Ralph y la obscuridad

Tía Lorena y mi madre, debían ir la capital para solucionar problemas inherentes al testamento dejado por mi abuela, fallecida días atrás, era un viaje largo, casi trece horas de Bus, ya que tanto mi mamá como mí tía le tenían pánico a volar, así fue como me encontré a cuidar la casa de mi tía y a su mascota Ralph, un pastor alemán de tres años, ellas estarían una semana fuera, así que me preparé una pequeña maleta con cambios de ropa, mudas de ropa interior y mis fieles consoladores, ya que por elección me había conservado soltera y actualmente sin pareja desde dos años y medio, solo que mi temperamento no me dejaba en paz y mis masturbaciones eran casi diarias.

Acompañe a mi madre y tía al terminal de buses en el carro de mi tía y esperé que el bus se fuera para regresar a casa, habían decidido viajar de noche, así que sus pasajes eran para el bus de 19:45, amanecerían en la capital e iniciarían los tramites y diligencias necesarios, yo pase por el supermercado a comprar algunas cosas para tener en casa y luego me fui a casa, Ralph me recibió moviendo su cola, procedí a cambiar el agua de su escudilla y alimentarlo con su alimento, después le abrí la puerta del patio y él se fue a hacer sus cosas, mi tía me había explicado toda su rutina y me había dejado algunas notas sobre el cuidado que ella le daba a Ralph.

Me había comprado una botella de Martini y me preparé un traguito antes de dormir, me fui a ver la Tv, era el horario de los noticieros de la nueve de la noche, me senté y al poco rato Ralph regresó y se echó a mis pies tranquilamente, como si supiera que la patrona en este momento era yo y me dio un poco más de seguridad, ya que la imponente prestancia del animal me causaba inconscientemente un poco de temor, yo soy de constitución física relativamente pequeña, mido 1.58 y peso 51 kilos, pero tengo muchas energías y soy muy activa, viendo las noticias estaban cubriendo el festival de la canción y los artistas invitados, soy fanática de Ricky Martin y generalmente es mi fetiche de masturbación, lo estaban entrevistando y mi panocha se comenzó a humedecer con solo verlo ahí en la pantalla.

Decidí que era una buena ocasión para solazarme con mis juguetitos, así que me levanté y fui a buscar mí consolador más grande, volví y me senté en el diván, me saqué mis calzoncitos y los deje a un lado en el apoya brazo del sillón, abrí mis muslos y comencé a pasar la punta de mi juguete de abajo hacia arriba por la juntura de mis apretados labios vaginales, suspiré y gemí sintiendo la vibración y el ronroneo suave del grueso dildo rojo, poco a poco mi sangre comenzó a fluir con mayor rapidez, mi corazón aumentó su latir y sentí en mi interior un hervidero que agitaba una masa de sentimientos algo caóticos que iban desde mi habitual sentir de perversidad y calentura a ese sentir de vergüenza por cometer estos actos de lujuria descontrolada que me provocaban esos maravillosos orgasmos, haciendo que repitiera la situación placentera una y otra vez.

De repente se fue el volumen de la Tv, abrí los ojos y me encontré en un cuarto completamente oscuro, estábamos sin electricidad, afuera se había desatado un temporal y los truenos eran ensordecedores junto con relámpagos que alumbraban las penumbras de la densa noche, me asusté al sentirme sola en esta boca de lobo oscura que no se veía absolutamente nada, encendí mi celular y me fijé en la carga, solo un 15 por ciento, lo apagué rápidamente para no quedar incomunicada, sola y a oscuras.

Sentí un ruido y me di cuenta qué no estaba sola, Ralph estaba conmigo y me sentí más tranquila al tener la seguridad de ser protegida por este noble perro, mi consolador que continuaba a ronronear lo apagué y decidí irme a la cama, no sabía si la tía tenía velas o alguna linterna o cualquier tipo de luz de emergencia, no había tenido tiempo de haber controlado las cosas que mi tía tenía para sobrellevar estas emergencias, completamente a oscuras, chocando con algunos muebles en el camino, me dirigí hacía el dormitorio, me pegué un fuerte golpe en mi rodilla y me detuve a despotricar, encendiendo mi celu me percaté que Ralph venía detrás de mí y que traía en su hocico mis calzones, rápidamente me encamine al dormitorio y apagué mi celu para evitar el alto consumo de la linterna.

Abrí las cubiertas del lecho y me metí entre las sabanas, Ralph también subió a la cama, pero no me preocupaba porque yo estaba bajo las cubiertas de la cama, comencé a buscar su cabeza para quitarle mis calzones de su hocico, pero toqué algo liso y mojado, inmediatamente quité mi mano, le había tocado su pene, seguí en la dirección opuesta y efectivamente él conservaba mis calzones firmemente entre sus dientes, los tironee pero él no los soltó, no me preocupé y se los dejé, lo que me había llamado la atención era su pene, en la oscuridad me parecía de estar con un ser hibrido, me recordaba de haberlo visto el año pasado cuando el se limpiaba su verga y me había parecido vistosa y gruesecita.

Volví a mover mi mano por su pelaje y toqué otra vez ese pedazo de carne caliente que emergía desde una funda peluda, más abajo estaban sus enormes cojones, lo empecé a pajear, mi pequeño cuerpo adolescente estaba encendido, casi suplicando de ser utilizado para el placer de una polla, pero no estaba convencida si era este tipo de polla, esta era mi primera vez con un perro y aun cuando había leído al respecto, me resultaba difícil dar el paso hacia una nueva dimensión sexual, la zoofilia.

Ralph esta muy tranquilo echado en la cama dejándome que le acaricie su verga, pero no soltaba los calzones que teníaa en su hocico, eran como su trofeo, temo que deberé desechar esos calzones, porque siento que los está mordiendo, destrozándolos, me excitaba sentir una verga en mis manos, en la oscuridad ni siquiera me parecía el pene de un perro, era la polla de una criatura viviente como yo, no me imaginaba que pudiese haber algo de malo en tener la pija gruesa y húmeda de un ser que comparte la cama conmigo jugando entre mis manos, sintiendo ese líquido que se escurre y moja mis dedos, − ¿qué tiene de malo sentir eso? – pensaba en este ser que ahora dependía de mí, tenía que alimentarlo, cuidarlo, satisfacer sus necesidades, tengo que asearlo, es como tener un bebe, Ralph era mi bebe, mientras jugaba con su polla, mis muslos se iban humedeciendo con los fluidos que emanaban de mi vagina.

Me estaba acostumbrando a acariciar a este peludo bebe con una polla muy grande, me gustaba sentir su piel suave al tacto de mis dedos, me desnudé completa y sentí que Ralph se había levantado y ahora sentía su fría nariz y su hocico justo en medio a mi ingle, casi en contacto con mi vagina, recibí una sacudida, como una descarga eléctrica cuando su lengua tocó los labios de mi chocho, me atemoricé un poco sintiéndome indefensa de que él tuviera acceso a mi intimidad secreta, con la potencia y su fuerza podría cogerme contra mi voluntad.

Me mantuve con mis muslos bien cerrados, sintiendo la gruesa cabeza de Ralph que continuaba a lamer mi monte de venus, estaba sintiendo una dulce calentura y excitación que poco a poco me hacían separar mis rodillas y comencé a sentir su respiración muy cerca de mi sensible fisura. En la oscuridad no me daba cuenta real del tamaño del animal, acaricié su enorme cabeza y le rasqué las orejas, una de sus patas estaba cerca de mi muslo y la tomé, la sentí más gruesa que mi brazo, recién estaba percibiendo la contextura física de este animal que me resultaba mucho más grande que yo y mucho más pesado también, con poderosísimos músculos.

Lentamente, a pesar de mi temor, fui abriendo mis piernas haciéndole más espacio, permitiéndole el roce de su órgano lingual con la hendidura de mi vagina, mi cabeza estaba colma de pensamientos lascivos y picaros, sintiendo que Ralph aplicaba más fuerzas a sus empujones, llegando a separar mis apretados labios vaginales y accediendo a la humedad de mi femineidad − ¡ooohhh! … que malo eres perrito … no es justo que metas tu lengua ahí … sabes que me gusta demasiado … ¿acaso quieres que sea una mala chica? … ¿me quieres putita, niño malo? –

Improvisamente, me di cuenta de estar hablándole a un animal que no me podía responder, pero su mágica lengua estaba explícitamente haciéndome saber sus pícaras intenciones, sin siquiera una chispa de luz, la situación era bien abstracta, todo lo imaginaba en mi mente y trataba de percibirlo con el tacto de mis extremidades, la oscuridad era total, pero la situación se iba sobre calentando poco a poco.

Me estaba lamiendo mis pliegues femeninos dándome un fuerte cosquilleo de placer que mi coño entero se encendió y mi cuerpo se lleno de un fuego de ardientes deseos, gimiendo por una verga de macho, en esta oscura dimensión, Ralph tenía justo lo que yo necesitaba, ya lo había tenido en mis manos y ahora mi chocho entero hacía pucheritos para sentirlo dentro por entero, quería esos veinte centímetros de perro perforándome toda y dándome tanta lechita, esperaba que él me considerara como una perra, como una perra en celo y caliente por tener su pija disparando chorros de lefa en mi útero.

El continuo movimiento de su larga y húmeda lengua seguía insuflando calor a mis venas, debido a la maestría con que él me lamía, pensé que quizás el lograba verme con sus sentidos más sensibles y desarrollados que los míos, desde ese punto de vista la única que estaba en oscuridad era yo, él tenía una ventaja sobre mí, − ¿si me meto en cuatro me verá? – sin pensarlo dos veces, completamente desnuda como estaba, me puse de rodillas y con mis codos sobre las sabanas como una perra sumisa que le ofrece su coño caliente a su macho.

− ¡Ooohhh! … mi dios … ¡ssiii! perrito … justo ahí perrito … lámeme mi conchita … ¡aaahhh! … que rico – Ralph se había ubicado justo detrás de mi y con su lengua juguetona me lamía las nalgas, mi culito y mí chocho en ebullición, en ese mundo tenebroso y sin luz, un fogonazo iluminó mi cerebro enviando fulmines de ondas espasmódicas de un orgasmo múltiple por todo mi cuerpo, jamás me había corrido así en mi vida, era una agonía sin fin, todo mi ser había estallado en miles emociones, mis jadeos entrecortaban mis quejidos, gemidos y chillidos, abrí bien mis rodillas buscando un apoyo y no ser arrastrada por el torbellino de temblorcillos que me sacudían de pies a cabeza.

Él continuaba a lamer mi concha y mi trasero que se contraían con fuerza, pero sentí una de sus patas tratando de apoyarse en mi espalda, yo todavía estaba meneando y sacudiendo mi trasero en modo seductor, al parecer él quería montarme, él quería hacerme su perra y yo estaba más que dispuesta a hacerlo, después de ese esplendido orgasmo, lo deseaba dentro de mí, quizás si será cierto eso de que te quedas pegada al perro si haces el amor con él, eran interrogantes que pasaban por mí cabeza, pero lo quería experimentar sin más ni más.

Me daba un poco de temor dejar que me penetrara este animal enorme y que me hiciera su perra, que me metiera su verga y ya no pudiese despegarme de él, pero mi calentura era mucho más que mi temor, quería sentir esos fluidos llenando mi vientre y mi sexo igual que una perrita, este animal que era para mi protección se transformara en mi amante carnal, me gustaba sentir la dureza y tamaño de su pene, su olor, su textura en mis manos, nada de ese miembro canino me desagradaba, por el contrario, tenia tantas ganas de descubrir las nuevas sensaciones que pudiese provocarme ensanchando mi apretado coño, sintiendo su fuerza extraordinaria violar mi intimidad con sus increíbles energías y su poderosa potencia.

El cuarto sin siquiera una tenue luz, estábamos en esta oscuridad total, yo tratando de imaginar donde estaba y sintiendo lo que me estaba haciendo, pero no lograba ver nada, estiraba mis manos y sentía su pelaje, la única sensación real era su lengua que continuaba a lamer mi concha, había un fuerte olor a sexo dentro del cuarto, olor que me excitaba y me hacía buscar el pene del perro, no sabía como hacer para que me montara, quería que lo hiciera, pero él estaba fascinado con los fluidos que fluían desde mi coño y estaba empeñado en saborear la mayor cantidad de ellos.

El pene de Ralph estaba tieso, mojado y casi todo afuera de su peluda funda, mis dedos los recorrían de adelante hacía atrás y se sentía muy caliente, mi almejita estaba bañada y deseosa de atraparlo en mis suaves pliegues, ya no aguantaba más mi coño era un nido de fuego y el único modo de controlar ese incendio abrasador, era con ese pene enhiesto y sólido, mis ojos estaban abiertos pero con la total oscuridad reinante, no me servían de mucho ya que nada era distinguible en esa penumbra extrema, mi lujuria me tenia respirando con jadeos y emitiendo quejidos y gemidos con la lengua que estimulaba mi chocho sin cesar, sobajeaba mis tetas y pellizcaba mis duros pezones tratando de encontrar un alivio a mis lascivas sensaciones, estaba bramando por sentirme penetrada.

Mi coño afeitado estaba empapado y prácticamente goteando con mis deseos de verga, Ralph recorría mi fisura vaginal separando mis labios ardientes, llegando hasta el orificio de mi culo y lo volvía a repetir una y cien veces, estaba atenta a los movimientos del perro porque sus movimientos me hacían presagiar que intentaría montarme de un momento a otro y no quería que se equivocara y me penetrara mi ano, lo quería en mi concha y nada más que ahí, lo sentí jadear cerca de mi cabeza y supe que al fin me montaría, lo hizo suavemente como si supiese que era mi primera vez con un perro, hábilmente su verga se deslizó dentro de mis pliegues vaginales, unos escalofríos recorrieron mi cuerpo y varios gritos salieron de mi boca, me mordí mi labio inferior dispuestos a soportar cualquier cosa con el fin de que él me hiciera su perrita, estaba balbuceando ininteligibles vocablos que ni siquiera un ser humano hubiese sido capaz de entenderme, pero al parecer mi amante si, porque comenzó a cogerme con suavidad y aumentó su velocidad paulatinamente, sin prisa, él también quería gozar de mi estrecho coño.

Mis paredes vaginales se bañaban de los calientes fluidos de Ralph, él lamía mis cabellos y mi cuello, sentí sus dientes en mi lóbulo izquierdo y casi me vuelvo loca, no podía creer que estaba siendo amada por este perro, porque no me estaba follando con furia y rapidez, lo hacía dulcemente, me estaba haciendo el amor, cerré mis ojos y me dispuse a gozar mi primera copulación zoofílica, me encantaba y con esa enorme verga llenando mi vagina como jamás nada me había colmado así tanto, más me gustaba.

Mi concha ardía de pasión, en esta oscuridad total me parecía estar ciega, así que el resto de mis sentidos trataban de recolectar información respecto a lo que me estaba sucediendo, sentía el tamaño, la forma y la textura del pene dentro de mí coño, la fricción era hechizante, me embrujaban todas esas sensaciones exquisitas, de pronto Ralph me atenazó con mucha fuerza y me tiro de las caderas hacía atrás, grite cuando sentí que su polla avanzaba más profundamente en mi chocho, al mismo tiempo los pelos de mi cuello se erizaron y con un angustioso y sorpresivo grito, me corrí con guturales gruñidos, no podía controlar esta sensación que me sobrepasaba, me tomé mis piernas con ambas manos para ver si podía parar el temblor que las sacudía, pero era imposible, también mis nalgas temblaban incontrolablemente, y mis senos y mis pezones, todo mi cuerpo se estremecía, es como si se hubiese encendido un reguero de pólvora y la llama recorriese todo mi cuerpo, llegando a mi cerebro hubo una explosión que se me nubló todo, esos hormigueos y escalofríos se transformaron en nuevos estímulos extraordinariamente indescriptibles.

El peso del pastor alemán me tenía bajo su control, mi infraestructura física personal de niña era demasiado irrelevante como para constituir un contra peso a la fuerza de este poderoso animal, lo único que podía hacer era colaborar a la penetración y empujar mi trasero hacía atrás y hacía arriba, lo hacía repetidamente para gozar a concho todas esas sensaciones esplendidas − ¡ssiii! … perrito … dáselo todo a mami … me gusta así … ¡ooohhh! … no te detengas … mami lo quiere todo … ¡aaahhh! … ¡ssiii! … − sabía que él no me entendía, pero era tanta mi locura carnal por él, que le debía expresar mi sentir, un sentir que venía de mi ser interior, en esa oscuridad total, una demencial lujuria se apoderaba de mí.

De cierto no era la forma de comunicarse con un ser de otra especie, en otro momento se podría considerar hasta bochornoso el someterse a la voluntad y concupiscencia de un animal, pero el copular con esta bestia, automáticamente me situaba a su nivel, era una hembra fornicada por un macho físicamente superior y él me tenía bajo su dominio, ensartada en su sexo, haciéndome suya, tomando ascendencia sobre mi persona, él me poseía y me tenía cautiva violentándome con su avasalladora fuerza y potencia, y yo se lo permitía porque me había entregado a él y a su magnifica pija que me enardecía de deseos de ser sometida y fornicada por mi macho, no era una aventura amorosa, era pura lujuria animal que me apasionaba y subyugaba.

Como si lo supiera, Ralph comenzó a follarme con bríos y energías renovadas, él quería inundar mi chocho con su esperma caliente, si yo empujo más fuerte y rapidito, él se correrá dentro de mi y me hará sentir su semen candente, como hembra quería que él me llenara con su lefa, sentí los latidos de su pija y también la temperatura de su líquido que se derramaba en los recovecos de mi sexo desbordando todos mis rincones y sometiendo a presión mis paredes vaginales que se esforzaban por contener la cantidad abismal de su lechita hirviente, como complaciendo a su perra humana, el insinuó algunos embates que me hicieron chillar, como si su lechita me quemara por dentro con una lujuria desenfrenada, mi sexo se contraía en un salvaje orgasmo, la oscuridad nos rodeaba y yo sentía solo su sexo y el mío que se solazaban en espasmos orgásmicos.

Trataba frenéticamente de aferrarme a las sabanas de la cama para no precipitarme en ese abismo de voluptuosidad e impúdicos placeres que Ralph me hacía sentir, como era posible que un perro fuese capaz de darme tantas sensaciones obscenas, pero al mismo tiempo dejarme con efectos secundarios de culpabilidad e inmoralidad, si nadie lo sabe, nadie me puede apuntar con el dedo, este será mi secreto, el goce que yo obtengo de este ser peludo, amable, cariñoso, leal, noble y exquisito amante, será solo mío así como yo seré de él, seré su perra todas las veces que quiera.

En esta total obscuridad me había dejado amar por Ralph, estaba anudada a él, mi sexo tenía aprisionada su grandiosa verga, pacientemente debía esperar a que su pene y su bola disminuyeran de tamaño, mil cosas atravesaron por mi mente, pero también un par de bienvenidos orgasmos que él me provocaba solo con moverse un poco era tal la fricción que su polla incrustada en mi panochita, que cuando él se giró y quedamos culo con culo, también me provocó otro orgasmo bestial.

Tenía un sentimiento de agradecimiento hacía este perro, porque me había rendido su perrita humana regalándome miles de sensaciones nuevas, mientras pensaba todo esto en la completa oscuridad de la habitación, me adormecí colgando de su pija …

No se cuento tiempo estuve dormida, sentía solo que Ralph me empujaba con su hocico, como una sumisa perrita sin siquiera pensarlo, tomé la posición sobre mis manos y rodillas, sentí su lengua separando los labios hinchados de mi chocho − ¡oh! … perrito … ¿me quiere coger otra vez? … te gusto mi chuchita estrecha ¡eh! … espera amorcito que me acomodo para ti – otra vez me encontraba hablándole a este animal, pero ya no me parecía una locura, algo dentro de mí me decía que él me entendía.

Ralph era atraído por el olor de mi intima femineidad, quizás para él era una perra en celo, me lamió mi ano y mi coño que todavía goteaba su semen, su larga lengua se inserto en mi panocha empapada y una dulce sensación recorrió toda mi espina dorsal, me hizo estremecer en un mini orgasmo maravilloso y placentero, él siguió lamiendo mi coño desnudo, golpeando hábilmente la capucha que escondía mi clítoris, el cual comenzó a erguirse a enfrentar esa lengua avasalladora, me causaba un inmenso deleite, él se bebía hasta la ultima gota de mi néctar de niña, tratando de aplacar su sedienta boca − ¡ooohhh! que buen perrito eres … así me gusta … sabes donde a mami le gusta ¿verdad? … eres tan rico para lamer el chocho de mami … ¡ssiii! cariño dame toda tu lengua – él no se cansaba de lengüetear mi panocha y yo coloqué mis manos sobre mis nalgas y abrí mi sexo para él, todo mi ser era suyo una vez más.

Me hizo correrme una vez más con esa lengua de culebra que invadía mi concha una y otra vez, con mis dedos busqué una almohada y enterré mi rostro en ella para gritar mi lujuria, el cosquilleo de mi orgasmo recorría todo mi cuerpo, sin poder contener los espasmos, me oriné, primera vez en mi vida que me sucedía algo así y no me sentía sucia ni nada, sentía solo dicha y satisfacción, me sentía contenta de lo que mi cuerpo y mente sentían, mi sensación de culpabilidad y vergüenza habían desaparecido, nunca más dejaré espacio para esas emociones negativas, soy una mujer que goza y nada más me importa.

Su largo y grueso pelaje estimulaba mi piel desnuda, otra vez sentí el peso de Ralph en mi espalda, levante mis caderas y baje mis hombros, lo sentí deslizarse dentro de mí, pero esta vez el me agarró con mucha fuerza y me planto su tronco dentro de mi panocha con un fuerte golpe que me hizo chillar, su gruesa bola presionó el boquete de mi vagina y esta lo absorbió como dándole refugio a un fugitivo, ahora sentía sus patas delanteras enredadas en mis caderas que me tironeaban hacía atrás penetrándome con fuerza inaudita, mi chocho resistía la violencia de la penetración y se ensanchaba para acoger con un apriete de bienvenida a tan apetecido visitante, mi cuerpo sabía de lo que era capaz este huésped y lo envolvía cálidamente en los pliegues de mi panocha.

La noche oscura no me dejaba deleitarme con visiones de mi amante peludo, el océano de oscuridad me hacía navegar en corrientes aleatorias que me llevaban por un curso de placer y deleite, en este mundo negro quizás si mi razón no se había ido a las completas tinieblas y ya todo me parecía plano y sin relieves, solo mi tacto, oído y olfato me acompañaban en esta travesía de un mar oscuro con ondas que llegaban de diferentes ángulos y me portaban por aguas de borrasca con intervalos de calma, mi cuerpo entero se mecía en este oleaje renegrido y sin luz, pero insidiosamente placentero.

Los veinte centímetros de pene de Ralph, más la bola de otros cinco centímetros, coparon por completo mi chocho y comenzaron a engrosarse, me contorcía a medida que esa polla se desarrollaba dentro de mi y alcanzaba esas demenciales proporciones que me hacían enloquecer, él había plantado su miembro en mi interior y construía los cimientos de mis orgasmos, era tan placentera la sensación que me hacía sentir que en esta oscuridad hasta me hacía dudar de estar cogiendo con un perro, este debía ser algún ser celestial venido del espacio exterior, quizás estoy haciendo el amor con Chewbacca, un alienígena con un pene gigantesco, quizás por eso me hace ver las estrellas en esta obscuridad absoluta.

Ralph me daba embates veloces y de tanto en tanto movía sus patitas traseras como eligiendo el ángulo de penetración, yo inmersa en este obscuro mundo, solo atinaba a gemir, quejarme, sollozar, susurrar y chillar, me rocé mi clítoris levemente y unos espasmos violentos me hicieron convulsionar en otro orgasmos, abrumada por la sensación, alejé mis manos de mi sexo trepidante, me agobiaba un poco esta sensación profunda que me hacía retorcer en todas las direcciones, sabía que no podía escaparme, así que aceptaba mi goce como una tortura de placer y mis movimientos no hacían más que aumentar la intensidad de este angustioso deleite.

Sus embates me hacían sentir la punta de su pene tocando mi cuello uterino, me tenía bien anudada y se aprontaba a vaciarse en mi panocha inerme, pronto me sentiría toda hinchada pero contenta como una hembra que recibe de su macho la impregnación de su líquido seminal, nunca antes ningún hombre lleno mi chocho con tanta lechita, solo mi amante peludo era capaz de producir tanto semen. Así al improviso, su semen se vertió en mi y mi concha respondió con otro orgasmo y otro y otro, no veía una maldita cosa, pero mi cuerpo no cesaba de responder a las atenciones de este perro.

Ralph me mantuvo adherida a su pene por largos veinte minutos, luego alzó una pata y prácticamente caí desde su polla a mi cama, me acosté de espalda y él vino a besuquear mi vagina con su lengua ardorosa, me parecía que la actitud de él era muy adecuada y sabia, después de follar él se encargaba de limpiar a su perrita para dejarla preparada para la cogida sucesiva, no se si será un estilo suyo, pero me parecía apropiado y conveniente, sobre todo para la perrita humana que podía alcanzar otro par de orgasmos.

Sumida en la oscuridad total, satisfecha de mi amante, exhausta de tantos orgasmos habidos, me cubrí con las sabanas y me quedé dormida en las tinieblas de la noche oscura, pero mi ser entero irradiaba una sensación de luz, mi cuerpo estaba apagado, la luz de un nuevo día traerá vida y energías nuevas … y quizás cuantas cosas más …