Alba era más tranquila pero aun así como nosotros dos también decia la suya, no se quedaba corta, ya tenia una buena carrera en esto del sexo, a más aunque ella no nos lo contaba sabíamos que en Inglaterra había tenido una experiencia con una chica portuguesa.
Tenía cuatro manos en mis pechos, la lengua del andaluz entrelazándose con la mía, una verga chocándose con mi braga y mis muslos por detrás, unos dedos jugando en mis entrañas. El andaluz se hizo a un lado sin dejar mi boca ni mis pechos y el alemán pudo bajarme las bragas y meterme su lengua dentro de mí.
Mi edad (13) no reflejaba el falo que la naturaleza me había provisto, en ese momento tenia 11 cm. y en verdad siguió creciendo, la cama de por suerte era de plaza y media y podríamos dormir, no me extrañe que a esos de las tres de la mañana me había despertado, extrañaba mi cama y ese cuerpo de mujer, me recordaban que ya era hombre, pense que era mi hermana, pero me acorde que estaba en el mismo lugar que su novio, exactamente de la misma manera, cuando puse mi dedo en su sexo, como me había enseñado la puta, de esa manera que asentado un poco mas arriba de la raja le gustaba a las mujeres