Capítulo 9

Yo soy Julieta IX: De chocolate

Antes que nada quisiera disculparme con los lectores que siguen mis relatos, pues me he demorado en mis nuevas entregas, por que es un poco difícil para mí contar este proceso penoso, aunque finalmente vale la pena. En fin…

Un par de meses después de iniciar el tratamiento hormonal el Doc, me cito en su clínica para hacerme algunos estudios y una inspección detallada, pues era de vital importancia evaluar los avances en función del tratamiento, sobre todo para evitar riesgos innecesarios, según él mismo me lo explicó.

Era un lunes por la tarde cuando me decidí ir a la ciudad a la consulta.

El Doc me pidió que me desnudara y me pusiera una bata tal cual lo hace con cualquier paciente, lo hice detrás de una cortina que se encontraba al fondo del consultorio y deje toda mi ropa, incluso el sostén con los postizos en la silla.

Al verme se sorprendió pues los cambios eran más evidentes de lo que él esperaba, me dijo que los progresos eran muy grandes y que pronto podríamos empezar a hacer cambios más drásticos por medio de cirugía, me preguntó si tenía miedo a lo que respondí que sí, pero que estaba dispuesta a todo con tal de lograr mis sueños.

-Muy bien, espero que lo soportes, pues es un proceso lento y algo doloroso. Primero debo realizar algunos exámenes con el fin de poder asegurarme que estas realmente lista.

-¿Por donde empezaremos?, pregunté.

-Tenemos un buen principio y eso es muy bueno, no todo mundo reacciona también al tratamiento hormonal, supongo que tu ya tenías alguna disposición genética para esto.

-Desde que tengo memoria siempre me he sentido mas mujer que hombre.

-Bueno, mira necesitamos implantarte unos cojines de silicona, tu misma me podrás ayudar a escogerlos, en unos días debe de llegarme un catálogo con los implantes disponibles, por ahora veo que tu cintura ya no es muy pequeña, podríamos hacer algo con las costillas falsas y marcarla mucho más, por tus caderas estas perfecta. Tal vez sea necesario afinar tus facciones, para hacerte más atractiva. ¿Por donde te gustaría empezar?

-Claro que lo que caracteriza a una mujer son los senos, eso es lo primero que quiero, ya no me gusta usar lo postizos, preferiría sentir cuando me acarician y que lo hagan sin nada de por medio, mis pezones son mucho más grandes de lo que eran y solo les falta un poco de relleno para estar listo y al ataque.

-Espera un poco, primero debemos seleccionarlos y esperar a que los envíen, un par de meses al menos.

-Esta bien! Por lo pronto seguiré con las pastillas y quiero eliminar el velo de mis piernas, conozco una chica que tiene ese aparato para quemar los folículos y eliminar el vello, ¿Sería bueno o afectará en algo?

-No hay ningún problema, solo hazlo poco a poco, para que no queden lesiones sobre tu piel. Por lo que veo puede ser que aumente la dosis de hormonas, dime ¿Has sentido que tu corazón late más fuerte de lo normal?

-Algunas veces por la noche lo oigo latir por un rato e incluso siento presión en mi cabeza, como si algo quisiera salir de ella.

-Eso no esta bien….

-Solo fue al principio en las primeras semanas, ahora me siento estupenda y mejor que nunca, creo que si podemos hacerlo.

-No lo mejor es ir paso a paso.

Acepte sin mucho agrado, pero al fin al cabo él era el experto.

Me ofreció llevarme de nuevo al pueblo, solo que debía esperarlo pues tendría pacientes hasta las ocho. Mientras puedes recorrer el centro y conocer este lugar, veras que es bonito, aclaró.

Me vestí y salí del consultorio como cualquier paciente, afuera estaba una señora joven y bastante bonita, era la próxima.

Camine unas cuantas calles y llegué al centro, muy bonito en verdad, tenía una iglesia enorme con arquitectura colonial, un quiosco con techo de madera y una gran variedad de comercios, me compre un helado y en una banca disfrute del paisaje, me sentía tan libre, tan yo misma, sin nadie que me pudiera interrumpir ese sentimiento que invade al ser cuando descubre quien es.

No podía creer lo que ocurría, pero todo era verdad, ya casi era todo una mujer, como debió haber sido desde el principio.

Me entró la nostalgia y pensé en mis padres, quería compartir con ellos todo lo que estaba viviendo y lo feliz que era, sin embargo sabía que ellos no podrían aprobar lo que soy ahora, pero como verán la sangre es la sangre a pesar de todo.

Les llamé diciendo que estaba bien y que no se preocuparan que realmente había encontrado el camino que tanto buscaba y que ahora era mejor y más fuerte.

Mi madre, quien contesto el teléfono, quería saber donde estaba y en donde vivía, pero no se lo dije y puse de pretexto que necesitaba hacer mis propias cosas y que por ahora no debían saberlo, solo quería que supieran que estaba bien y que los extrañaba. Lloré un poco y camine por largo rato en aquel bello lugar.

Por primera vez fui a una tienda de ropa femenina yo sola, sin temor a medirme y seleccionar ningún tipo de ropa, incluso la íntima, compre algunos sostenes de diferentes tallas, pues debía escoger la correcta para mi cuerpo. Compré algunos cosméticos y cremas para el cuerpo.

Ya cerca de las ocho regresé al consultorio y el carro de Manuel estaba estacionado afuera, supuse que ambos me llevarían y tal vez habría algo de acción.

Pero no fue así esa noche me llevaron al departamento donde vivía y se apresuraron a despedirse, era algo raro pues Cariño y Vanesa se asomaron por la ventana sugiriéndoles pasar. En fin se fueron.

El fin de semana siguiente llegó un grupo de extranjeros a mi pueblito, algunos de ellos eran hombres de color muy altos y fuertes.

La noche del sábado fueron al restaurante y pidieron algo de comer y mucha cerveza.

Me toco una mesa en la que se sentaron dos hombres de color que venían acompañados de una mujer trigueña y un güero.

Desde el primer momento en que les tomé la orden uno de los negros, musculoso y cerca de dos metros, no me quitaba la mirada de encima y yo no podía evitar verlo también.

Era tan fuerte y grande que se me antojo tenerlo, pero no debía platicar con los clientes.

Cuando les llevé la primer ronda de cervezas no logré evitar poner cara de admiración al ver tremendo paquete escondido debajo del short de aquel tipo, él se dio cuanta de todo y me sonrío recargándose en la silla para que pudiera apreciar mejor su herramienta.

Paso un rato y los de esa mesa ya estaban embriagados. Vanesa me comentó que aquel tipo me miraba muy insistentemente, que tuviera cuidado por que me podría partir en dos con una sola mano. Se refería a que debía decirle que lo que era y no solo provocarlo.

El tipo se paró al baño y se perdió por un rato, cuando fui por unos alimentos que estaban en el almacén lo encontré ahí acechándome, me dijo algo en inglés que no pude entender, pero en un español muy cubano, me hizo entender que me deseaba y que debía ser suya, pero yo le mencioné que se podía decepcionar, pues tal vez no era lo que el pensaba. Me ofreció dinero y me recordó la forma en que había visto su paquete.

Le dije que lo vería afuera, pues el dueño no quería que habláramos con los clientes en el lugar, acepto, pero amenazante me agarró las nalgas con una sola mano diciendo algo que no entendí pero me prendió.

Nos vimos afuera y me llevo a la playa, por cierto era una noche obscura y el mar estaba tranquilo como susurrando una canción.

Me cargo y me llevo debajo de una palmera, agarrando mis nalgas y jugando con ellas me dio un beso profundo como si quisiese devorarme entera, desprendió mi blusa y me dejo solo en sostén, tuve miedo pues podría descubrirme y tal vez se enfurecería, así que hábilmente lleve mi mano a su entrepierna y apenas pude cubrir con mi mano aquel enorme trozo de placer.

Él se desabrochó el short y como era de gabardina calo a la arena deslizándose por sus gruesas piernas.

Sin mas me sujeto del pelo y me hizo agacharme hasta estar frente a su barra de chocolate, eso parecía en verdad, con gusto me acerque y le di una pequeña probada, era de sabor fuerte y aunque grande aun estaba flácida, me la introduje de un solo golpe en la boca y chupe delicadamente, me decepciono al principio, pues a diferencia de las que había conocido no reaccionó a mis caricias, pero insistí y lo succione con fuerza, agitando mi lengua debajo del glande.

No me di cuenta pero de pronto sentía ahogarme, esa barra achocolatada crecía para mí y llegaba hasta el fondo de mi cavidad, su cuero quedaba en el borde de mis labios y no podía contenerlo más, en verdad era muy grande.

Seguí chapándolo por fuera, desde la base hasta la punta y con mis manos jugaba con sus bolas.

Él solo acariciaba mi pelo y movía mi cabeza a su ritmo, pero dejándome hacer lo que deseaba, bajo una de sus manos y la dirigió a donde debía estar mi choco, pero le entregué mi trasero y el jugó con mi hoyito mientras yo endurecía su pedazo.

Después de unos minutos ya estaba perfectamente erecta y amenazante era como de treinta de largo y siete de ancho en la punta, aunque la base tendría como cinco o seis, era en forma de cono, hummmm, de solo recordar.

Me tomó de las caderas y de un giro me volteó poniendo mis bragas justo en su cara, a la vez que nos tendíamos en el piso, me quito la braga y se dio cuanta de lo que tenía para él, más que enojarse empezó a chaparme.

Generalmente no se me para cuando alguien me lo hace, pero con esa boca que podía contener completo mi sexo, no tan grande, ni siquiera muy grande,12cm y delgado. Yo disfrute más de su dulce y lo chupe como loca, pues ya no tenía más miedo.

Por un rato mas siguió el juego y el dilato mi culito con su saliva y su lengua.

Me volteó con una sola mano y me dejo boca arriba en el piso, no solté su tranca y seguí chupando, pero él la saco y la puso en la entrada de mi ya hambriento hoyo.

Estaba muy dilatada, pero aquello era muy grande, tenía miedo de no poder engullirlo por completo.

Pero empujo con fuerza y me inundo, un profundo dolor se presentó por un instante, pero con movimientos suaves se deslizo dentro de mí volviendo el dolor en placer, no lo tenía todo adentro, pero aumento el ritmo de los embates y el choque de sus grandes bolas llenas de leche me indico que estaba ensartada.

Frente a frente y con mis piernas en sus hombros movía a placer su delicioso instrumento, me sentía poseída y llena por completo, solo podía dejarme llevar, pues sus fuertes brazos controlaban mi cuerpo entero, las embestidas eran tan fuertes que me arrastraba en la arena.

De un solo giro me monto sobre el y con sus manos separaba una y otra vez mis nalgas que se hacían a un lado para dar cabida a esa delicia, yo solo cabalgaba a mis anchas y sin miedo a que saliera pues era tan larga que no podía zafarme, ni lo quería.

Pase una mano por detrás de mis caderas y tome sus bolas acariciándolas al brutal ritmo que me imponía mi instinto, él por su parte tomó mi pequeño pene y lo acarició son solo una mano y lo cubría por completo.

Exploto dentro y un chorro de leche caliente salió por los pliegues de mi cueva, cayendo en sus vellos y mi mano, no afloje el ritmo, aunque él soltó mis nalgas, exprimiendo cada gota de néctar.

Me vine y mi leche calló en su pecho, me re coste en él y quedamos ahí tumbados a la orilla del mar recuperando las fuerzas que el barullo del mar nos había quitado.

Me dejo algo de dinero y se fue esa misma mañana…

Continúa la serie