Alta tecnología
Desde hace unos meses trabajo en una empresa de seguridad avanzada, dedicada a instalar sistemas de seguridad de última generación, cámaras con sensores de movimiento y temperatura controladas por ordenador, alarmas inteligentes, etc.
Gracias a ello instalé en casa uno de estos sistemas, ya que vivo en una urbanización con casas independientes y grandes jardines y en la que últimamente ha habido algunos robos.
Diseñé el sistema a mi gusto y puse un par de cámaras en el jardín para vigilar el perímetro exterior, muy escondidas entre las ramas de unos árboles.
Una tarde de viernes hace un par de meses, aburrido, mi mujer trabaja hasta la noche, conecté las cámaras del exterior para cotillear un poco a los vecinos, ya que aunque entre las casas había unos setos de gran altura, tuve la precaución de instalar las cámaras por encima de ellos; a un lado … nada, en frente … nada, al otro lado… si, el perro de los vecinos mordisqueando las flores, un momento, vaya, la hijita de mis vecinos, Patricia que llega del instituto, uhmm, que buena está esta niña, tiene unos diecisiete o dieciocho añitos, unas tetas enormes y un cuerpo de escándalo y encima con esa faldita corta escocesa del uniforme me pone a mil.
Qué tiene en la mano, ah si, un tarro de crema de cacao, va a merendar, se sienta en una butaca del jardín, abre el tarro, mete dos deditos en él y los chupa, uhmm, esto promete, saco mi polla y comienzo a hacerme una pajita; ella continúa metiendo y chupando, el perro juguetea nervioso a su alrededor, ella vuelve a mojar sus dedos en el tarro pero esta vez llama a su perro y le ofrece sus pegajosos dedos al animal que chupa ansioso la dulce crema, ella repite la operación un par de veces más y deja el tarro sobre la mesa, el perro intenta sin conseguirlo subir a ella y entonces pasó algo increíble, Patricia se levanta su falda y baja sus braguitas, vuelve a meter sus dedos en el tarro y los frota contra su coñito, el animal mete el hocico entre sus muslos y comienza a lamer alocadamente, ella se recuesta hacia atrás y abre un poco más su piernas, moja de nuevo sus dedos en el cacao y los introduce en su vagina y el animal continúa pasando su caliente y viscosa lengua por entre las piernas de Patricia que ha pasado a masajear sus enormes pechos juveniles sobre su ajustado jersey burdeos.
No podía creer lo que estaba contemplando, torpemente comencé a grabar la escena, hice un zoom sobre la inusual pareja y acerque la imagen para contemplar mejor el rostro de la chica que parecía disfrutar de lo lindo, gimiendo mientras el incansable animal no paraba de lamer su rajita.
Cuando la muchacha estuvo saciada, cogió un pegote de crema y lo depositó en el suelo, el perro enseguida la dejó para saborear su recompensa.
La chica se levantó subió sus braguitas y se introdujo en la casa.
Estaba perplejo de lo que había presenciado, los padres de Patricia eran un matrimonio recto y católico de los de ir a misa cada fin de semana con su hija.
Volví a poner la escena para contemplarla con tranquilidad, terminé de hacerme una de las más gustosas pajas que recuerdo.
En todo el fin de semana no ocurrió nada, pero el lunes por la tarde, de nuevo apareció mi vecinita con el tarro en la mano, esta vez en biquini, y como el viernes la chica y el perro comenzaron su placentero trueque que grabe de principio a fin.
El martes esperé la llegada de mi vecinita en la puerta de casa, – Patricia, puedes venir un momento -, la chica se acercó sonriente, – hola, mira han dejado en casa este paquete para ti -, comenté, – gracias- respondió ella, cogió el paquete y se metió en casa.
Aquel paquete no era nada más que una cinta de vídeo con las dos grabaciones y una nota mía en la que decía «Cuando veas la cinta, ven a mi casa. Tu vecino».
A los diez minutos sonó mi timbre, abrí y era Patricia muy nerviosa y con los ojos llenos de lágrimas -Por favor no le digas nada a mis padres, por favor … -, – Tranquila chica, tranquila -, le dije mientras la cogía del brazo y la hacía pasar al interior. – Es que yo, una vez el perro mientras yo dormía, entonces él -, nerviosa intentaba explicar lo sucedido – para, para, no tienes que darme explicaciones, yo también he pasado por tu edad y se que las hormonas le juegan a uno malas pasadas -. Ella se calmó un poco, – ¿entonces no vas a decir nada? – preguntó ella, – bueno, eso depende de ti – dije mientras acercaba mi mano a uno de sus pechos; ella retrocedió bruscamente – Mira Patricia, lo que has hecho no está nada bien, a parte Dios sabe que enfermedad puede pegarte el perro, así que si no quieres que tus padres lo sepan vas a tener que pagar un pequeño precio -, – ¡hijo de puta! -, exclamó ella, – cuida esa lengua muchacha y piénsalo bien, que dirán tus padres cuando sepan lo que hace su niñita -.
Ella guardó silencio durante unos segundos – pero es que soy virgen -, replicó ella, – no te preocupes, no voy a follarte -, dije yo, me senté en un sillón y coloqué un cojín ante mis pies – ven y arrodíllate – ordené, dudó unos instantes, seguramente pensando en la reacción de sus padres si vieran aquello, se acercó despacio, hincó sus rodillas en el cojín y dijo – imagino lo que quieres, pero es que yo nunca he hecho esto -, – no te preocupes, vas a tener tiempo de aprender y perfeccionar tu técnica – ironicé mientras bajaba mis pantalones y dejaba libre mi polla, ella miró asustada mi erecto pene – ya puedes comenzar – añadí.
Ella acercó su sudorosa mano y agarro mi polla con suavidad, después fue inclinando lentamente su cabeza hasta situar sus labios a un centímetro de la cabeza de mi falo, notaba su cálida respiración sobre mi glande, sacó su lengua y dio una pasado sobre él, después una más y otra, – espera, espera, me gustan tus lamidas pero me gustaría más que te la metieras en la boca -, expliqué, – pero es que no me gusta su sabor – replicó ella, – bueno ya te acostumbrarás, pero por ser la primera vez voy a hacerte un favor -, abrí el cajón de la mesa del teléfono y saque un bote de crema de cacao, metí mi mano en el y embadurne mi polla con el oscuro elemento, – quítate el jersey y el sujetador no quiero que te manches al probar la merienda que te he preparado -, ella obedeció, sus enormes y firmes pechos se mostraron ante mi, volvió a reclinarse y comenzó la mamadita, sus calientes labios subían y bajaban por mi pene – ohhh que bien, sigue bonita sigue -, ella aceleró su cadencia, mientras sus pechos rebotaban en mis muslos, los abrí un poco y metí una mano entre ellos para poder sobar sus globos, sus rosados pezones estaban duritos y firmes, no pude más y solté mi chorro en su boca -ahhhh ahhhha aaaahhh-, ella se echó atrás mientras mi polla seguía escupiendo leche salpicando sus hermosos pechos – ooohhh -. Por sus juveniles labios chorreaba de cacao y semen, acerqué mi dedo hasta sus pechos, recogí un poco de semen y lo introduje en su boca, ella succionó, – no está tan malo verdad, bien has comenzado a comprar tu libertad, quiero que vengas tres tardes a la semana y sin excusas – ordené mientras le daba un pañuelo de papel para que se limpiase. Se vistió y se marchó cabizbaja. Pasé toda la noche pensando en lo que había hecho, entre remordiéndome y gozando con ello.
Al día siguiente, ella volvió a mi casa tal y como le había ordenado, entró y se arrodilló ante el sillón con la lección bien aprendida, – Espera Patricia, no me parece justo que sea yo sólo el que goce, túmbate en el sofá -, ella extrañada obedeció – qué vas a hacerme -, – tranquila, no voy a hacerte daño -, subí su faldita, baje sus inmaculadas braguitas blancas y esta vez me arrodillé yo, recorrí sus duros muslos besándolos con ternura, notaba como temblaba, subí mi lengua hasta su coñito adornado con un pequeño triángulo de pelitos, separé sus labios con mis dedos y pasé mi lengua sobre el, ella se estremeció, su sabor salado denotaba el ajetreado día de instituto, introduje mi lengua en su rajita y comencé a jugar con su clítoris; notaba como su excitación aumentaba y afloraban sus primeros y entrecortados gemidos, de vez en cuando introducía mi lengua con fuerza en el, lo que hacía aumentar el volumen de sus gemidos; poco a poco perdió el pudor y acercó su mano hasta mi cabeza empujándola hacia ella, -ahh, ahh, ahhhhh – se corrió en mi boca mientras yo seguía chupando y succionando. – Qué, te ha gustado -, sonrió – Más que con mi perro -. -Hoy puedes irte, pero ven mañana -, se vistió y se marchó esta vez no tan apesadumbrada.
El miércoles llamó a la puerta, abrí y entró sonriente, – hoy vamos a darnos placer mutuo -, me quité la ropa y me tumbé en el sofá, ella se desnudó igualmente y comenzó a chupar mi polla, – no, espera, súbete y pon tu coñito sobre mi cara -, ella obedeció y yo comencé a chupar, pero ella continuaba erguida, puse mi mano sobre su espalda y empuje su cuerpo hacia abajo, creo que entonces comprendió el significado de «mutuo» e introdujo mi polla en su boca chupando y succionado con fuerza mientras me masturbaba con su delicada mano. estaba excitadísima, creo que conté hasta tres o cuatro orgasmos hasta que mi polla explotó en su boquita -ahhhhhhhh, ahhh -, esta vez no se separó y continuó chupando y tragando toda mi leche.
Así llevamos más de dos meses, ella viene tres, cuatro y hasta cinco veces en semana a practicar sexo oral conmigo y se está convirtiendo en una verdadera experta en el tema. He destruido la cinta de vídeo pero ni siquiera pregunta por ella.