Las horas de la mañana transcurrían lentamente para los estudiantes de la escuela preparatoria Juuba. Entre ellos Ami Mizuno, quien escuchaba atentamente la explicaciones de su maestro en turno.
Tokyo, Japón. Una de las ciudades mas grandes del planeta. Y una que me traería una gran sorpresa.
Habíamos terminado la secundaria, ese período que te habilita a la Universidad, con la convicción pajera de que las japonesas, u orientales en general, la tenían rasgada y acostada. Es decir que las conchas de raza amarilla además de sumisas, amarillas, lampiñas y menudas, estaban posicionadas transversalmente.