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Trío I

Seguía gritando hasta me suplicaba:¡para, para, para!, y seguía murmurando alaridos de placer y lujuria. Pronto se sacudió en mayores espasmos y me decía, ¡para, para, y follame tú , quiero que me folles tú!.

Diana

No pude soportar mas y me vine en su boca a lo que ella respondió algo asustada y se retiro un poco por lo que todo mi semen le cayo en la cara. le ayude con mis dedos a tragarse todo mi jugo y lo hizo de la manera mas placentera del mundo.

Voracidad maternal I

Entonces vi como ella se metía dos dedos en el coño y cuando los sacó relucientes de los jugos de su placer se dispuso a pasarlos por encima de su ano para lubricarlo y luego se metió primero un dedo, luego otro y luego, se metió el consolador poco a poco.

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Yo acepté con mucho gusto, estaba deseando follarme aquel depilado y húmedo coño, asi que cogí mi verga y me dispuse a penetrarla con suavidad, pero ella, al notar ya la presencia de mi verga, empujo su cuerpo contra el mio provocando una violenta penetración que le hizo lanzar un estridente gemido de placer.

De amiga a puta

Tras un rato mas de esto me dijo que me subiera a la cama; para continuar con el juego yo le dije que no que ya era suficiente, y el me tomo por la muñeca y me haló sin ningún esfuerzo al lecho. Entonces me ordenó que me pusiera de cuatro patas que así me quería coger y yo obedecí.

El rodaje

Hasta el momento en que, deslizándose por mi cintura, se introdujo en la parte trasera de mis braguitas. Fue todo tan rápido que no me dio tiempo a reaccionar ni a quitármelo de encima antes de sentir su afilado dardo haciendo las veces de supositorio, y después me dio igual, pues el enorme placer que sentía bien valía la molestia de su intromisión.

Madurita calentona

Ya estando allí me encontré con una amiga de mi barrio la cual me presentó a su tía que había venido de Neuquén, grande fue mi sorpresa cuando la vi, era una mujer de unos 39 años, tez blanca, pelo castaño corto, de 1,60 de altura aproximadamente, con una cola espectacular y unas tetas el doble de mejor, pero lo que mas me impactó fue su mirada (de seguro se reirán por esto) ya que tenía una mirada de "come-hombres" que mataba.

El rugido del jaguar

Su mano izquierda comenzó a acariciarme, sus dedos se movieron con rapidez, tocándome con habilidad toda mi entrepierna, mientras con su boca comenzaba a besarme los testículos. Alicia se afanaba en lamerme la parte anterior, que cada vez adquiría mayores proporciones y durezas, y sólo transcurrido un rato comenzó a subir hacia el prepucio.

Bruno

El único sonido que se escuchaba era el de unos tímidos gemidos que emitía Sara coincidiendo con los cambios que sufría en mi erección, yo sólo notaba un placer cada vez más intenso, no por el simple medio del placer físico, sino por mi sensación de plenitud y fortaleza, mucho más intensa que ninguna erección anterior.