Me llamo Juanjo tengo 30 años y trabajo en una agencia de viajes en la Costa del Sol.
Gracias a mi profesión, he tenido muchas oportunidades de disfrutar de los placeres del sexo, los cuales intentaré contar uno a uno.
Uno que guardo con un grato recuerdo es, sin embargo, el que menos busqué.
Al tener un cargo directivo dentro de la agencia, una de mis misiones era la de contratar y gestionar todos los servicios de reservas, y esto incluye la contratación de las guías turísticas.
Recientemente, a primeros de este mes de julio, necesitaba una guía y no encontraba ninguna por ningún lado. Incluso ya estaba buscando en las provincias de los alrededores pues ya sabéis cómo funciona el turismo en esta tierra.
Cuando ya me estaba haciendo el cuerpo de irme yo mismo a prestar el servicio, me llamó una de mis guías habituales y me comentó que ella tenía una amiga que, aunque no había trabajado como guía turística, tenía una gran experiencia en el trato con el público y que esta diplomada de guía asistente para congresos y exposiciones, así como diplomada en arte, lo cual era su pasión.
Me dio su número de teléfono móvil e inmediatamente me puse en contacto con ella. Su tono de voz me pareció de lo más agradable y espabilada por lo que le dije de conocernos personalmente el día siguiente para explicarle un poco lo que tenía que hacer y para yo poder ver si ella podría realizar el trabajo.
Al día siguiente, a las 09.30 horas en punto se presentó en el bar, tal y como habíamos quedado y yo me quedé mudo de la impresión. Medía 1,75 aproximadamente, delgada, buenas tetas y un culo impresionante. Después de quince minutos charla ya tenía mi decisión tomada así que la invité a acompañarme a la oficina y así poder entregarle toda la documentación necesaria.
Por el camino me dijo que tenía 23 años y cuando le dije los lugares que tenía que visitar con el grupo, Granada, Sevilla, Córdoba, Marbella, etc., me dijo que no tenía ningún problema, especialmente con Granada, pues me dijo que había tenido un novio dos años que vivía allí.
Sentí un halo de tristeza en su mirada al decírmelo. Entonces le pregunté cuánto tiempo hacía que había roto con él y me dijo que solamente hacía dos meses. Llegamos a la oficina, le entregué toda la documentación y dinero para pagar los restaurantes y quedamos que yo mismo le acompañaría al hotel, pues estaba a 80 km. de su casa y ella no tenía coche.
Al día siguiente, tal y como habíamos quedado, la recogí y la acompañé al hotel. Estuvimos esperando más de tres horas, pues el autobús que traía mis clientes se retrasó un poco más de la cuenta.
Cuando llegaron se subió al autobús, se presentó y les comentó por encima el programa de viaje que tendrían durante los próximos seis días e inmediatamente pasaron a cenar. Como venían cansados después de recorrer más de 1.000 Km. en un solo día, todo les parecía mal y no pararon de protestar durante la cena. Que si hacía calor (estamos en Andalucía, que esperaban), que si la sopa estaba fría para unos, caliente para otros, en fin. Problemas que yo esperaba que pasaran cuando descansaran un poco. Pero mi guía estaba fatal.
Como la vi muy nerviosa, algo lógico, debido a su inexperiencia con este tipo de grupos, intenté tranquilizarla y me la llevé a dar un paseo por los alrededores del hotel. Intenté hablar con ella de cosas triviales para que se olvidara del trabajo por un momento pero era imposible hasta que le dije que o se tranquilizaba o el grupo se iría al garete.
Me dijo que no podía evitarlo y que ella normalmente no era tan nerviosa pero que no sabía que le pasaba. Entonces le dije que si quería yo me encargaría de relajarla pero que tenía que confiar en mí y hacer todo cuanto yo quisiera a lo que inmediatamente me dijo que de acuerdo. Entonces regresamos al hotel, pedí la llave y subimos a su habitación.
Una vez dentro, le dije que se pegara una buena ducha sin mojarse la cabeza, y que no saliera hasta que yo la avisara.
Entonces se tendría que poner el bikini y salir a la habitación. Pasados cinco minutos le dije que saliera y casi me vuelvo a quedar mudo de la impresión. Si vestida era impresionante, no tengo palabras para describirla en bikini. Le dije que retirara la colcha de la cama y que se tumbara boca abajo y, con los ojos cerrados pensara en algo que le produjera placer, por ejemplo en su plato de comida favorita, en el primer beso que le dieron, en el día en que perdió su virginidad (sin saber hasta ese momento si verdaderamente era virgen o no) y que mientras tanto yo me iba a dar una ducha. Me duché y salí con unos pantalones cortos que ella me prestó para estar más cómodos los dos.
Cogí una pastilla de jabón, un vaso y lo llené con agua caliente. Me acerqué a ella y mojándome las manos en el agua, empecé a acariciarle la espalda hasta dejarla totalmente mojada. A continuación cogí el jabón y empecé a aplicarle jabón por toda la espalda. Como me molestaba un poco la parte superior del bikini le pregunté si se lo podía desabrochar a lo que no me puso reparo alguno. Entonces con toda su espalda a mi disposición empecé a darle un buen masaje empezando en sus hombros, siguiendo por su cuello hasta su nuca hasta que empezó a dar muestras de encontrarse en la gloria.
Al principio estaba toda tensa, imagino que por los nervios y por la situación, pero poco a poco empezaba a relajarse. Seguí bajando por su espalda hasta llegar a su cintura y allí me detuve de nuevo, subiendo de vez en cuando recorriendo su columna vertebral. A continuación me dediqué a sus piernas, bajando rápidamente hasta hacerme con sus pies y comencé a masajearle las plantas de los pies.
Después empecé a subir por sus piernas, hasta llegar a la parte posterior de sus rodillas para a continuación masajearle el interior de los muslos llegando a rozar con mis dedos la parte inferior de su bikini. Cada vez me acercaba más y le pedí permiso para hacerle un masaje de relajación completo, pero que para ello iba a apagar la luz y le quitaría el único trozo de tela que le quedaba. Dicho y hecho, apagué la luz y ella alzó un poco sus caderas para facilitarme la operación y allí quedó ese impresionante culo ante mis manos. Empecé a masajearlo de abajo-arriba y cogiendo de nuevo el jabón y el agua, la rocié. Se me escapó un poco más de agua de la cuenta y resbaló por su canaleta por lo que instintivamente bajé con uno de mis dedos hasta el final, quedando situado a la altura de su ano.
Ella soltó un leve gemido lo que me dio pie a cambiar de planes, pues mi polla estaba ya que no aguantaba más. Empecé a acariciar su canaleta de abajo-arriba y de arriba-abajo, deteniéndome siempre un poquito en su ano, para después dedicarme solo a su ano. Empecé a dar pequeños círculos con mi dedo en su ano y, ayudado por el jabón, empecé a introducirle la yema de mi dedo índice. Como protestó tímidamente, me retiré un poco y seguí masajeando sus cachetes y la parte interior de sus muslos, pero ya no pude evitar acariciarle su coño levemente con mis dedos.
Cuando conseguí separarle los labios estaba totalmente húmeda así que le introduje un dedo, después un segundo, y empecé a hacerle una paja mientras que con el pulgar de la otra mano le encontré el clítoris y comencé a frotarlo. Ya no disimulaba y gemía desesperadamente hasta que empezó a morder la almohada para no gritar aunque no lo consiguió- y se corrió brutalmente.
Hacía mucho tiempo que no veía a una chica correrse de esa manera. Ahí fue cuando yo me di cuenta que yo también estaba terriblemente excitado, así que me quité el pequeño pantalón y arrimando mi capullo a su encharcado coño, se la fui metiendo desde atrás muy lentamente hasta que de un empujón se la metí hasta el fondo.
A partir de ahí nuestros movimientos se acompasaron y nos fundimos en un solo ser mientras aprovechaba para meterle un dedo por su culo. Cuando vi que entraba sin dificultad empecé a meterle un segundo dedo y justo cuando se estaba acercando su segundo orgasmo se la saqué del coño y se la puse en la entrada de su culo.
Se quedó tensa y me dijo que tuviera cuidado que nunca lo había hecho por ahí pero que le había encantado lo que le había hecho con los dedos. Apreté muy lentamente y literalmente se tragó mi capullo como si estuviera hambrienta. La dejé quieta un momento para que se fuera acostumbrando al grosor de mi polla hasta que empecé a moverme muy lentamente hasta que mis pelotas pegaban con su coño produciéndonos a ambos un doble placer.
Seguimos así por espacio de más de diez minutos, alternando mis envites en su culo con otros en su coño, hasta que al final no pude aguantar más y me corrí en el interior de su culo, coincidiendo con su enésimo orgasmo, que si cabe, y según me comentó después, fue el más fuerte de su vida, pues sintió como si se corriera por el culo y por el coño a la vez. Después de esto se dio la vuelta y entonces me acordé que había tenido olvidado sus pechos, los cuales no conocía siquiera, así que los masajeé con mis manos y acercándome a ella le cogí un pezón con mi boca y lo empecé a succionar y a jugar con mi lengua, mientras mis dedos se perdían por sus dos boquetes, al mismo tiempo que ella me empezaba a acariciar la polla con sus manos.
Lentamente nos dimos la vuelta y comenzamos un frenético 69 en el que yo alternaba mis lamidos en su coño y en su ano y ella también hasta que no pude contenerme más y exploté de nuevo pero esta vez en su boca. Nos dimos la vuelta, nos abrazamos, nos besamos y le tuve que reconocer que había sido fantástico, aunque no eran esos mis planes, pues yo solo quería darle un masaje.
Ella a su vez también me dijo que había sido formidable y que no recordaba una follada igual. Nunca se había corrido más de una vez, y esta vez perdió la cuenta de sus orgasmos en el sexto.
Espero que se encuentre nerviosa más de una vez y solicite mi ayuda pues yo estaré encantado de relajarla cuando ella quiera.