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Vendas negras II

Cuando por fin lo alcanzó, ella ya se encontraba vestida sólo con la minúscula tanga roja que llevaba. Rodrigo decidió apartarla, besándola, comenzó a bajar lentamente por el cuerpo de ella. Besaba cada poro de su piel y se detuvo al estar frente a la entrepierna.

El vagón

Como estaba de rodillas entre las dos literas no podía oponerme de ninguna forma a la violenta penetración que me infligieron desde atrás, a traición. Aunque a esas alturas estaba ya bastante húmeda sentí un gran dolor mientras su larga espada rasgaba la frágil barrera de mi virginidad.