Noche de fiesta, mucha bebida, camas y juegos bajo las sábanas

Karla y yo fuimos a una reunión en casa de nuestra amiga Julia, a quien conocemos como «la Pupis», con motivo de su cumpleaños me parece. Habíamos sido invitados por ella y por mi amigo Carlos, quienes eran los únicos conocidos junto con una chica llamada Sandra. En la reunión conocimos a otros dos tipos, Federico y Manuel. Llegamos aproximadamente a las nueve de la noche, hacía frío y la madre de la Pupis estaba en casa, por lo que estuvimos en su dormitorio casi toda la velada. Durante la noche hicimos lo común, charlar sobre lo que hacíamos y no hacíamos por aquel entonces, qué gustaba y qué no con relación a otras muchas cosas, escuchábamos música y contábamos algún chiste. Todo mientras tomábamos cerveza y alguno bebía tequila. Como yo no soy muy afecto al tequila me limité a la cerveza y Karla hizo lo propio con el tequila.

Estuvimos así durante algunas horas, jugando baraja y otras cosas hasta que Federico comentó que se sentía mal; ya todos nos encontrábamos algo alcoholizados, en especial Karla que se engolosinó con el tequila. La Pupis lo invitó a recostarse en su cama junto con Sandra quien también se sentía. Por un rato seguimos jugando la Pupis, Karla, Manuel y yo mientras Carlos nos observaba, hasta que Julia decidió que mejor saliéramos a la cocina a comer algo y así los dejáramos. Karla, que ya estaba muy tomada para entonces, me dijo que también prefería acostarse un rato, así que tomó el lugar en medio de Sandra y Federico.

Sandra despertó y comentó que mejor se salía con nosotros, entonces Karla ocupó su lugar en la orilla de la cama junto a la pared, quedando el hueco de en medio, donde se recostó Carlos, quien también se sentía cansado. Pupis los ayudó a cobijarse y yo le quité los zapatos a Karla para que descansara mejor, me dijo que tenía mucho frío y, como estaban incómodos los tres por lo angosto de la cama, le pedí a Carlos que la abrazara. Julia apagó la luz y salimos los demás del cuarto.

Ya en la cocina, la Pupis, Sandra, Manuel y yo conversamos un rato más, comimos alguna fruta y hojeamos unas revistas. Sin embargo, tenía la sensación de que tenía que ir al cuarto, así que, con la excusa de ir a dormir también, los dejé cenando (o desayunando). Cuando entré a la recámara Federico, Carlos y Karla dormían, ella acurrucada en Carlos como cuando salimos. Me senté en la alfombra recargado en la pared frente a la cama y los observé por un rato mientras escuchaba un poco de música, hasta que decidí cerrar los ojos e intentar dormir también.

Estuve cerca de 10 minutos dormitando cuando Sandra entró buscando un CD; desperté, la vi sacarlo, apagar el estéreo y salir sigilosamente. Otra vez pensé en dormir así que me acomodé observando a Karla, cuando me percaté de que su mano se movía bajo las sábanas y entre las piernas de Carlos, quien a su vez acercaba su mano a las de ella.

Era obvio que no habían notado mi presencia y me quedé allí sentado, observando, sintiendo como mi corazón comenzaba a confundirse en varios sentimientos que aún no puedo explicar, viendo cómo él la tocaba y acariciaba sus nalgas en tanto que mi pene se levantaba en una morbosa excitación.

De pronto Federico despertó y ambos se detuvieron, se levantó y salió del cuarto. Yo fingí estar durmiendo hasta que cerró la puerta y ellos reanudaron las caricias, iniciaron una vez más los movimientos que yo sólo podía recrear en mi alcoholizada cabeza ya que las sábanas los cubrían. 

Observaba atentamente y trataba de decidir qué hacer. Vi a Karla levantar los cobertores e introducirse bajo ellos, en ese momento él levantó la cabeza, supongo que para asegurarse de que nadie los veía y yo nuevamente simulé que dormía. 

Cuando abrí los ojos, las sábanas que cubrían a Karla no disimulaban su cabeza que subía y bajaba entre las piernas de Carlos. 

Decidí levantarme y observé toda la acción frente a ellos, entonces analicé todas las alternativas que tenía en ese momento: armarle pleito a Carlos en ese instante, armárselo a Karla, salir y largarme de allí, fingir que dormía o salir con los demás y hacer como si nunca me hubiese dado cuenta de lo que pasaba. 

Sin embargo, mi pene palpitaba ya completamente erecto debajo del pantalón y la escena me parecía demasiado excitante como para dejar de verla.

Preferí entonces evitarme disgustos o broncas y participar con ellos en el juego. Como Federico había ya salido, ocupaban la parte central de la cama, así que en silencio me acerqué por el lado de Karla y me acosté junto a ella. 

En cuanto sintieron mi presencia se separaron, ella salió de debajo de las sábanas y él retiró la mano de sus nalgas (después deduje que la tenía dentro su pantalón). Karla trató de fingir que acababa de despertar, se giró hacia mí y me abrazó; la tomé entre mis brazos quitando el de Carlos, me acerqué a su oído y le pedí que continuara con lo que estaba haciendo; me miró tratando de fingir somnolencia y observándome con incredulidad, así que se lo repetí. 

Giró hacia él diciendo que dormía (¿a quién querían engañar?), e insistí una vez más. Estiró su mano y tomó el miembro de Carlos cuando yo tomaba en mis manos sus senos; comenzó a masturbarlo y decidí desabrochar su pantalón, pero él ya lo había hecho, así que metí la mano con toda libertad bajo sus bragas buscando su sexo, acaricié sus labios que ya estaban muy mojados y apreté un poco su clítoris en tanto ella dirigía su boca hacia el pene de Carlos.

Cuando lo metió a su boca y comenzó a comérselo, yo oprimía sus senos y acariciaba su húmeda vulva, él la tomó por la nuca reafirmando los movimientos que ella hacía, desabotoné su blusa retirándole el sujetador; ella empezó a gemir muy bajo y gradualmente más rápido e intenso mientras la masturbaba y metía mis dedos en su vagina.

Después de un rato me pareció que ya era mi turno y la giramos de frente a mí, nos besamos e inmediatamente buscó mi pene y yo no dejaba de acariciar su ya lubricado clítoris; mordía sus labios y acariciábamos nuestras lenguas mientras me desabrochaba el pantalón y sacaba mi falo. Tomé su cabeza y la dirigí hacia abajo, sentí sus labios besarlo y abrirse para chuparlo completo (le encanta llenármelo de saliva). Sentí sus dientes oprimirlo suavemente por los lados y su lengua lamerlo desde los testículos hasta la punta varias veces cual caramelo, después sus labios lo oprimieron desde la base y comenzaron a subir y bajar sobre él, como siempre primero comenzó despacio y aceleró poco a poco el ritmo. Carlos la tomó por la cintura e intentó bajarle el pantalón, ella levantó un poco la cadera y él los bajó completamente al tiempo que ella le ayudaba con las bragas, bajándolas también hasta los tobillos y sin dejar de chuparme.

Karla retiró su boca de mi pene cuando Carlos la penetró, la tomó por la cintura y empezó a bombear con su miembro; ella me abrazó gimiendo y me susurró que se la estaban cogiendo, su voz era interrogante y temblorosa, la abracé con más fuerza afirmando con la cabeza, acerqué su cabeza a mi pecho y la besé en el rostro. Tomó mi pene y me masturbó mientras nos besábamos.

Carlos la gozaba y la hacía gozar susurrando no sé cuántas cosas. Karla oprimía mi pene con fuerza gimiendo cada vez más y pidiendo más, le indiqué que se girara ahora hacia él y cogí su cintura para acercármela más; respingó las nalgas para facilitármelo. Carlos apretaba sus senos y Karla jalaba hacia sí su miembro, yo tomé mi pene y busqué a ciegas la entrada de su jugosa vagina, empujé un poco y resbaló hacia dentro fácilmente. Estaba muy húmeda y comencé a entrar y salir de ella. Una vez más gemía. Él acariciaba sus pechos y ella volvía a quejarse de gozo al sentir mi firmeza golpear en su interior; con firmeza empujé su cabeza hacia el erecto miembro de Carlos, el cual introdujo de inmediato en su boca para mamarlo. Yo podía sentir lo jugos de Karla escurrir por mis testículos y por mi pierna, me llenaban más cada vez que se lo metía; escuchaba sus gemidos y su agitada respiración mientras su boca besaba aquel falo. Se incorporó un poco y estiré mi brazo para sentir uno de sus senos ya que el otro lo acariciaba Carlos; con mi otra mano acariciaba cada parte de su cuerpo, oprimía su cintura, sus piernas, sus nalgas, con mis dedos acaricié por un momento su ano que también estaba húmedo y cálido.

Una vez más él la solicitó. La giramos y volví a tomar su cabeza bajo mi ombligo, aunque ya no fue necesario insinuárselo, le gustaba el juego y cooperaba de maravilla. Ahora él hurgaba dentro de ella, buscaba también lo más profundo de su caliente sexo y ella gemía mientras me lo chupaba. Tenía la sensación de que en cualquier momento escurriría todo lo que guardaban mis testículos.

De vez en vez Karla se incorporaba un poco para respirar libremente, regresaba a acariciar con su lengua mi pene y mis testículos, y yo acariciaba sus senos y sus piernas. La giramos un par de veces más, siempre en la misma posición, disfrutando también de sus gemidos y de los ruidosos quejidos que emitía con ambos. Finalmente escuché a alguien venir por el pasillo. Inmediatamente les dije que guardaran silencio y acurruqué a Karla en mi pecho para que fingiera dormir. Fue Julia quien entró, dirigiéndose a su cuarto de baño sin siquiera mirarnos, ya era completamente de día y Federico y Manuel ya se iban. Salió del baño y nos sonrió pícaramente mirándonos de pasada. Creo que fuimos muy escandalosos y demasiado obvios, así que coincidimos en que mejor deteníamos el juego o se darían cuenta los demás (si es que no lo habían hecho ya). Ella me pidió sólo terminar con lo que había comenzado y se metió bajo las sábanas. Continuó mamando la verga de Carlos mientras me lo acariciaba a mí. Pasaron unos minutos y él se estremeció con las caricias de aquella boca sedienta. Imagino que tragó todo su semen puesto que no hubo necesidad de limpiar nada.

Karla se recostó en medio de ambos y me abrazó, nos tapamos los tres y dormimos por un rato. Cuando desperté ya estaban Sandra y Julia durmiendo en un colchón al lado.

Por la mañana cuando ya todos habían jalado por su lado, Karla y yo fuimos a un parque e intercambiamos nuestros puntos de vista sobre lo que acababa de pasar. Dijo que se sentía mal conmigo (sin contar la cruda que se cargaba) y que quería que la perdonara. Pero yo no tenía nada que perdonarle porque era algo que deseaba ya desde hacía tiempo y porque la quería más aún (creíble o no).

No puedo negar que mi corazón sintió un revoltijo de emociones… coraje, celos, frustración, decepción y no sé cuántas cosas más, pero en ese momento me sentí mucho más cerca de ella, con más confianza y entendimiento aunque parezca imposible de creer.

Posterior a nuestra aventura hubo oportunidad de repetir aquello con nuestro amigo. Sin embargo, ahora ambos sabíamos lo que esperábamos y queríamos de aquel encuentro. Basta decir que lo disfrutamos más y durante horas.