Capítulo 2

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Siguientes días del bautizo anal de un jovencito gay

Después de mi bautizo anal, donde perdí la poca inocencia virginal que me quedaba, los siguientes días, no pude acudir a esas dunas que hay en Razo Baldaio, en la zona donde vivía, Carballo, en la provincia de La Coruña. Estuvo toda la semana lloviendo.

Después de llevar 2 días lloviendo y no poder acudir a dicha zona, en busca de más polla que siguiera abriendo mi pequeño y redondito culito, empecé a preocuparme de que mi orificio anal se cerrase, por lo que decidido a que mi agujero anal, que tanto gusto me había hecho pasar, no se cerrara, empecé a meterme todos los días 2 de mis dedos, primero metía el índice y luego de estimular mi pequeño agujerito, metía el dedo medio. Pero al ver que no era cómodo a la hora de pajearme, empecé a buscar algo con el que poder estimular mi pequeño orificio, cosa que terminé por encontrar, no siendo otra cosa que un viejo destornillador.

Con dicho artilugio empecé a estimular mi recién desvirgado culito. Para que me fuese más placentero a la hora de meterlo en el culo, busqué alguna crema que tuvieran mis padres por casa, y así poder tener algo con que lubricarme, cosa que pude conseguir muy fácilmente. De esta manera tan rudimentaria, conseguí por primera vez, tener mi pequeño bote de lubricante y mi particular consolador, con el que poder estimular mi ano y conseguir de esa manera que mi pequeño agujerito no se cerrara. Quería mantenerlo en forma para cuando pudiera volver a las dunas de Razo Baldaio, en busca de más pollas que me follaran y hicieran pasar un buen rato.

Durante una semana en la que estuvo lloviendo todos los días, me estuve pajeando con mis nuevos artilugios. Primero me desnudaba por completo, luego me lubricaba el agujero de mi ano, hacía lo mismo al mango del viejo destornillador, y después de meterme los 2 dedos, procedía a introducirme aquel viejo destornillador en mi culo. Con él incrustado hasta el fondo, procedía a pajearme. Las corridas eran siempre espectaculares, me tumbaba y terminaba corriéndome sobre mi pecho y abdomen. En muchas ocasiones la corrida me llegaba a la cara y en alguna ocasión hasta había pasado mi cabeza.

Después de pasar toda esa semana lloviendo, empezaron a venir unos días de bastante calor, por fin parecía que llegaba el tan ansiado verano, por lo que tan pronto pude, volví a ir a las tan apreciadas dunas. Iría como tantas otras veces a hacer cruising, pero sabiendo ahora que lo que quería y deseaba, era una polla dentro mía, quería que me dieran por el culo y me dejaran bien preñado, mi pequeño y redondito culito.

Ese primer día que pude ir de cruising, al llegar a la zona de dunas, no se veía a nadie, por lo que me dispuse a quitar el bañador, guardándolo en la mochila junto a las demás pertenencias, entre las que llevaba además de la toalla, la crema solar, pañuelos, agua y por supuesto mi botito particular de lubricante.

Después de caminar durante un rato, empecé a tener calor, aunque había algo de brisa, los 30 grados que hacía aquel día, empezaron a calentar mi cuerpo. Excitado como ya empezaba a estar, busqué un buen lugar entre las dunas, y sacando mi toalla, la estiré sobre la arena de aquellas dunas, tumbándome boca arriba. Antes de tumbarme puse más crema solar en mis partes, no quería terminar con la polla y huevos achicharrados, una vez puesta, me tumbé mientras seguía acariciando con mis dedos el glande de la polla, a la vez que con la otra mano iba acariciando mis huevos.

Estando así tumbado, al poco de estar allí, me pareció ver unos reflejos que pegaban en las dunas, me incorporé un poco girando la cabeza a ver si se veía algo, pero en esos momentos no pude apreciar nada. Pero al poco volví a ver esos reflejos, pudiendo descubrir esta vez a un hombre entre unas dunas algo más alejado de donde estaba yo. Esta vez no me moví, quedé mirando de reojo, pudiendo descubrir a un hombre bastante peludo de amplia espalda, que, sentado en la tumbona, miraba con unos anteojos. El muy cabrón iba preparado para poder observar, y fue el reflejo de aquellos prismáticos, los destellos que yo había visto.

Haciéndome el despistado y que no me había dado cuenta de su presencia, empecé a hacer un pequeño show. Seguro que el muy cabrón no sacaba la vista de lo que yo estaba haciendo. Me pajeaba y metía mano, dejando que pudiera ver todo mi cuerpo, quería excitarlo y ponerlo bien caliente.

Después de estar un buen rato dándole aquel pequeño show, pude mirar de reojo lo concentrado y entretenido que estaba mirando por los prismáticos el pequeño show que yo le estaba dando. Por lo que decidido en ir hasta junto a él, me levanté de la toalla, pudiendo ver que él al verse descubierto, hacía el amago de recogeré irse, por lo que apurado recogí mis cosas, echando a correr hasta donde estaba él.

Empalmado como estaba, le dije:

No te vayas, me excitaba mucho que me estuvieras viendo.

Girándose hacia mí, me contesto, bueno, no todos se lo toman así, la verdad es que estás muy bueno. Que culito más redondito tienes, ¿te lo han follado alguna vez? Me preguntó, quedándose, mirando para mí.

Sí, la semana pasada, le contesté. Pero me gustaría Poder volver a repetirlo.

Haciéndome Señas para que me acercara a él, empezó a pasar su mano por los cachetes de mi culo, y así sentado como estaba, tiró de mi brazo haciéndome agachar a la vez que me ofrecía su polla que era bastante gruesa y de unos 17 o 18 centímetros.

Dejándome caer de rodillas delante del, llevé mis manos a aquella verga que ya estaba bien morcillona, pudiendo comprobar que ya estaba algo pringada y de la cabeza de su glande ya chorreaba líquido preseminal. Sin perder tiempo llevé mi lengua a aquel manjar que manaba de su verga, pudiendo comprobar lo dulce y sabroso que era aquel líquido que manaba de su polla. Excitado y caliente como ya estaba, abrí la boca, empezando a chupar aquel grueso glande, haciéndole soltar varios gemidos, a la vez que llevaba sus manos a mi cabeza.

¡Ohhh! ¡ooohhh que boquita! Ufff, que bien la mamas, joder que putita más aplicada que tenemos, anda abre bien esa boquita y trágatela toda que, seguro que tú puedes con ella, me decía acariciándome la cabeza a la vez que trataba de empujarla para que tragara más su verga.

¡Ohhh siií! Asiií asiií, chupa maricón chupa, ¡ooohhh que gusto!

Al escuchar como me había llamado puta y maricón, me había hecho enrojecer, me había sentido sumiso y totalmente entregado como una puta al vicio de la carne. Pero con lo caliente y excitado que yo estaba, seguí chupando aquella polla, quería saborear aquel rico manjar y que luego me diera por el culo dejándome preñado.

Después de estar un rato mamando aquella verga, me dijo que no apurara tanto, que no quería correrse tan pronto.

Ve más despacio que no quiero correrme tan pronto, antes quiero probar ese culito redondito que tienes y hacerte mío, me decía apartándome la cabeza de su polla.

Después de sacarme la polla de la boca, me hizo poner de pie, y levantándose de la tumbona, me hizo colocar de rodillas sobre ella.

Ponte de rodillas y dame el culito, me ordenó ayudándome a colocar sobre la tumbona.

Agachando la cabeza sobre la tumbona, me puse de rodillas sobre ella, dejando mi culito en pompa, totalmente expuesto.

Él sin perder tiempo, con sus manos abrió los cachetes de mi culo, empezando a pasar su lengua por el agujero de mi ano.

¡Ohhh! ¡ooohhh ohhh! Grité al notar su lengua pasando por mi ojete y sus dedos ir abriendo mi esfínter. Dios que gusto estaba sintiendo, notaba los pelos de su bigote rozar mi ano, y como su lengua recorría todo mi agujero mientras con sus dedos iba abriéndome el esfínter. Tan pronto pude hablar, le dije que tenía un poco de lubricante en la mochila, cosa que se encargó de coger y luego de lamer y saborear a conciencia mi agujerito, puso un poco de lubricante en él. Pasaba su mano desde mis huevos hasta el agujero de mi ano, metiendo luego uno de sus dedos, cosa que me hizo gritar, pidiéndole que fuese despacito, que no quería que me doliera.

Dios, yo me retorcía del gusto que me estaba haciendo pasar, ¡ooohhh ohhh ooohhh! Gritaba como si me estuvieran matando de gusto, hasta los dedos de los pies me temblaban.

Costó meterte el dedo, joder que cerradito estás maricón, pero ya lo tienes dentro y mira que bien se acostumbra tu culito, vamos a meterte otro y así abrirte bien el esfínter, ya verás como ya no te duele y vas a disfrutar.

Noté como metía el segundo dedo, pero por lo contrario de lo que esperaba, este ya no me dolía nada, notaba como se abría mi culo y me ensartaba en su totalidad este segundo dedo, ¡ohhh! ¡ooohhh ohhh! Gemí fuertemente, más que gritar de esta vez, al notar como entraba su segundo dedo en mí.

Me dedeó un rato con sus dedos, y viendo que ya me tenía bien dilatado, así como me tenía, empezó a meterme la polla por el culo, haciéndome gritar de placer, notando yo como su polla se iba introduciendo por mi culo.

Yo más que gemir, lo que hacía era aullar del gusto que me estaba dando, sentir como aquella verga me abría el culo y empezaba a follarme.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Gritaba una y otra vez, en unos gimoteos constantes, mientras el iba taladrándome el culo con su verga.

Solo se escuchaban mis constantes aullidos, y el golpeteo de su pelvis y huevos pegar en mi culo, plof, plof plof plof, plof, plof plof plof, cada vez que metía su polla taladrándome el culo.

Así me estuvo follando un buen rato, sin que en ningún momento yo dejase de gemir, aullando por el placer tan intenso que me estaba haciendo sentir. Notaba sus cojones golpear la entrada de mi ano y su pelvis golpeando en mis nalgas, mientras su polla se abría paso, introduciéndose en mí, taladrando una y otra vez mi casi virgen culito. Dios que escalofrío y gusto me daba cada vez que su polla rozaba mi próstata y sus huevos chocaban con la entrada de mi ano, en aquellos momentos me sentía totalmente sumiso y entregado a él, en aquellos momentos era totalmente suyo.

De repente paró de follarme, y mientras tenía su polla totalmente introducida en mi culo, dándome una palmada en el cachete del culo, me dijo a la vez que sacaba su polla de mi pequeño y redondito culito:

Dios maricón, que pedazo de culito que tienes, es para estar follándotelo todo el puto día. Anda vamos a cambiar de postura, me dijo haciéndome levantar de la tumbona, sentándose él a continuación, a la vez que me abrazaba por la cintura, llevándome hacia él.

Ven para aquí, pedazo de puta, ven que ahora te voy a insertar la polla así sentadito, ya verás que rico se siente que te tengan así ensartado, me iba diciendo mientras yo me agachaba sintiendo como su verga volvía a introducirse por mi culo.

¡Ohhh! ¡ooohhh! ¡ooohhh ohhh! Chillaba yo, notando como su polla iba entrando por mi culo.

Asiií, asiií, gritaba él ensartándome de nuevo en su polla. Asiií maricón así, mueve el culito, ya verás que rico se siente.

¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Gritaba sujetándome a la vez que iba dirigiendo mis movimientos con una de sus manos y con la otra agarraba mi polla y empezaba a pajearme.

¡Ohhh que gusto maricón! ¡ooohhh que gusto! Gritaba una y otra vez mientras yo subía y bajaba clavándome en su polla. Ya no aguanto más, me voy a correr, ¿Dónde quieres la lechita? Me preguntó sin dejar de pajearme.

Yo que no paraba de gemir, le dije que dentro, que la quería dentro de mi culito.

¡Córrete dentro, córrete dentro! Le gritaba moviéndome lo más rápido que podía, notando que yo también estaba a puntito de correrme.

¡Ohhh! Me corro, me corro, ¡ooohhh! Empezó a gritar mientras descargaba toda su leche dentro de mi culo. ¡Ohhh que gusto! ¡ooohhh que gusto! Seguía gritando sin dejar de pajearme.

Casi al mismo momento, empezaba yo a eyacular, siendo pajeado por él. Empecé a soltar varios trallazos de semen sobre mi pecho y abdomen, a la vez que gritaba cayéndome sobre su pecho.

¡Ohhh! ¡ooohhh! Me corro, me corro, gritaba derrumbándome sobre su pecho.

Dios que follada tan rica, me decía mordiéndome la base del cuello y parte del hombro. Eres una putita muy aplicada, con este redondito culito que tienes, vas a terminar ordeñando a muchas pollas, me decía manteniéndome abrazado a él , notando yo como su polla se iba escurriendo de mi culo y su lechita empezaba a querer salir de mi casi virgen ano.

Una vez nos repusimos de la follada que terminaba de darme, recogimos las cosas y fui acompañándolo hasta su moto, donde nos despedimos, marchándome yo andando para mi casa. Ya estaba satisfecho por hoy, al día siguiente ya volvería a por más polla para mi caliente y vicioso culito.

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