Por fin llegó la fecha del viaje.
La noche anterior fuimos a una taberna y nos tomamos unas cervezas.
Allí ultimamos los últimos detalles para el viaje y quede de pasar a recogerlo en su casa.
Al día siguiente lo recogí y nos fuimos para el aeropuerto y allí tuvimos que esperar unas 4 horas porque había mal tiempo y las operaciones aéreas estaban cerradas.
Nos sentamos sobre nuestros morrales o equipajes y empezamos a imaginarnos los dos en la playa de Bocagrande.
Me confesó que iba a ser la primera vez que montaría en avión y que no conocía el mar (Medellín está a una hora en jet de Cartagena) y con esta confesión sentí más desespero por el hermoso viaje que nos esperaba.
Al fin pudimos salir y cuando el avión se alzó para ganar altura, le vi en su rostro una alegría de niño, le agarré la mano aprovechando que el pasajero de al lado tenía los ojos cerrados y de un impulso le di un beso en sus labios, el más atrevido, pero le gusto.
Al llegar a Cartagena, rápidamente nos instalamos en el hotel, nos fuimos al cuarto y nos pusimos los shorts y por la emoción ninguno reparó en el otro mientras nos cambiábamos y aprovechando que aún teníamos toda la tarde para disfrutar de la playa, corrimos hacia ella y quedó fascinado al ver la inmensidad de aquel mar Caribe a sus ojos.
Horas después y ya extenuados, nos pusimos a tomar cerveza y ver cómo iba entrando la brisa del atardecer, el cambio de color en el horizonte, la violencia de las olas con la marea alta y un ambiente romántico nos envolvió hasta bien entrada la noche cuando ya nos tuvimos que ir para el hotel.
Hubiésemos querido hacer el amor allá con el mar de testigo, pero las autoridades no permiten ni siquiera a los heterosexuales, menos a los gays.
Ya en el hotel, decidí bañarme y me entré solo a la ducha y él se quedó tumbado en la cama con los ojos cerrados; ninguno daba el primer paso para algo más…
Cuando me duchaba, sentí ruidos y al mirar lo vi ahí, estaba junto a mi mirándome muy tiernamente y desnudo con una gran erección ganada ya.
Se metió bajo el agua y nos besamos apasionadamente, con una locura desbordante causada por la abstinencia de varios meses de relación y los deseos reprimidos por múltiples motivos, entre otros porque Esteban es bisexual (hoy está casado, tiene 2 hijos y vive muy bien), pero quizás por mi ternura tuvo ese amor hacia mí.
Ahí nos enjabonamos mutuamente y jugamos con nuestros instintos por mucho rato, para luego irnos y en la cama consumar el sexo represado, con un salvajismo lleno de pasión.
Hicimos cantidad de posiciones, el 69 , luego me penetraba, yo a él, volvíamos a tener sexo oral sin importar que esas vergas estaban húmedas y algo sucias por haber entrado en los anos, todo esto nos daba más calentura y éramos unas fieras entrelazadas por el calor del más hermoso acto sexual que jamás haya experimentado yo en mi vida; con Esteban viví las sensaciones más sublimes, me hizo sentir que agarraba al cielo con mis manos; sentía todo aquel cuerpo atlético varonil pegado al mío; sus besos llenos de pasión, su respiración ardiente, su transpiración de macho y todo el encanto que produce hacer el amor con la persona amada.
Fueron 3 veces esa noche y así estuvimos durante los siguientes 5 días que gozamos en la Ciudad Heroica colombiana, cuando en el día recorríamos en los coches tirados por caballos las coloniales calles cartageneras, íbamos a la playa, sacábamos fotos, visitábamos los museos y sitios históricos y nos apegábamos más a esa encantadora y turística ciudad, orgullo de sus habitantes y de toda Colombia.
Después de un año de relación, tuvimos que separarnos porque debió prestar servicio militar y al regreso ya no fue el mismo y por lógica el tiempo y distancia son el peor enemigo en una pareja. Después viví experiencias con otras personas… Ya les contaré.