Miré el reloj con el espanto sorpresivo que provoca el olvido del tiempo, junté mis papeles sobre el escritorio y a paso acelerado salí de la oficina con algo de nervio y de sueño, en la entrada el guardia de seguridad me despidió con las palabras perpetuas y suaves de siempre y al salir recordé que había dejado el coche tres calles arriba por una pequeña manifestación en la calle de mi oficina.
Me sorprendió cómo pueden cambiar las cosas sin la evidencia de la luz, las calles parecían un cuadro triste y oscuro de algún pintor romántico y por llegar rápido tomé una calle arriba, al doblar la esquina miré un tráfico nocturno inverosímil y caí en la cuenta que era una calle de prostitutas, a lo lejos miré mi coche y seguí caminando mientras los carros empezaban a detenerse a mi ritmo, en menos de una cuadra ya me habían abordado más de cuatro tipos, me divertía la manera creativa que tienen de hablarle a una mujer de la calle aunque sentía cierto temor y excitación a la vez, caminé más despacio experimentando un cierto ardor en mi vientre cuando me decían puta rica., obviamente no vestía como una prostituta, llevaba un traje sastre color azul marino, la falda algo corta, medias de liguero, tacones de aguja negros y un saco escotado sobre el sostén negro, me mareaban con sus palabras y a la vez deseaba subirme con uno de ellos y descubrir qué se siente que te deseen y te paguen por darte placer.
Casi llegando a mi coche se detuvo un auto negro, por la ventana miré dos hombres hablándome de manera muy formal ..súbete mi amor, te invitamos a algún lado, no pareces puta y no queremos presionarte, pero nos encantaría que vinieras con nosotros ¿Qué dices?.- por un impulso extraño me sonreí e inmediatamente se abrió la puerta trasera, caminé despacio y entré totalmente mojada mientras la gente veía como me subía al carro.
Atrás venía otro hombre, eran tres hombres normales, atractivos, me dijeron que venían del trabajo por lo que no estaban muy presentables, traían botas de trabajo, pantalones de mezclilla, todos tenían entre 35 y 40 años, charlamos largo rato mientras dábamos vueltas indiferentemente por la misma cuadra, tenían una plática sincera y divertida y me sentía gusto.
Recordé la hora y les pedí que se detuvieran para hacer una llamada, iba a bajar del carro cuando uno de ellos sujetó la puerta y me dijo .habla desde aquí., yo le contesté que eso no le gustaría a mi esposo y los tres me miraron lascivamente sorprendidos de que estuviera casada y de que probablemente me cogerían en unos minutos, saqué el celular de mi bolso y marqué, ellos no dejaban de mirarme excitados y cuando me contestó mi esposo se acercaron a mí los tres ..bueno, soy yo amor, estoy retrasada en la oficina, tardaré un poco más, si quieres duérmete.- mi esposo empezó a hablarme pero mis sentidos estaban en otro lugar, uno de ellos me abrió las piernas y fue directamente a mi vagina con su boca, yo tapaba la bocina del celular para que no escuchara el sigilo de las voces y de los roces, me chupaba el clítoris y con un dedo me penetraba, luego dos dedos, tres, cuatro, otro de ellos me abría el saco lentamente mientras me miraba a los ojos y yo sacaba mi lengua pasándomela por los labios, el tercero de ellos me besaba el oído, lo recorría con su lengua y me hablaba casi en secreto ..ya cuelga mi amor, vamos a cogerte de una vez, déjanos comernos tu cuerpecito, vamos a darte por todos lados ricura, vamos, deja ese teléfono chiquita.- mientras me hablaba al oí haciéndolo sin inhibiciones, lo hacían mientras me acariciaban el pelo y los brazos, la cintura y la cadera, se habían ganado mi cuerpo y yo iba a darles todo, en el trayecto noté que estábamos cerca de mi casa, les pedí que dieran vuelta y los guié hasta ella, nos estacionamos enfrente y les pedí que me dejaran ahí, les di las llaves de mi carro y les pedí que fueran por el mientras yo esperaba en casa, ellos entendieron el juego y se fueron.
Entre a casa y subí a la recámara, mi esposo estaba totalmente dormido y tomó con la indiferencia que da el cansancio mi cuento de que el auto había fallado y que lo traerían al rato.
Yo entré al baño y me duché mientras llegaban mis tres hombres, me vestí ahí mismo en la recámara enfrente de mi esposo, me puse una prenda de lencería parecida a un vestido largo, pero totalmente transparente que caía hasta mis tobillos y unos tacones blancos, me pinté discretamente y salí de la recámara justo cuando tocaban la puerta.
Abrí y me miraron por largo rato y luego me tomaron entre los tres y empezaron a besarme todo el cuerpo, sentía las tres lenguas mojando toda mi piel y sus dientes mordiéndome suavemente por todos los rincones.
Empecé a caminar hacia un cuarto bajo tipo sótano que está acondicionado como recámara y ellos me seguían pegándome con sus vergas en mis piernas y en mi trasero y diciéndome cosas lascivas al oído ..estás buenísima mi amor, vamos a cogerte y a comerte toda, eres una puta increíble.-.
Entramos en el cuarto, encendí dos velas y empecé a desvestirlos con algo de calma y dedicación, bajé uno por uno sus pantalones, besaba sus piernas fuertes y firmes y mordía sus traseros, quité sus botas y me parecía algo excitante la diferencia tan superficial de mi atuendo de lencería tan provocativo y sus ropas rudas y casuales, bajé con mi boca sus trusas y miré sus penes parados y de una medida normal, empecé a chuparlos lentamente, empezaba con mi lengua en sus testículos y la subía despacio recorriendo toda la carne hasta su glande y ahí me detenía a chuparles el semen inevitable que expulsaban, mientras chupaba a uno, con las manos masturbaba a los otros dos y movía mi trasero tratando de excitarlos, así duré largo rato hasta que me tomaron en los brazos y me llevaron a la cama, se acomodaron dos en cada costado y uno sobre mis rodillas y empezaron a acariciarme con sus penes sobre todo mi cuerpo, los ponían en mi cuello, entre mis senos, lo pasaban por mi espalda, ponían la cabeza de sus vergas en mis pezones y luego los tres pusieron su cadera a la altura de mi boca y los tomé a los tres tratando de chupárselos al mismo tiempo ..así chúpanos preciosa, no te detengas, cómete las vergas, son todas tuyas.- cuando no pude más me levanté y me dirigí a la puerta, me subí la bata transparente hasta mi cintura y me abrí toda de piernas, levanté mi culo ofreciéndoselos hasta que sentí que uno de ellos se acercaba con su boca y empezaba a chupármelo mientras me acariciaba mis piernas y mis caderas, lo mismo hicieron los otros dos aun sin penetrarme más que con sus lenguas, mientras uno de ellos seguía cogiéndome con su boca le pedí a otro que se acercara por adelante y se hincó frente a mi vagina y empezó a besarme mi sexo, era delicioso sentir las dos lenguas dentro de mí y las cuatro manos chocando sobre mi cuerpo, luego me volvieron a la cama y me quitaron la ropa dejándome sólo los tacones blancos, me estiré delicadamente en la cama y abrí mis piernas para ellos ..soy suya, cójanme como quieran, me ponía su pene en mi boca y por un impulso extraño le dije –»desearía tener tu verga también adentro de mí mi amor»- él me tomó la palabra y quitó a uno de ellos que inmediatamente puso su verga en mi boca y se acomodó para penetrarme sólo que esta vez lo hizo por mi culo ya ocupado y por primera vez sentí la doble penetración anal, fue delicioso y menos terrible de lo que pensaba, fue algo rápido porque no resistieron y se vinieron todos en mi cuerpo emitiendo un ruido descomunal de gemidos y palabras obscenas, yo sólo sentía la humedad de sus semen y de mi sudor mezclados, se acercaron a mí y me besaron largo rato turnándose mi boca.
No nos dijimos nada, sólo caminé hacia el baño esperando que ellos se marcharan, me duché rápidamente pues era bastante tarde, mi esposo estaba inerte sobre la cama, bostezando mi infidelidad y mis deseos de sexo, bajé de nuevo por mi ropa y cuando entré aún estaban ellos, les pedí que se fueran pero parecía que ellos no querían acuerdos así que me evité hablarles sobre futuros encuentros y me senté en el peinador, saqué la ropa íntima que guardaba ahí y les pedí que me vistieran como ellos quisieran, me ponían las pantaletas y los sostenes que les gustaban y yo caminaba por el cuarto mientras ellos se masturbaban, toda mi ropa interior estaba tirada en la cama y ellos se masturbaban con ella, subí al cuarto de arriba y me puse un vestido color carne muy pegado y unos tacones dorados, bajé y nos quedamos en la puerta de entrada, me quedé parada mientras ellos seguían masturbándose, eso me encantaba y ellos lo entendían, subí mi vestido y me quité la pantaleta, luego el vestido y entonces miré que empezaban a venirse de nuevo, me acerqué a ellos y empecé a comerme todo el semen que expulsaban hasta que quedaron exhaustos y se fueron sin decirme nada.