bailar no iba a pasar nada y de paso iba a tener algo de material para contarle historias a mi marido.
En el hotel me preparé para la noche: una tanga color rosada transparente, un vestido corto, negro y ajustado, y sandalias.
Bailamos hasta la madrugada y luego fuimos a tomar algo en un bar ubicado en un morro de una isla, que creo que se llama Ilha Pocha o algo así.
Estábamos en un reservado que daba a la bahía; me acerqué a la baranda para ver la noche, él se me acercó por detrás y me abrazó.
Sentí su boca que me besaba el cuello, sus manos me acariciaban el vientre y uno de mis muslos… el negro sabía que hacer para excitarme!!!.
Me di vuelta y lo besé en sus labios carnosos; me abrazó con fuerza y llevó una mano a mi cola, que empezó a acariciarla cada vez con más fuerza… sus dedos recorrían mi tanga, empujándola entre mis nalgas.
Por mi parte, le acariciaba su bulto por encima del pantalón y notaba cómo crecía a medida que lo frotaba más y más.
Cuando la situación no daba para seguir sólo así, me preguntó si nos íbamos a su casa. Le contesté que si tenía encima preservativos, lo podíamos hacer allí mismo, si lo deseaba, él me sonrió y sacó un preservativo del bolsillo del pantalón.
Así, de pie como estábamos, le abrí el cinturón, le bajé la bragueta y agarré su pene, al tacto lo encontré duro, caliente y especialmente, grande, se lo masajee un rato, disfrutando de jugar con ese pene color chocolate y cabeza rosada. Le puse el preservativo, que le quedó pequeño, ya que no cubrí por todo el tronco, sino que quedó como unos cinco centímetros fuera del preservativo.
Me quitó la tanga y me subió el vestido hasta la cintura, me hizo apoyar contra la baranda y quedó mi culo al aire; se colocó entre mis piernas y su pene se apoyó contra mi pubis.
Levantó mi pierna derecha y la pasó por su cintura; la punta de su pene se acomodó en los labios de mi vagina, con un movimiento de sus caderas me penetró, mis labios y músculos se extendieron a medida que su carne me llenaba.
Empezó a bombear y yo me comencé a reaccionar a sus embates.
Al rato me dio vuelta y me hizo apoyarme sobre la baranda, con sus pies abrió más mis piernas y me penetró hasta el fondo (nunca creí que yo podía aceptar toda esa carne dentro de mí)… al mismo tiempo me metió un dedo en mi ano, luego otro más sentía como sus dedos tocaban su pene a traves de mis carnes más íntimas.
Me hizo llegar a un orgasmo, antes que terminar, él retiró su pene de mi vagina, yo quería más, pero antes de decirle que siguiera, me metió la punta en mi ano, yo me asusté un poco, pero antes de negarme, me tomó de la cintura y de un solo movimiento me abrió mi pobre cola y me la llenó con su carne; me dolió como la puta madre, pero como no se movió por unos segundos, el dolor se fue calmando.
Se dio cuenta cuando mis músculos se relajaron, y entonces comenzó a culearme con movimientos lentos, salía hasta que sólo quedaba la cabeza en mi culo, y luego volvía a entrar hasta que sus bolas besaban mis nalgas; sentía sus dedos en mi vagina, como atacándome por dos lados.
Mi sensación primera de dolor y de ser culeada un poco contra mi voluntad, dio paso a un cosquilleo que nacía en mi sexo y se desparramaba por todo mi cuerpo.
Tuve mi segundo orgasmo, y sentí como el acababa también. Se recostó sobre mi espalda y así quedamos hasta que se pene fue prendiendo erección y salió por sí sola de mi ano.
Después de esa noche, pasamos juntos todo mi tiempo libre de los días siguientes hasta que me tuve que volver a Buenos Aires.
Como anécdota graciosa, me gustaría contarles que sentía una molestia en mi ano, pero no le di importancia y me fui a dormir al hotel, cuando me desperté y me senté para orinar, me toco el ano y siento que tengo algo alli, tiro y sale de mi culo el preservativo usado, todo pegajoso y con semen; me imagino que cuando perdió la erección y salió el pene, por fricción se debe haber corrido y quedado en mi culo.
En todos los encuentros siguientes, siempre se tomó un tiempo para culearme, pero dejó de dolerme.
Ahora, cuando vuelvo a Brasil, siempre lo llamo.
Por ultimo, un mensaje a mi marido: Adrián, si algun dia lees este relato, quiero que entiendas que lo hice para poder tener historias que contarte: mi imaginación no es tan grande como para inventarte tantas historias como antes!!.
Muy excitante tu relato, Dani