Un sueño muy intimo que pretendía hacer realidad, haciendo una noche inolvidable
Hace mucho que no te escribo una carta, pero aun así no sé qué contar.
Ya te lo digo todo y no tengo secretos, así que te contare una historia, más que una historia, un sueño.
Así que me gustaría que estuvieras cómoda, tumbada o recostada en una sillón o en una cama, un lugar donde puedas sentir cada una de mis palabras y de mis frases, un lugar donde gozar.
Este es un sueño imaginado, un sueño de los que pretendes que se cumplan, un sueño bastante intimo como para contarte, pero que de esta forma si puedo decírtelo. Comienza en color negro, un negro oscuro, intenso, como si tuvieras los ojos cerrados, poco a poco se va aclarando y se ve una silueta femenina entre las sombras, está echada sobre algo que no logro ver bien, parece una cama, pero es redonda. La imagen sigue aclarándose pero no se distingue cara alguna a la silueta. Le acompaña otra silueta, pero esta masculina, esta de espaldas y se recuesta al lado de la mujer, le susurra algo al oído y ella sonríe.
Parece que ella está contando algo, como si un secreto fuera, ella se ríe, pero su risa empieza a cambiar, ya no es graciosa sino dulce e insinuadora, el hombre a su lado, la rodea con sus bazos y está muy cerca. Ella ya no se ríe, no hace ruido, pero su cara refleja una sensación de comodidad, como si en una nube estuvieran acostados.
La mano del hombre la acaricia, mientras ella sigue hablándole, se aprietan sus cuerpos, el uno contra el otro, y sienten que el otro desea estar aún más cerca. Los brazos de él bajan hasta la cintura, allí se detienen a acariciarla, pero su camino termina más abajo, allí donde la espalda pierde su dulce nombre. Acaricia cada glúteo de la mujer mientras la besa, ella habla como si lo estuviera leyendo en algún papel imaginario, vuelve a reír y él vuelve a besarla.
La besa, primero en el cuello, después recorre con la lengua las facciones de la cara y sigue hacia la oreja. Allí en la oreja se para de nuevo, la rodea con la lengua humedeciéndole el lóbulo, ella siente su orejita caliente y húmedas, él ha vuelto a bajar las mano y está acariciando los muslos, ella sin embargo, simplemente sigue contándole algún secreto mientras siente que algo húmedo y duro se introduce en su oído, es una sensación extraña, pero agradable, le gustaría hacerle lo mismo a él, pero no puede dejar de leer ese papel imaginario que tiene entre sus manos. En ese momento ambos se paran, sus labios se juntan y entre tímidas aperturas dejan entre salir las lenguas que se encuentran entre el camino, pero ella insiste y prosigue el relato.
Ahora las manos de él están por debajo de la ropa, sobre el ombligo, pero ella parece no inmutarse y él decide subir, acariciarle los pechos, mientras su lengua recorre las mejillas de ella. Parece como si ella adivinara todo lo que él va haciendo, ahora puedo oír su relato, yo también estoy relajado, y escucho atento.
Ella cuenta con toda exactitud las acciones de él. «Sus manos me rodean el pecho -relata con una voz casi inapreciable-, me prieta y siento algo que me gusta. No quiero que pares, pero lo harás y dirigirás tus manos hacia mis muslos, mientras tus labios y tu lengua se entretienen con mi cuello -sigue diciendo ella-. Tus dedos subirán rozando el centro de mi cuerpo y volverán a mis pechos, pero ahora llevaran consigo mi camisa, para que tu lengua baje también hasta ellos.
Tus brazos me rodean, pienso que se acaban las sensaciones agradables, pero sé que buscan despejar el camino de mis pezones a tu lengua, cuando lo consigan volverán a los muslos, pero se quedaran un poco más arriba, donde comienza la pierna, me gusta sentir tus manos, acariciándome esa zona y de vez en cuando introduciéndose allí donde mis piernas se unen. Siento como todos mis labios se humedecen, unos por tus besos, otros por tus caricias, sé que pronto las sentiré más cerca y me gusta pensarlo. Sé que tus dedos desabrocharan mis pantalones para introducirse y acariciar mi monte de venus por encima de las braguitas, no me desespero, sé que te desharás de ellas y tus dedos rozaran cada uno de los labios de esa zona, mientras que se humedecen aún más.
Sé que el calor que desprende mi chichito te agrada y a mí me gusta calentar tus dedos con él, me gusta que me desnudes, me beses y acaricies, también me gusta besarte, acariciarte y desnudarte.» Aquí acaba su relato porque a igual que él la desnudo a ella, ella lo desnuda a él y acaricia su pollita. Sus caras son de gozo y placer, pero parece como si pudiera ser mejor.
Una vez los dos completamente desnudos, se besan mientras sus manos están entre las piernas del otro, él sin dejar de acariciarla e introducir sus dedos en la vagina de ella baja a besarle los pechos, pero no es ese su destino y después de hacer gemirla de placer continua hasta que su lengua recorre los labios de ella, se introduce entre ellos buscando su clítoris y cuando lo encuentra no puede más que lamerlo, besarlo e incluso morderlo suavemente para proporcionar una sensación de placer, gozo y felicidad como nunca antes se podía imaginar.
Mientras su lengua recorre cada parte de su entre pierna, con sus manos acaricia los pezones de sus pechos o acompañan a su lengua hacia el interior de la mujer.
El gozo de ella no creo que se pueda superar, pero ella insiste con su relato en que sí puede ser mejor: «Me encanta que tu lengua y tus dedos se introduzcan en mi cuerpo, pero creo que se puede hacer mejor con alguna otra parte de tu cuerpo. ¿Con cuál? – pregunta él intrigado- con esta» mientras ahora ella se decide a bajar humedeciendo el cuerpo de él allí por donde pasa, hace una parada en los pechos de él. «¿Con ellos? – no con esto» se dicen mientras dirige su lengua hasta que roza el pene.
Al principio solo lo besa por fuera pero, poco a poco se va acercando también su lengua, lo lame como si de una piruleta se tratase, de abajo a arriba y después otra vez hacia abajo.
De forma lenta pero continua se acerca al glande, lo chupa con su avidez haciendo círculos y después se lo introduce en la boca, juega con su lengua y con el pene del él dentro de la boca mientras gime de placer y le suplica que no pare, pero ella tiene en mente otra cosa y la narra de la siguiente forma mientras lo hace: «¿Seguro que quieres que no pare?, seguro que otra cosa te gustaría más – mientras se incorpora y vuelve al besarle en los labios – pienso que prefieres que te la coja y la restriegue contra mis labios, creo que prefieres que juegue en la entrada de la vagina incluso estoy convencida de que te gustaría que entrara, déjame que compruebe que es lo que más te gusta – continúa hablando – no está así mejor – le dice al tiempo que lo besa – quiero que hagamos el amor – le susurra al oído mientras se introduce el pene en su cuerpo – quiero que me hagas el amor, que te alojes dentro de mío de tosas las formas imaginables, quiero sentirte moviéndote dentro de mí».
Así con estas palabras él la penetra, primero suave y solo el glande, después más rápido llegando al fondo de ese calentito y húmedo chichito.
Así seguirán mientras los minutos pasan, ella tumbada sobre él, con el pene metido hasta el fondo, hasta que ella se incorpora y se sienta sobre él pero sin que se salga el pene, le acaricia sus pechos con las manos, mientras acaricia la parte de pollita que sale en cada movimiento.
Aunque esta postura dura poco porque él busca acariciar con los dedos el clítoris de ella para darle más placer aun si cabe, y ella acaricia los pechos, tanto los suyos propios como los de él.
Vuelven a cambiar de postura, ella se saca el pene, y se tumba boca abajo, él se pone encima y empieza a jugar de nuevo con la entrada de la vagina, ahora las manos de ella están acompañando al pene en su búsqueda hacia el placer, y las de él sujetan firmemente los pechos de ella, apretando cada vez que su pene se introduce.
Ambos gimen de placer hasta llegar al orgasmo al mismo tiempo, aun así el pene no cesa en su entrar y salir, aunque el ritmo vaya disminuyendo paulatinamente hasta que se queda quieto e inmóvil dentro de ella, mientras no cesan los besos y las caricias.
No importa, ambos están satisfechos y nunca olvidaran esa tarde.
Y tú ¿olvidaras esta tarde?