Síguenos ahora en Telegram! y también en Twitter!

La mirada de un hombre alfa, reclamándome

Bastó una sola mirada, para hacerme saber lo que me iba pasar aquella noche. Son de esas miradas que lo dicen todo, son miradas que te perturban, te dejan hipnotizado y sabes lo que quiere y desea de ti. Es la mirada con la que te está reclamando, te grita que le perteneces, que quiere sodomizarte y hacerte suyo, que seas sumiso y le entregues el culo.

A la salida de clase, abusaron sexualmente de mí

Mientras estaba agachado bebiendo, noté que me agarraban por detrás, al principio pensé que era alguno de mis 2 compañeros, pero pronto pude comprobar que no se trataba de ninguno de ellos, ya que, aunque noche cerrada, pude divisar como ambos compañeros, iban andando por el camino. Iban ambos hablando, y no se percataron de lo que estaba pasando allí en la fuente, donde me habían dejado bebiendo.

Descubriendo por primera vez los aseos públicos

Mientras estaba esperando a que saliera mi padre, un señor de más o menos su misma edad, desde la puerta se puso a hacerme insinuaciones para que entrara, eran insinuaciones de carácter sexual, o al menos así las interpreté yo, y es que no dejaba de echar mano a su entrepierna, tocando aquel paquete que se le abultaba, y con la cabeza señalaba hacia los retretes, y me decía que entrara. Ven, no tengas miedo.

Mi iniciación en el sexo

Después de estar por lo menos una hora ayudando al viejo marinero, cuando íbamos devuelta en el bote para el muelle; este lo amarraba en la dársena de La Coruña; me iba hablando de sexo, de que, si había que tener cuidado al hacerlo, que hacerlo con mujeres era peligroso, que se podía contraer muchas enfermedades, que hacerlo entre nosotros no nos contagiábamos, y bla bla bla.

El quiosco de revistas I

Nada más ver las 2 primeras revistas, los ojos se me fueron a una de ellas, era una pequeña revista y en la portada ya se veía a 3 asiáticos desnudos manteniendo sexo, uno estaba dándole por el culo a un jovencito asiático, y el otro le estaba comiendo la polla mientras el otro le daba por el culo. Dios, aquella visión ya me puso bien palote, sujeté la revista con mis manos, y empecé a ojearla.