Burbuja metió la mano bajo el camisón con la intención de quitarle la pantaleta, pero al llegar al conejito, recordó que su ropa interior la tenia escondida Robin para usarla como amuleto, así que pudo tocar la tersa y delicada piel de Bombón directamente.
Una vez atrapadas las miradas, nuestros labios se juntan y adormecen y explosionan los besos, multiplicándose hasta el infinito, recorriendo, milímetro a milímetro, el espacio interior de nuestros cuerpos, allí donde es imposible que lleguen los labios, allí donde no alcanzan las caricias.
Mis sirvientas me untaron el pecho con exóticos aceites de sensuales fragancias antes de colocarme la camisa de seda; Alia se encargó de abrocharme los botones con sus suaves y delicados dientes mientras putita, echada en el suelo, me besaba las botas una y otra vez, como intentando recuperar todas las ocasiones en las que su aprisionada boca no había podido corresponderme.
Era impresionante ver como solo cuatro hombres, pese a su evidente fortaleza, podían andar tan rápido y sin perder el equilibrio llevando tan singular carga a través de la playa. Al ver a las dos mujeres de pie frente a su comitiva, el anciano hizo una señal al hombre a su espalda.
Below y Kane se abalanzaron cada una por un lado y la empezaron a chupar, primero sus pies, luego subieron por las piernas, enseguida por el abdomen, por los brazos, Below le limpio la cara y Kane el cuello, luego fueron al pecho y le comieron un pezón, el clítoris de Bellota estaba a punto de explotar.
Pero también se dio cuenta de otras manos que le tocaban los pechos, mientras otra boca le mordía la espalda, lentamente volvió la cara, pero solo pudo distinguir unos ojos grandes y verdes, como los de una pantera, mirándola con una mezcla de furia y deseo.
Serena, tras dudarlo un momento, camino hacia donde la enmascarada le indicaba, con mano temblorosa abrió la pesada puerta de madera y descubrió que se trataba de un baño de grandes dimensiones.
Por fin había follado a mi magnífica, enigmática y caliente cuñada. Sin perder tiempo e intentado arreglar todo en la cama de Pili y en su propio cuerpo, salí de su habitación aún alucinado por el inmenso goce que había tenido con mi cuñada.