Les voy a contar una de esas locuras que se hacen alguna vez en la vida y que quedan el recuerdo para siempre.
Soy una mujer de 30 años, resido en Madrid y no tengo pareja desde hace algún tiempo.
Para mí el sexo es fundamental así que reconozco haber estado enganchada a una de esas líneas eróticas a través de la cual conocí a mucha gente y tuve alguna que otra aventurilla.
Pero una de esas aventuras tubo algo especial que aún recuerdo con agrado.
Un día cualquiera, hablando por esa línea, conocí a un chico de Valencia (pongamos que se llama Carlos).
Era un chico agradable un poco mayor que yo.
Con él mantuve una «amistad telefónica» en la que hablábamos de muchas cosas, entre ellas de las preferencias que teníamos en el sexo y cosas así, pero solo en un par de ocasiones hicimos sexo telefónico.
El caso es que pasados unos meses en los que hablábamos casi a diario y a veces durante horas a través del teléfono…. pues llegó la Semana Santa y surgió la posibilidad de irme sola a pasar unos días a la playa, concretamente a una población cercana a su ciudad de residencia.
Pasé allí 4 días, y todos los días dudaba si llamarle o no para conocernos.
Ya nos habíamos enviado fotos por correo y esas cosas, pero…. he de decir que yo me acomplejo mucho de mi aspecto.
Mido 1.59 cm y soy gordita, con grandes pechos, rubia y con ojos verdes, pero… cuando eres gordita a los demás parece no importarles si tienes los ojos bonitos, los labios carnosos o el pelo perfecto, solo ven un culo enorme y alguien de quien reírse.
El caso es que el último día de mi estancia allí decidí llamarle para conocernos en persona.
Quedamos muy cerca de mi hotel a media mañana para pasar el día juntos y yo me puse una camiseta negra muy muy escotada que me había llevado por si se daba el caso y.…bueno, cuando él llegó en su coche oscuro a mí me temblaba todo, me sentía muy avergonzada, pero… ya estaba hecho así que no quedaba más que seguir.
De manera que me subí al coche, nos besamos y vi como su mirada quedaba fija en mi escote que dejaba ver el generoso canalillo que formaban mis grandes pechos. En ese momento enrojecí de vergüenza, pero con el maquillaje pues… intentaba disimular.
Pasamos un rato agradable charlando y riendo sin que el quitara la mirada de mi escote. ¡Al terminar de tomar algo en una terraza entre bromas le sugerí que me dejara conducir su coche y… sorprendentemente, me lo dejó!
Yo estaba muerta de vergüenza, pero a la vez excitada, así que sin decir nada, tomé rumbo a mi hotel que estaba a las afueras de aquel pueblecito costero.
¿Al llegar a la puerta del hotel le miré y dije… “subes?»
El solo sonrío y unos minutos después estábamos entrando en mi habitación.
Al cabo de muy poco tiempo ambos estábamos en la cama, besándonos, tocándonos….
Recuerdo su cara al ver mis pechos y como se tiró hacia ellos y comenzó a besarlos y chuparlos ávidamente produciéndome un enorme placer.
Por nuestras conversaciones telefónicas sabíamos que el sexo oral era algo con lo que los dos disfrutábamos muchísimo, así que tardé muy poco en tener su polla metida en mi boca mientras notaba como iba creciendo dentro de ella.
¡¡Que gozada aquella sensación!! Ver cómo le excitaba y escuchar sus gemidos cada vez que mi lengua acariciaba su capullo ya terso fuera de la piel que lo rodea…. ummmmm… o cuando agarraba con fuerza su polla para poder meter la puntita de mi lengua por su rajita …oh!!! l…….recuerdo cómo me excité cuando, estando yo sentada en el borde de la cama, y el de pie delante de mí, y mientras yo continuaba mamándole la polla el empezó un suave movimiento empujando dentro y fuera de mi boca, follándome la boca poco a poco… ummmm aún me excito cuando lo recuerdo
De repente me pidió que me tumbara en la cama y yo dejé caer mi cuerpo hacia atrás, él se acercó despacio, abrió mis piernas y dejó bien a la vista mi coñito ya húmedo, muy húmedo justo delante de su cara.
Carlos se había puesto un gran reto. Yo le había contado que, aunque me gustaba muchísimo que me comieran el coñito jamás, nunca nadie había conseguido que me corriera solo con eso. Yo necesitaba sentir algo dentro de mi para llegar al orgasmo.
En su empeño, comenzó a pasar su lengua muy muy despacio primero por mis labios superiores, porque, como él decía, tengo el coñito bien cerradito.
Poco a poco fue abriéndose y dejando paso a su lengua para que inspeccionara y descubriera mi chochete todo rojo, húmedo, muy mojado y yo solo podía que gozar mientras él se afanaba en seguir comiéndome cada vez un poquito más deprisa.
Pasando su lengua de arriba abajo, metiendo el clítoris entre sus labios para después, rozándolo con la punta de su lengua hacerme gritar de placer.
Al liberar mi clítoris de tan fabulosa prisión metió un dedo dentro de mí, después metió otro y sin dejar de chuparme ni un solo segundo, comenzó a mover esos 2 dedos tan rápido como pudo hasta hacerme llegar a un fabuloso orgasmo cuyo resultado se tragó hasta la última gota.
Así, con la cara llena de mi corrida se puso sobre mí, y después de besarme para dejarme saborear mi propio jugo, colocó su polla entre mis tetas, yo las junté con mis manos y comenzó a follármelas. Cuanto más empujaba más cerca de mis labios dejaba su capullo descubierto para que yo pudiera acariciarlo furtivamente con mi lengua.
A pesar de estar muy excitado Carlos aguantaba de manera increíble, así que después de follarme las tetas…. me puse encima de él, y mi coño se tragó su polla por completo, estaba tan mojada que no costó nada que entrara hasta los mismos huevos, y en esa postura comencé a girar, a mover mi culo haciendo círculos para que su polla tocase las paredes de mi chocho y cuando ya estaba que no podía más empecé a cabalgarle como una loca, mis tetas botaban a la vez que yo salía y me volvía a clavar su rabo para notarle tan dentro de mí que me hacía enloquecer.
El manoseaba mis pechos, pellizcaba mis pezones poniéndomelos duros durísimos mientras yo no dejaba de saltar encima de él hasta volver a correrme por completo entre gemidos y pequeños gritos de placer.
Cuando Carlos pudo notar como todo mi caldo inundaba su polla y chorreaba por ella hasta llegar hasta sus huevos enloqueció el también, y me cogió, me volteó dejándome boca arriba en la cama y me clavo su rabo hasta que no podía entrar un milímetro más.
Mis piernas apoyadas en sus hombros, y él empujando como un poseso dentro de mí hizo que en unos segundos llegase al tercero de mis orgasmos.
Poco después de que yo me corriera él me dijo que estaba a punto de hacerlo también. Entonces le pedí, le rogué, que me dejara ver toda su lefa saliendo del capullo. Sin más, el sacó su polla de mi interior, se quitó el condón y rápidamente me dio la más abundante corrida que haya visto jamás.
Su leche salió disparada desde su polla hasta la pared, por encima del cabecero de la cama, no sin antes sentir su calor por mi tripa, mis pechos…. ummmmm… lo recuerdo cada vez que veo a algún hombre correrse, ninguna corrida como aquella!! Abundante, blanca, caliente…. ohhhh!!!
Después de semejante polvo nos duchamos y quedamos descansando un rato antes de comenzar de nuevo. Del siguiente polvo con Carlos también tengo recuerdos por que fue como el guion de una película con un desenlace un tanto simpático. Pero eso ya lo contare en otro momento.
Lo que sí que quiero decir, es que esto sucedió hace 2 años.
Desde entonces Carlos y yo mantenemos el contacto y aunque jamás hemos vuelto a compartir cama…. (no por falta de ganas por parte de los dos, más bien por azar) nuestros correos electrónicos son de lo más excitante.
Nos ponemos a 1000, nos mandamos fotos por Internet de aquello que nos gustaría hacernos la próxima ocasión que nos permita follarnos e…. incluso me ha llegado a mandar fotos de su polla mientras se hace tremendas pajas pensando en aquella noche.
A veces nos excitamos tanto con nuestros correos electrónicos, que cuando ya no puede más, Carlos me llama al móvil mientras estoy en la oficina rodeada de gente y se corre para mí, me dice tremendas cochinadas que me ponen aún más cardiaca y.… sin poder decir absolutamente nada, me cuelga.
Es un juego excitante que esperamos poder pasar a la realidad pronto. Hemos llegado a querer hacernos cosas que no hemos hecho con nadie y que solo de pensarlas nos excitan muchísimo.
A él le encantaría que yo le follase el culo con un consolador y a mí me volvería loca que se corriera en mi boca o, bueno quizá sean cosas demasiado fuertes para contarlas aquí, pero queremos realizar nuestras más oscuras fantasías.
Hacer que aquella noche en aquel pueblecito de la costa española sea solo el aperitivo de lo que puede ser el mejor polvo de nuestra vida.
Un regalo para Carlos.