Capítulo 2
Iniciación zoofílica II
Nada más levantar la ropa de la cama para acostarme, Juan, que no estaba tan dormido como había supuesto, encendió la lámpara de su mesilla, me dio un beso de buenos días y con una sonrisa me preguntó qué tal había ido la noche.
Mis esperanzas de que estuviera dormido se habían esfumado.
Estaba más despierto que la una, y por la mirada de sus ojos deduje que deseando le contara lo que había pasado durante su ausencia.
Le relaté tal cual habían sucedido las cosas, como me habían atado a la silla, vendado los ojos y como LANO me había lamido mi sexo, como había sido primer orgasmo, como me habían atado a las patas de la mesa y el perro me había poseído, los tres orgasmos disfrutados en esta nueva experiencia e incluso las caras de nuestros amigos una ver terminado el espectáculo, hasta lo poco que habíamos hablado por el camino de vuelta en el coche de Pedro.
Juan no se conformaba, deseaba saber más. Estaba cansada y se lo dije, pero insistía e insistía, no le bastaba con la descripción física de lo sucedido, no, deseaba que le contara con todo lujo de detalles mis sentimientos, mis pensamientos en cada momento, mis sensaciones, lo que esperaba en cada segundo, lo que deseaba que sucediera.
No era lo material lo que le daba vueltas a su cabeza sino lo que había pasado por la mía. ¡Dios, que egoísta!, no tenía pensado dejarme dormir hasta que le contara con todo lujo de detalles todos mis pensamientos, en fin, quería verme desnuda, no solo como estaba en ese momento sino desnuda en mis interioridades, en mi alma.
Viendo que no quedaba mas remedio empecé a describirle todo lo que había pasado por mi mente desde el mismo instante en que él abandonó la casa de Javi y Ana.
Noté como se iba excitando con mi relato, como sus manos empezaban a jugar con su sexo, como la erección hacía acto de presencia de una forma indisimulable debajo de la sábana, su mano se acercó a mi muslo, lo acarició desde su mitad hacia arriba, mi mano tampoco se quedó quieta y fue directamente a la búsqueda de su sexo.
Estaba tremendamente excitado, sus ojos eran una incógnita entre el deseo por que continuara con el relato de lo sucedido y con la excitación que le estaba provocando, su mano subió hasta mi sexo, no le hizo falta que lo tocara para saber que estaba húmedo de nuevo, mi excitación no era inferior a la suya, el ir recordando todo lo sucedido me había vuelto a poner a cien, además las manos, ya no la mano, sino las dos no paraban, entre mis muslos, mi sexo y mis pechos.
Sentí sus dedos como se acercaban a mis pechos, cogían los pezones y mirándome a los ojos, con una voz muy seria me hizo una pregunta que no por esperada dejó de aumentar mi excitación: ¿te ha gustado he ZORRA?, solo pude mover mi cabeza arriba y abajo para asentir a lo que él ya sabía. Si, me había excitado y volvía a estarlo.
Sus dedos apretaron con fuerza mis pezones, no era necesario para excitarlos, pero lo agradecí por el dolor causado. Levantando la sábana, vi su hermoso pene totalmente duro y con una gotita en la punta, hummmmm, qué maravilla, me agaché, acerqué mis labios y le di un cálido beso, le pasé la lengua por la punta, lo deseaba, si, deseaba que la noche no acabara tan pronto. Me sentí contenta que Juan estuviera despierto en el momento de acostarme.
Quedaba todavía una larga noche por delante y tal como me encontraba, aunque ya las seis de la madrugada, no iba a dejarlo a él si una buena ración de sexo, además no sería solo él quien disfrutara, yo volvería a tener un poco más de sexo, después de todo, aún no había follado con mi pareja en toda la noche.
No se podía consentir. Decidimos darle gusto al cuerpo, después de todo era sábado y hasta las seis de la tarde, hora en que habíamos quedado con su hermana y su cuñado para tomar un café y salir a dar un paseo, teníamos tiempo suficiente como para eso y dormir a pierna suelta, que al fin y al cabo, fue a lo que nos dedicamos hasta las cuatro de la tarde.
El lunes por la mañana a las once, mas o menos, recibo una llamada de Javi, no me sorprende porque hablamos a menudo, al ser aparejador, con frecuencia necesitamos de sus servicios en la inmobiliaria sobre todo para la inspección de viviendas antes de ponerlas a la venta para poder informar a los posibles compradores del valor de las reformas que son necesarias en las viviendas de segunda mano, pero lo que si me sorprendió fue su insistencia en tomar un café los dos y a poder ser ya esta misma mañana, insiste con amabilidad por lo que acedo a tomar ese café, después do todo no había tomado ninguno en toda la mañana y a esa hora apetecía un cafelito con un churro.
Nos vimos en el café que esta justo en la esquina de la manzana de la inmobiliaria.
Llegué antes que Javi, me senté en una mesa y pedí mi café con un churro.
No tardó en llegar, se sentó y nada más hacerlo sacó un paquete de tabaco y se puso a fumar, lo vi muy nervioso, no es su estilo, además no fuma nunca fuera del fin de semana. Le temblaban los dedos, no conseguía articular las palabras, es como si se le hubiese quedado la lengua inútil al menos de medio lado.
Le cogí la mano tratando de darle ánimos, de serenarlo.
Me estaba poniendo nerviosa a mí también.
Le pedí que se tranquilizara y empecé a comentarle la necesidad de pasar por dos viviendas urgentemente para hacer una valoración previa de los arreglos necesarios para habitarla.
Javi me cortó de raíz mi intento de hablar de trabajo, lo cual me dejó todavía mas extrañada.
No sabía que le pasaba ni tampoco a que se debía aquel estado de nerviosismo, pero no tardé en saberlo, una vez comenzada su exposición lo hizo todo de un tirón y sin dejarme hablar en ningún momento.
«Mela, el sábado cuando te vi en casa, atada a la silla y luego a la mesa, con los ojos vendados, inmóvil y sobre todo sumisa, entendí que de verdad lo que a ti te va no es solo el morbo del sexo con LANO, sino que sobre todo ha sido el sentirte exhibida, sometida, dominada, es decir no solo era una relación de zoofilia, sino mas bien una relación de dominación sumisión, una relación sado, y ver como disfrutabas me hizo pensar en un amigo que tengo y que suele mantener ese tipo de sesiones con las que el llama sus sumisas, sus esclavas, sus putas».
«Creo que tu no eres muy diferente de esas chicas, de esas mujeres de las que me habla, que, siendo muy inteligentes, en su mayoría, con trabajos seguros, solteras, casadas, viudas o divorciadas, con o sin hijos, en su mayoría según mi amigo muy guapas y casi siempre sin problemas económicos se someten o humillan ante mi amigo, solo para disfrute de él y por supuesto de ellas también».
Yo no podía dar crédito a lo que me estaba diciendo, pero a donde querría ir a parar Javi, no, no podía ser que me estuviera haciendo una proposición de ese calibre, no, estaba equivocada. Jaja.
«Mela, si quieres puedo conseguir una entrevista con mi amigo y habláis del tema, seguro que a los dos os interesa, verás como encajáis y como te resulta agradable una sesión en su gabinete».
La primera reacción fue de levantarme y marcharme al trabajo, pero algo en mi interior me hacía continuar allí, sentada y con la mirada fija en su rostro, tal vez leyó en mis ojos que interiormente si me excitaba la situación, que mis los labios de mi sexo y mi vagina estaban mas cerca de su idea que mi cerebro.
Luego dicen que el sexo no piensa por sí solo.
Nos despedimos con un beso y quedé en llamarlo al día siguiente para darle una respuesta.
No puede concentrarme en el trabajo en el resto del día, todo el tiempo pensando en la propuesta de Javi, en lo que sentirían esas mujeres al ser azotadas, al sentir como les aplican pinzas en los pezones o los labios vaginales, las atan, las inmovilizan o le dejan el culo a rayas como una cebra con una vara de caña.
Si llegaban a un orgasmo de esa forma, si era solo excitación mental, que se siente al ser entregada a otra persona, a veces desconocida, para ser usada o tratada como un animal por otro ser dominante, como se consigue esa sumisión, que pasa por la mente de esas chicas y chicos que dejan en manos de sus amos o amas el total control de sus mentes.
Al terminar de cenar, le dije a Juan que teníamos que hablar, Javi me había hecho una propuesta y quería que la comentáramos los dos.
Desde luego no se esperaba mi marido lo que a continuación le conté, mas o menos palabra a palabra la propuesta de nuestro amigo.
No le sorprendió en exceso, sino que hizo un comentario como si fuera algo normal, después de todo dentro del grupo yo era siempre la más sumisa, la más exhibicionista.
De todas las mujeres con las que había tenido relaciones era yo de las pocas a las que los insultos, por muy fuertes que fueran me excitaban de una forma exagerada para un comportamiento normal.
Me animó a aceptar una entrevista con su amigo, después de todo se trataba solo de conocerlo y de hablar, de contarle algunos de mis sueños y de saber cuáles eran sus propuestas.
Cuando llamé a Javi para comunicarle mi decisión de aceptar una entrevista con su amigo me hubiera gustado ver su cara, no se lo creía, su primera idea es que le estaba tomando el pelo, pero pronto se dio cuenta que no era así, yo aceptaba su propuesta y acordamos que tan pronto como pudiera comunicárselo a su amigo me lo haría saber para poner un día y una hora y tomar ese primer café con aquel enigmático personaje, y digo lo de enigmático por la forma de presentarlo Javier.
No tuve mucho que esperar, a los cinco minutos me llamó para decirme la respuesta, jueves a las siete y media de la tarde en la cafetería Zeus, allí nos veríamos los tres. Yo iría sola y los vería a ellos juntos pues habían quedado a las siete y así hablar de sus cosas.
Al entrar en la cafetería los vi a lo dos sentados en una mesa, al fondo, en un altillo.
El lugar estaba muy concurrido dada la hora de la tarde. Me dirigí a ellos, nada más verme Javier se levantó para saludarme y darme un beso al tiempo que me indicaba una silla para sentarme, justo en frente de su amigo.
Hizo las presentaciones, Mela este es Luis, un buen amigo mío y al que le he hablado de ti, Luis estas es Mela. La respuesta de Luis no dejaba dudas: «hola, encantado de conocerte, pero has llegado dos minutos tarde, que no se vuelva a repetir».
Luis estaba al corriente de lo que había sucedido en casa de Javier la noche del viernes, y no e anduvo con rodeos, directo al tema, como si no pudiera perder tiempo.
Me explicó en muy pocas palabras pero sin dejar muchas preguntas que hacer sus preferencias, era Amo, tenía dos sumisas y un sumiso, no era bisexual, pero si lo necesitaba para juegos con sus dos sumisas, era amante de todo tipo de juegos relacionados con el tema de la d/s y no le importaría probarme para saber si eran ciertos los pensamientos de Javier en cuanto a mis dotes de sumisa.
Una vez explicado esto, el muy cerdo de Javier poniendo una disculpa me deja a solas con Luis, que, si en un principio me pareció pedante y soberbio pronto me di cuenta que era muy directo, expresaba sus ideas y reflexiones con muy pocas palabras, las justas para que se le entendiera y no quedaran dudas de sus intenciones.
Tenía una mirada muy clara, directa y a los ojos, la cual me demostraba su seguridad y me daba confianza, pero el estar a solas con aquel desconocido, además sabiendo los motivos del encuentro y suponiendo como se podría desarrollar la conversación, me quedé un poco perdida al principio, pero pronto Luis me centró con solo dos preguntas: ¿llevas siempre ropa interior?, ¿la tienes puesta ahora?, a mi respuesta de no siempre pero hoy sí, siguió una orden tajante : «vete al aseo y sácatela, ponla en el bolso y cuando nos volvamos a ver, siempre vendrás sin ella».
Lo miré a los ojos, pero no pude sostener su mirada, agaché la cabeza y me dirigí a los aseos en donde me desposeí de mi conjunto interior, lo guardé en el bolso y volví a salir a la mesa donde estaba.
Hablamos un buen rato, me preguntó por mis fantasías, mis sueños eróticos, la relación con mi marido, si estaba al corriente de aquel encuentro, que pensaba, si estaba dispuesta a pasar con el algún fin de semana entero, si podría disponer de tiempo en las vacaciones, eran muchas las preguntas, y eran muchas las respuestas afirmativas, lo cual indicaba a Luis mi disposición a casi todo lo que proponía, el conocimiento por parte de mi compañero de todo lo sucedido y por supuesto de venidero, supo en seguida mi disposición para contarle a Juan todo cuanto hacía, cuando pasaba por mi mente.
No se sorprendió de tomar como base para juego entre nosotros estos sueños, o revivir parte de lo ya vivido por alguno de los dos, lo cual en verdad nos daba mucho morbo.
Tras dos horas largas de conversación acordamos que el sábado por la tarde, a las cinco sería nuestro primer encuentro como AMO y sumisa.
Sería en su casa de campo, donde según me explicó disponía de una sala acondicionada para tales eventos, aislada acústicamente, sin llamar la atención, aislada del mundanal ruido y con suficiente tiempo para los dos, ya que le tendría que indicar a mi compañero la posibilidad de no regresar hasta el domingo a media mañana.
Como viene siendo habitual el viernes por la noche, cena del grupo, esta vez en nuestra casa.
Después de la cena, en vez de la sesión de sexo habitual, y dados los acontecimientos del viernes pasado, nos quedamos hablando, no porque estuviera así programado, sino por pura casualidad, un café, una copa y charla, pero con algo diferente, empezamos hablando de la noche anterior, de mi actuación, de lo difícil que me debió resultar, pero luego pasamos a confesiones íntimas entre nosotros, lo que habíamos intentado en varias ocasiones, pero siempre nos quedábamos a dos velas, en esta ocasión nadie ocultó nada, y hubo en realidad verdaderas sorpresas.
Ana, fue la primera en romper el hielo, nos contó que siempre tenía la misma fantasía, una y otra vez, pero no se atrevía a confesarla hasta esta noche, esperaba que los demás tuvieran la fuerza suficiente como para no ser ella la única en hablar, después de todo, la primera había sido yo, al no solo confesarlo sino hacerlo delante de todos ellos.
Uf, si Ana supiera lo que había ocurrido en la semana, segura estaba yo de su desconocimiento de la conversación entre su marido, Luis y yo.
Ana, mujer de 36 años, delgada, y de buen ver, como se dice en el argot, recepcionista de hotel, trabajando a turnos, nos confiesa que su mayor fantasía es poder hacer el amor con cinco o seis hombres seguidos y juntos, hasta dejarlos agotados y que su semen llene todos sus agujeros una y otra vez, no parar hasta ver como sus contrincantes no son capaces de volver a ereccionar sus miembros, al menos cuatro orgasmos de cada uno, no es capaz de calcular los que ella puede llegar a tener, pero segura de alcanzar mas de treinta.
Le doy un beso y le digo la no imposibilidad de sus sueños, no es difícil, en el grupo son tres, con dos mas es suficiente, su respuesta es la necesidad de cuatro a parte del grupo dado que su marido queda descartado para tal evento.
La cara de Javier con una sonrisa de oreja a oreja, pero al mismo tiempo indicando su desconocimiento de tal deseo por parte de su mujer.
Pedro y Juan como siempre dispuestos a ayudarla en todo lo que desee y si es preciso ellos mismos buscan los cuatro necesarios para tal evento.
El siguiente en hablar es Pedro, es muy escueto, le da vergüenza lo que nos va a contar, pero lo hace, la cabeza agachada, mirando al mantel, un cigarro entre los dedos, al que no para de dar vueltas, muy nervioso y con la voz entrecortada, solo una vez levantó la mirada y fue para dirigirla a su esposa, Julia, justo cuando dijo su deseo de tener relaciones bisexuales, con un hombre, no joven, pero tampoco mas de treinta años.
Pedro tiene 42 años, mide 180 y pesa 71 kg. muy deportista y empleado de banca, director de una agencia de la Caja.
Nadie hizo un comentario, solo yo me acerqué a el y dándole un beso le dije que si quería yo le ayudaría a realizar su fantasía, tengo un compañero de trabajo que sin ser homo, si tiene más tendencia a eso que a la bisexualidad, y se su disposición para ayudar a la gente indecisa como el caso de Pedro.
Juan, mi querido esposo, que mal bicho, (es broma), nos confesó que su mayor deseo sería verme a mi en el lugar de Julia, con cinco o seis hombres haciendo el amor, hasta que me dejaran agotada y yo misma dijera el «basta ya», hasta ese momento sin un minuto de descanso, penetrada por los tres agujeros, unos tras otro, y tras otro, mientras el se quedaría mirando la escena y tal vez masturbándose.
Me sorprendió este sueño, habíamos hablado antes de algo parecido, pero por los detalles allí expuestos lo tenía muy madurado, me parece que antes o después se va a realizar.
¡¡Ojalá!!
Javi, a este si que le tenía yo pánico desde que lo vi muy amigo de Luis, esperaba algo relacionado con la d/s por su parte, pero no, me sorprendió con su imaginación: hacer el amor en un avión.
Ya se que ha leído Emmanuell, pero bueno. Los probadores de los grandes almacenes y tal vez en un tren en marcha, en el aseo.
Pedro le propone un sábado por la tarde en los probadores , no está mal, además, quién nos asegura que desde seguridad no graban nuestros actos dentro de los citados lugares?
Julia, la última en hacer su confesión, estaba claro, la mía ya la sabían, bueno, creo que solo Javi y mi marido la conocían pero se quedó entre nosotros tres.
Su fantasía era normal, pero no por eso dejaba de ser emocionante, irse a una isla con dos amantes, desde luego, uno su marido y perderse allí durante seis meses, sin preocuparse de nada, ni del dinero, ni los críos, ni las broncas de su jefe, ni de la compra diaria, ni la casa, solo sol, sexo y mas sexo.
No creas, bien pensado es la más sensata, la más audaz, nada de una noche, un día o una semana, no, nada de eso, al menos seis meses, algo sencillo pero duradero.
Muy lista.
Nos retiramos todos temprano, en realidad nosotros forzamos un poco para su marcha, al día siguiente yo no dormiría en toda la noche, estaría con Luis y era de suponer la casi seguridad de no tocar la cama al menos para dormir.
Al salir Javi me hizo un guiño, me acerqué para darle un beso de despedida y me susurró lo encantadora que le había parecido a Luis, estaba encantado conmigo, seguro de conseguir hacer de mi una auténtica esclava.
Al quedarnos solos, Juan y yo, hablamos un buen rato, haciendo suposiciones sobre la tarde noche del sábado, que ocurriría, como me trataría, a que me obligaría, si me impondría algún castigo, si sería atada, amordazada, en fin, son todo suposiciones.
Esta conversación fue subiendo de tono y acabamos como no podía ser de otra forma haciendo el amor, terminé a cuatro patas, sobre la alfombra y Juan sodomizándome, por primera vez en mi vida tuve un orgasmo de esta forma, fue maravilloso, distinto, intenso, me recorrió todos los poros de mi piel, me temblaban las piernas, los brazos, al final terminé en el suelo, acostada y Juan encima, con su polla en mi culo, hasta el fondo, fue verdaderamente inimaginable.