A los 19 años y de forma casual tuvo su primera experiencia con un perro
Quisiera haceros participes de mi afición por la zoofilia y contaros como fue mi primera experiencia en este tema.
Primero me gustaría presentarme, me llamo Ania y tengo 30 años y por supuesto mi gusto por este tema solo es compartido por pocas personas cercanas a mí.
Hasta ese momento mis experiencias sexuales habían ocurrido con chicos y también con chicas, siendo para mi yo creo más satisfactorias las lésbicas; también me gustaría deciros que tengo filia por el fetichismo del pie, me fijo en los pies y las manos de las mujeres de mi familia y allegadas resultándome unas partes del cuerpo muy bonitas y de una feminidad que a mi me resulta encantadora en mi misma y en los demás.
Mi primer contacto con este mundo «animal» fue con 19 años y lo recuerdo como si fuera ahora mismo, por supuesto fue de una forma casual y, digamos, ayudada por alguien, ya que era una cosa que jamás se me había pasado por la cabeza hacer.
En esta historia no invento nada y todo fue tal cual lo cuento.
Por aquel entonces yo solía ir en algunos fines de semana a casa de unos tíos míos, aun no tenia novio, el era mi tío carnal y ella mi tía política, vivían en un pueblo de Asturias, en una casería y como podéis pensar se dedicaban a las tareas del campo, mas bien ella, pues el trabajaba con un tractor a tareas forestales.
Un fin de semana de diciembre fui a pasarlo allí, mis padres me dejaron en su casa un viernes y ellos se fueron a casa de mi abuela que vivía en un pueblo cercano, a mí me gustaba quedarme en su casa pues el pueblo era mas grande y había mas ambiente de juventud aunque no demasiado.
Mis padres de paso habían recogido a los hijos de mis tíos para que fueran con ellos a ver a su abuela y pasaran allí el fin de semana.
La casería donde ellos vivían estaba un poco separada del pueblo, se llegaba por una calleja unos 500 mts y me encantaba estar allí y ayudar a mi tía en las tareas del campo, siempre me gusto y me sigue gustando mucho, de paso os diré que ella se llama Charo y aunque es una mujer de pueblo esta bien y se cuida, no aparentando, cuando se arregla, su condición de aldeana, es de mediana estatura, como yo, tenia el pelo corto, castaño claro y los ojos azules, su tipo era, yo diría, que exuberante pues es muy redondita por todas partes.
Yo soy de pelo castaño oscuro, ojos marrones, cara creo que agraciada y buen tipo.
Cuando llegue era ya era por la tarde y se había hecho de noche, después de hablar un rato y merendar algo me bajaron al bar del pueblo que era donde se reunían los jóvenes para salir de marcha, aquella noche salí y después de pasarlo bien volví a su casa de madrugada, casi cuando mi tío marchaba a trabajar.
El día anterior me habían comentado que estaba trabajando en León, que tenia allí el tractor y que se iba a ir a trabajar sábado y domingo pues lo que estaban haciendo corría prisa y el contratista les había avisado para acabar el trabajo lo antes posible, volvería el lunes con el tractor en un camión, así pues pasaríamos mi tía y yo el fin de semana solas.
El sábado me levante casi al mediodía, recuerdo que había aun una helada terrible y hacia un frió que te helaba los huesos, mi tía no estaba en casa pero supuse que la podía encontrar donde pastaban las vacas y allí la fui a buscar.
La ayude a hacer las tareas propias del ganado y volvimos para la hora de la comida.
Tenían un perro y una perra y la perra estaba en celo, el pobre perro la intentaba copular pero ella no le dejaba porque era muy arisca, esto lo estábamos viendo después de la comida ya que nos sentamos un rato delante de la casa para aprovechar los pocos rayos de sol, la verdad es que era jocoso ver al pobre animal intentando la unión y a la perra cabrearse, mi tía se partía el pecho de risa y decía que es que la perra era muy «feminista» o a lo mejor tortillera.
Pasamos la tarde haciendo algo de colada y después hicimos quesos hasta la hora de catar las vacas.
Cuando finalizamos serian ya mas tarde de las 7.
Charo se me ofreció después de cenar a bajarme al bar en coche para salir con la chavalería del pueblo ya que era sábado pero la verdad es que con el frío que hacia y lo a gusto que estaba en la cocina me daba pereza y decidí quedarme.
Los perros solían estar en casa hasta la hora de irse a la cama que entonces los echaba fuera.
Aquella noche la perra estaba rara y fue ella la que poniéndose junto a la puerta pidió salir, el perro por el contrario, se llamaba Moro, siguió con nosotras.
Estábamos viendo un programa de estos de variedades al calor de la cocina de leña y tomando caldo y estábamos muy cómodas, casi como amodorradas del calorin que hacia allí y el frío que había fuera.
El perro estaba tumbado debajo de la mesa y tenia parte del miembro afuera con una gotita blanca saliendo, mi tía que lo vio dijo,»este mira como esta, claro el pobre todo el día intentándolo y como no puede esta que lo vierte», yo me reí y dije que que lastima que no tiene dinero que si no se iría a un club, estuvimos así un rato de cachondeo a costa del perro.
Yo comente que nunca había visto follar a dos perros y era la verdad y ella me dijo que era cachondeo puro, eran cosas que yo no entendía de la gente de pueblo que se lo pasaran bien viendo follar a dos perros, entonces se la escapo en medio de la conversación una expresión que fue literalmente «cuando se te meten dentro y se encachorran no hay quien los suelte hasta que se corren» ella se quedo colorada y yo boquiabierta y alucinada, aquello se la escapo y se dio cuenta de que yo a mi vez me había dado cuenta de ello y a mi también se me escapo decirla «pero que es que te lo hiciste alguna vez con un perro?», ella se quedo como muy pegada y como no sabiendo que decir pero al final asintió pero sin vergüenza.
Yo me reí y me salió del alma, eso hizo que ella también se riera y ya empezó a hablar del tema con mas soltura y me pidió por dios que no se lo contara a nadie; dijo que era una pasada la sensación que se notaba, pero que era un poco difícil que el perro lo hiciera si no estaba por ello.
Me comento que la primera vez había sido por casualidad, que estaba en la cuadra y tuvo que arrodillarse para coger algo que se le había caído y que el perro se la había subido, después en casa y como la picaba la curiosidad se había puesto desnuda y el perro la había montado pero según ella para que diera con el sexo lo había tenido que guiar.
A mí aquella conversación me gustaba y me ponía realmente excitada hasta que ella me dijo que lo debería de probar, yo estaba confusa y por un lado me parecía una cosa obscena pero por otro lado la idea me excitaba muchísimo.
Finalmente y haciéndole tripas corazón pero porque realmente me encontraba excitada la dije que si, que me gustaría probarlo, que me fiaba de ella de que seria una cosa buena.
Entonces ella comento que lo íbamos a hacer en la cocina que era mejor y se estaba más caliente, fue a la habitación y se trajo dos mantas, las tiro en el suelo de cocina y corrió las cortinas de la ventana, se había traído también unas palmatorias con velas, dijo que era para apagar la luz y encenderlas, porque daban una iluminación mas tenue y así si pasaba alguien no vería luz y creería que estábamos ya en la cama ya que aunque aquel sitio era poco concurrido en los pueblos la costumbre de pasar y llamar a ver si cae un café es bastante común.
Aquel ambientillo la verdad es que me tenia frita de calentura y por otro lado me apetecía salir corriendo.
El perro, Moro, era cruzado de tamaño medio y pelo oscuro, con las orejas caídas.
Entonces Charo me dijo que me desnudara, yo comencé a desnudarme y ella me ayudaba, me quite la bata y el chándal que traía puesto, la camiseta y las braguitas con su ayuda, me quito los calcetines y me quede como dios me trajo al mundo.
El perro miraba tumbado en las mantas como si tal cosa, me senté desnuda en una silla y ella dijo que lo mejor que podíamos hacer era coger un poco grasa de la que se utiliza para guardar los chorizos de la matanza para que el perro oliéndola y luego untándola en mi sexo se sintiera con mas ganas de hacerlo.
Tomo una lata de chorizos y con los dedos sacó una porción de grasa que estaba sólida.
La vertió en un cuenco y la puso levemente encima de una de las velas de una palmatoria para que se derritiera, unto sus dedos en la grasa y se la dio a lamer y a oler al perro y después me la unto por los pies y subió untándomela por las piernas hasta el sexo y el ano.
El perro la fue lamiendo, primero por los pies lo cual ya me excito muchísimo, después por las piernas hasta que llego al sexo y al ano y me los comenzó a lamer, mi tía me dijo que me echara el culito un poco hacia arriba para que «Moro» pudiera lamer mejor; para que la postura no me resultara demasiado forzada ella me sujetaba los pies asiéndolos por el tobillo proporcionándome una postura comodísima.
El perro lógicamente lamió toda la grasa pero continuo lamiendo mi sexo, dándome un placer indescriptible, entonces mi tía me dijo, «bueno, ves, ya estas disfrutando y el se ha hecho a tu coño» y me dio un beso en la boca que yo correspondí con pasión, estuve así un rato hasta que tuve un orgasmo que me lleno de placer, mi tía mientras el perro lamía me acariciaba la cabeza y los pechos y me repartía besos por la cara, el cuello y alguno en la boca.
Ella comenzó a desnudarse y yo a mi vez la ayudaba como ella hizo conmigo.
Una vez estuvimos desnudas con un ademán me dijo que me pusiera de rodillas y llamo al perro, el perro olisqueo mi sexo y lo lamió de nuevo y ella dio un par de palmadas en mi espalda y el animal se subió a mí, apoyo su pecho en mi espalda y comenzó a dar empujones sin acertar con mi sexo pero mi tía cogió su pene y lo guió a mi coñito, una vez dentro el perro empezó a follarme muy rápido, al principio sentí un ligero dolor pero enseguida se torno en placer, ella se tumbo debajo de mi y comenzamos a besarnos.
Al cabo de un rato note que la polla del perro echaba gran cantidad de líquidos que se salían de mi vagina y me resbalaban por las piernas, su pene también engordaba dentro de mí y mi primera intención fue separarme pero mi tía dijo que no lo hiciera que es que ya estaba encachorrado y que no me podría soltar y además en breve se correría, al cabo de un rato así sucedió, el perro comenzó a eyacular y yo a notar como su semen se salía de mi vagina y empezaba a chorrear por mis piernas, la cantidad de semen que echa un perro es increíble, el perro se bajo de mi y quedo enganchado, continuaba eyaculando y yo notaba presión dentro de mi sexo y un gusto enorme.
Estuvimos así un buen rato hasta que note que la presión disminuía ya que el bulbo del perro comenzaba a ceder.
Mi tía se levanto y quito el pene del perro de dentro de mí, comenzó a restregar el semen por mis piernas y a besármelas, yo había tenido otro orgasmo bestial y estaba ya desfallecida.
Finalmente me limpio el semen con un trapo de la cocina y nos besamos llenas de felicidad, me lleno de besos, de la cabeza a los pies y yo la correspondí a ella de igual forma, deteniéndome en su sexo con mas detalle.
Me dijo que tenia que ir al año y orinar aunque no tuviera ganas y lavarme bien, así lo hice.
La verdad es que fue fantástico y desde aquel día mi temor, pudor o como se quiera llamar desapareció en ese aspecto para siempre.
Aquella noche dormimos juntas e hicimos el amor pero las dos solas sin compañía perruna.
A la mañana siguiente estaba un poco dolorida pero la verdad, mereció la pena.
Hoy en día soy una mujer casada y tengo dificultades que todos comprenderéis para practicar estas cosas, además vivo en un piso y de momento no puedo tener un perro, a mi esposo no le gustan los perros en los pisos pero todo se andará.