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Marina

Marina

Parte I

Nací y me crié en un hogar de rígida moral victoriana.

Mis padres pertenecían a una familia tradicional de nuestra sociedad y todo lo que fuese sexo o algo relacionado con el jamás se mencionaba como si fuese una mala palabra.

Al llegar a la adolescencia me desarrolle mucho más que mis otras compañeras de escuela y no podía comprender todo eso que sentía en mi cuerpo y que me hacía sentir a veces ansiosa y otras excitada sin entender el porqué.

Cuando tenía diecisiete años una compañera de clases cuyo padre tenía negocio de ventas de libro y revistas me prestó una revista pornográfica.

Me quedé aterrada y sorprendida al ver los miembros gruesos y erectos de esos hombres desnudos y sobre todo me impacto el ver la cara de placer de esas tipas cuando ellos se los metían en la vagina e incluso por el trasero.

No podía creer lo que veía.

Esas mujeres estaban chupandoles el pene y era indudable que ambos gozaban al hacerlo!.

Esa noche a solas en mi cuarto mientras mis padres creían que ya dormía volví a mirar esa revista y me sentía mas y mas excitada, tan excitada que termine sacándome el camisón y la bombacha quedando completamente desnuda.

Sin poderme contener comencé a acariciarme los pechos y también el sexo mientras devoraba con los ojos esas fotografías perversas.

Instintivamente empecé a frotarme el clítoris y termine masturbándome de manera furiosa mientras soñaba con ser yo una de esas rameras y disfrutaba como ellas imaginándomelo.

Así fue como sentí mi primer orgasmo y mordía la almohada para no gritar de placer acabando como una perra caliente.

Mientras me meneaba en pleno orgasmo sin poderme controlar besaba enloquecida esos penes de papel deseándolos como una loca.

Cuando recupere el control me moría de vergüenza pero no podía dejar de acordarme de ese orgasmo brutal que me volvió loca.

Después de ese día empecé a masturbarme regularmente y cuando conocía a algún muchacho que me gustaba pensaba en él cuando lo hacía y mi placer era mayor aún.

Parte II

Cuando cumplí los dieciocho lo conocí a Luis que tenía veintiséis y estudiaba leyes.

A mis padres les gusto como partido y nos pusimos de novios.

Luis era muy católico y pensaba que la mujer debía llegar virgen al matrimonio así que ni soñaba con tener relaciones antes de casarnos, sin embargo eso no significaba que no pudiésemos hacer otros “juegos amorosos” y cuando salíamos al cine o cuando estábamos solos en mi casa o la suya los besos y las caricias eran tan subidas de tono que terminaba tan caliente y excitada que le rogaba que me hiciera suya pero el siempre me decía que debíamos esperar y que después el goce sería mayor aún.

En esa época Luis me presentó a Roberto un compañero de estudios que tenía un departamentito en el centro y no me gusto desde el primer día en que lo conocí.

Era de esos tipos que te desnudan con la mirada y siempre andaba con tipas vulgares por lo que creía que todas las mujeres eran una putas.

Un domingo Luis me contó que Roberto le prestaba el departamento para que fuéramos los dos mientras mis padres creían que estábamos en el cine.

Yo no quería ir pero el insistió diciéndome que íbamos a estar solos y que quería que fuera con él, finalmente a regañadientes acepté acompañarlo.

Por suerte realmente estábamos solos así que ya no me sentí más angustiada.

Luis puso música suave y empezamos a acariciarnos y besarnos con pasión sacándonos la ropa uno al otro y después ya desnudos los acariciamos enteros libremente.

Luis me beso entera de la cabeza los pies y me sentía tan caliente que en un momento sin poderme contener me abalance sobre su sexo y empecé a besarle el pene y después se lo chupe como esas locas que había visto tantas veces en las revistas.

Luis jadeaba enloquecido de placer y me apretaba los pechos hasta hacerme doler para después manosearme las nalgas y el sexo.

Me tocaba con sus dedos el clítoris y yo perdida de caliente me metía todo su pene en la boca (en realidad lo tenia mucho mas chiquito que los de las revistas) y se lo chupaba como una poseída.

Hasta que exploto en el orgasmo y su semen me lleno la boca y después me mojo la cara y los pechos con el.

Estaba tan excitada que le lamía el pene buscando todo su semen y me lo tragaba como una gata caliente.

Después abierta de piernas le rogaba que me penetrara que no daba más de caliente pero Luis se levantó y se fue a lavar al baño dejándome así de caliente.

Después de ese día empezamos a ir regularmente a ese departamento todos los domingos y siempre terminábamos casi igual, en raras ocasiones yo también lograba alcanzar un orgasmo pero nunca Luis se preocupaba por si lo hacía o no.

Una tarde en que habíamos estado especialmente excitados Luis me abrió de piernas y por primera vez empezó besarme el a mi el sexo para después chupármelo también.

Aquello me volvió loca abría aún mas las piernas y le agarraba la cabeza con las dos manos apretándolo contra mi sexo gozando el frote de su lengua en mi vulva loca de placer.

En ese momento lo vi por la puerta entreabierta a Roberto que estaba parado en la semioscuridad y mirándome.

Yo ya estaba tan excitada que no solo no dije nada sino que creo que el saberme espiada me excito aún más, cerré los ojos y seguí gozando esa chupada que me volvía loca.

Cuando volví a mirar Roberto se había bajado los pantalones y el calzoncillo y estaba masturbándose libremente.

Tenia un pene enorme!

Tal vez más del doble de grande y grueso del de mi novio, como el de los tipos de las revistas.

En ese momento explote en un orgasmo brutal y sin poderme controlar estalle en alaridos de placer y aullaba como una perra en celo.

También Roberto empezó a terminar y mientras me meneaba y sacudía en pleno orgasmo lo veía volcarse en tremendos chorros de semen que caían al piso como una cascada.

Después Luis me acabo encima mojándome entera de su semen mientras yo me retorcía en ese orgasmo interminable.

Cuando recupere la cordura ya Roberto no estaba y al ir al baño a lavarme pise su semen caliente y me sentí sucia como una ramera.

No se porque no me atreví a contarle nada a Luis pero desde ese día muchas otras tardes volví a verlo asomarse espiándonos y masturbarse.

Aunque no quería que fuese así no podía evitar excitarme más al saberme espiada y por supuesto deseada por ese otro tipo escondido en la penumbra.

Parte III

El último domingo que estuve con mi novio en el departamento de Roberto me olvide un prendedor que me habían regalado mis padres.

Como Luis no podía ir a buscarlo me dio el teléfono de Roberto diciéndome que lo llamara y el me dijo que fuese a buscarlo esa tarde.

Ahora se que no debí ponerme esa solera que me gustaba tanto y que tiene unos breteles finitos y un escote muy pronunciado, tanto que tenía que usarla sin sostén y sabiendo que así mis senos firmes y redondos se lucían más, además no llevaba nada debajo sino una mínima tanga de encaje que se me traslucía levemente.

Me encantaba sentir a los hombres decirme cosas al pasar y saberme deseada por todos!.

Fui temprano esa tarde hasta el departamento de Roberto y me recibió vestido solo con un short de baño, en cuanto entre empezó a decirme que estaba muy linda y a insinuárseme descaradamente.

Sin poderme contener le di una cachetada y le dije de todo gritándole que el estaba acostumbrado a salir con atorrantas y que se había equivocado si creía que yo era una de esas además lo amenace con contarle a mi novio.

Después de eso el se paro y me dijo que pasar a buscar yo misma el prendedor.

Entre a la pieza y lo empecé a buscar en la mesa de luz y entre la ropa de cama, en ese momento sentí la presencia de Roberto detrás mío y me volví enfrentándolo.

Sin poder siquiera defenderme recibí una feroz trompada en la boca del estomago que me quito el aire y me arrojo semidesvanecida sobre la cama.

El muy canalla se había quitado la malla y estaba completamente desnudo con su pene erecto como un mástil.

“Ahora vamos a ver si te haces la estrecha putita de mierda!” me decía y de un tirón me sacó la solera por la cabeza para después arrancarme la tanga dejándome completamente desnuda.

“Yo te voy a dar hacerte la santita, o te crees que no te he visto cuando bramas de caliente y le pedís al cornudo de tu novio que te coja yegua de mierda!”

Me abrió las piernas y se me hecho encima como un animal salvaje penetrándome brutalmente y desvirgándome sin piedad.

En un momento tenía todo ese enorme pene metido en mi vientre, después empezó a moverse metiéndomelo y sacándomelo una y otra vez mientras me chupaba los pechos enloquecido.

Me revolvía el pene adentro mío haciéndomelo sentir aun más y me mordía los pechos y los hombros diciéndome que era una puta.

“Ahí va la leche putita!” me decía jadeando “Siénteme! Sentidme como te voy a llenar la panza de leche!” y tomándome de las nalgas me metió entero su pene hasta los testículos casi y lo sentí llenándome el vientre con tremendos chorros de semen caliente.

Cuando termino de acabarme adentro se levanto quedando arrodillado entre mis muslos y de su pene le goteaba mi sangre y su semen mezclados.

“Y había estado virgen no más la putita!” decía satisfecho el hijo de puta.

Yo solo sollozaba en un estado de semi-shock abierta por completo.

Pero ese maldito aún no había terminado y seguía con su pene erecto todavía.

Me levanto las piernas apoyándomelas en sus hombros y empezó a mojarme el trasero con mis jugos y su semen.

“Ahora quiero verte la cara mientras te rompo el culo!” me decía y a pesar de que le imploraba que no lo hiciera me penetro contra natura haciéndome gemir de dolor.

De un tremendo empujón terminó de meterme ese tremendo trozo de carne adentro y sentía que me desgarraba entera.

Después empezó a frotarme el clítoris con sus dedos mientras lentamente empezaba a moverse adentro de mi trasero.

En ese momento todo cambió.

Comencé a sentirme más y más extraña, no comprendí primero que me estaba pasando pero después fui dándome cuenta de lo que le ocurría a mi cuerpo y me aterre.

No quería sentir!, no quería!, no debía hacerlo!, no así!.

Y perdí el control de mi propio cuerpo que empezó a menearse y sacudirse en esa relación perversa.

Me sentía gemir y jadear como si fuese otra persona y no yo misma la que lo hacía.

Roberto se dio cuenta de inmediato y redoble el frotar de sus dedos en mi clítoris y empezó a moverse ya más rápidamente.

“Te gusta puta de mierda!” me decía con voz ronca “Te gusta que te rompa el culo no?, toma trágatela toda!” y me revolvía su pene haciéndome aullar de placer como una perra caliente.

Ya me meneaba y retorcía como una víbora gozando pérdida de placer y mis alaridos de placer se deben haber escuchado en todo el edificio pero estaba totalmente fuera de control y entregada como una loca perdida.

Entonces explote en el orgasmo más intenso y prolongado de toda mi vida.

Gritaba como una poseída y mi esfínter se contraía sobre su pene ordeñándoselo mientras el también me volcaba su semen.

“Así puta así!” me decía “Sácame toda la leche con el culo, mostradme como una nena de familia bien puede ser la peor de las putas!” y me volcaba enloquecido.

Cuando me la saco se dio el lujo de darme a lamer y chupar el pene que acababa de sacarme del trasero y hacer que se lo limpiara con la lengua como una gata caliente.

Después caí semidesvanecida sobre la cama.

El canalla de Roberto sacó una cámara de fotos y me fotografió así desnuda, totalmente abierta de piernas y mojada entera de su semen con sus sábanas manchadas por mi sangre.

Cuando se sintió satisfecho el desgraciado me levanto a la fuerza tomándome de un brazo y llevándome así desnuda como estaba, con el pelo revuelto y rastros de sangre y semen corriéndome por los muslos empujándome hacia la puerta.

Prácticamente me echó afuera arrojándome la solera y las sandalias detrás mío.

Muerta de vergüenza y aterrada de que alguien pudiese verme me vestí como pude allí mismo y salí huyendo de ese edificio.

Por suerte en casa no había nadie cuando llegue sino habría sospechado al verme de esas fachas.

Me bañe tratando de sacarme el olor a ese animal inmundo y apenas podía caminar cuando me fui a la cama de manera en que me dolía allá abajo.

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