Me llamo Marta y tengo 33 años, alguna de vosotras ya me tendréis presente por explicar alguna experiencia mía en esta comunidad. Para los que me leen por primera vez, sólo comentaros que mi primera experiencia lésbica fue a los 17 años con una chica de servicio interina que había en mi casa, y que supuso una relación de más de 2 años.
Esta vez es para compartir con vosotras una experiencia que me pasó en una zapatería.
Fue aquí en mi ciudad natal, Barcelona. Yo trabajo en una empresa de ámbito bursátil como agente de Bolsa, es un trabajo duro e interesante con el problema de no tener casi tiempo para mí; ya que a pesar de tener un horario muy flexible paso más horas en la oficina que en casa.
Es por ello que hace cosa de 2 años aproximadamente al salir del trabajo, fui a comprarme unos zapatos a una tienda que hay cerca de mi oficina.
Como he comentado anteriormente, salí más tarde de lo normal lo cual ocasionó que llegase a la zapatería justo cuando estaban cerrando.
Cómo el modelo del zapato ya lo tenía visto, solicite y rogué que a pesar de la hora que era me pudiesen atender.
La dueña frunció el ceño ya que quería cerrar y le pregunto a una dependienta si ella quería quedarse a atenderme y cerrar ella la tienda.
Susana, que así se llamaba la empleada, se ofreció a atenderme y se encargaría de todo.
Era una mujer mayor que yo, yo acababa de cumplir los 31 y al verla le ponía unos 38 años, luego hablando con ella me dijo su edad real 42.
Al ser verano, llevaba puesto sólo una bata de trabajo azul que dejaba a la vista sus piernas y brazos y el canalillo de sus senos.
Tenía unas formas preciosas, una cara encantadora con una cabellera negra que le llegaba hasta los hombros y sus pechos se distinguían perfectamente, firmes y marcando los pezones.
Me dijo que me esperase 5 minutos mientras cerraba la tienda para que no entrase ninguna clienta más y que ya saldríamos por la trastienda.
Una vez cerrada la tienda me pregunto qué zapatos me quería probar, le dije cuales quería y la talla y los fue a buscar. Cuando me probé el zapato derecho a pesar de ponerme la talla correcta, note cierta incomodidad, los notaba apretados.
Susana me dio la siguiente explicación «Es normal que los notes incómodos, piensa que son las 8 y media de la noche, es verano y supongo que has estado todo el día caminando; tienes los pies hinchados » afirmó. «¿Tienes prisa?, si quiere te puedo realizar una masaje en los pies para desentumecerlos» realmente me sorprendió tanta amabilidad y sobre todo a esas horas.
«Mujer, la verdad me sabe mal ya tendría que haberse ido y yo la estoy importunando» le contesté.
«No te preocupes he quedado esta noche a las 22,30 horas para ir a cenar, y todavía faltan 2 horas»
La verdad es que yo tampoco tenía prisa, aquella noche no me esperaba nadie en casa. » Bueno, como quiera » le contesté.
Me descalzó ambos pies y empezó por uno de ellos a acariciarlo con exquisita delicadeza, tanto que me recosté en el sofá. Cerré los ojos y noté como de un pie pasaba al otro, posteriormente fue subiendo por una de las piernas con las dos manos hasta las rodillas «Es importante relajar a su vez las piernas, ¿te importa si subo un poco más?»
» Por supuesto que no», le dije «ahora estoy en tus manos»
Estaba pasándolo muy bien, en mi interior pensé; me encantará que siguiese subiendo y hacerlo con ella.
De repente noté que sus manos me subía la falda y posteriormente sus dedos recorrían por mis piernas por encima de mis rodillas en dirección a mi sexo, pero lo que más me sorprendió fue notar sus pechos recostados en mis rodillas.
Se había desabotonado la bata y al abrir los ojos observé esos senos perfectos encima de mis piernas.
Sus manos llegaron a mis bragas, que se encargó de separar hacia un lado con suma delicadeza.
No pensé en ningún momento quitarle la iniciativa ni reconocerle mi homosexualidad femenina, me estaba seduciendo ella y yo estaba disfrutando muchísimo.
Me notaba mojada, esas caricias me habían puesto a 100, sus dedos empezaban a tocarme el clítoris con una excelente maestría, posteriormente empezó a succionarme con su boca mi clítoris mientras iba introduciendo sus dedos por mi orificio vaginal.
Me desabroché la blusa y me quite el sujetador, mis pezones estaban duros y puntiagudos ella siguió subiendo por mi cuerpo hasta que se encontró con mi boca, en esos momentos nos fundimos en un gran beso, ella no dejaba de acariciarme con una de sus manos mi clítoris.
Yo estaba a punto de estallar, había estado totalmente pasiva y estaba disfrutando.
De repente Susana y yo nos quedamos petrificadas, oímos un ruido en la trastienda, Sonia la dueña de la zapatería había vuelto a la tienda porque se había dejado de coger un paquete, y nos había estado observando desde allí
La mayor sorpresa fue verla masturbándose de pie mientras nos miraba, era heterosexual y jamás por lo que me explicó Susana se hubiese imaginado que se excitara viendo a dos mujeres haciendo el amor.
«Jefa, ¿quiere unirse a nosotras?» le preguntó cariñosamente Susana a Sonia.
«No se, no se…..» dijo Sonia con mucha vergüenza.
Con mi cuerpo medio desnudo me acerqué a Sonia y la besé en la boca.
Ella no se apartó, lo cual me dio pie a empezarla a acariciar sus pechos; Susana se acercó por detrás de ella y empezó a desabrochar la falda que llevaba y bajarla.
Yo mientras la besaba le quité su camiseta que llevaba puesta.
En un segundo Sonia estaba totalmente desnuda; yo la besaba intensamente mientras le acariciaba los senos, Susana estaba arrodillada succionándole el clítoris e introduciendo sus dedos y Sonia me empezaba a acariciar mi sexo con gran timidez.
Posteriormente a este hecho las 3 nos hemos visto esporádicamente, pero eso ya os lo explicaré otro día.