Como convencí a una chica de 23 años que tuviera relaciones conmigo de 31 años.
Cual mi sorpresa cuando pude desabotonar su pantalón bajar su cierre y libere su miembro súper erecto de aquel pedazo de tela que lo aprisionaba. No pude resistir y baje corriendo a introducirlo en mi boca tenia que sentir que aquel monstruo gigante era todo para mí, y así lo hice.
Me fijé en ella no sólo por su rostro agradable y su mirada anhelante, sino porque al cruzar las piernas comenzaba un movimiento de vaivén, frotando una pierna sobre otra con un ritmo que primero era lento pero iba acelerándose poco a poco.
Mi lengua se posó en su clítoris el cual empecé a chupar con desenfreno, logrando que su cuerpo se retorciera de placer una y otra vez, para luego introducirse directamente en su vagina saboreando sus jugos como el elixir más afrodisíaco.