Este relato cuenta la historia de una de las nuevas familias modernas, las denominadas “integradas”. Un padre separado y su hijo, una madre divorciada y su hija. Cuarentena y sexo. Continuación.
Este relato cuenta la historia de una de las nuevas familias modernas, las denominadas “integradas”. Padre separado con un hijo y madre divorciada con una hija. Cuarentena y sexo.
Celia cree que su sobrino Enrique puede ser un gran hipnotizador. Él vive rodeado de mujeres a las que adora: su madre, su hermana y sus primas. Celia usará todas las armas disponibles para tentarlo y llevarlo a su máximo potencial.
Celia cree que su sobrino Enrique puede ser un gran hipnotizador. Él vive rodeado de mujeres a las que adora: su madre, su hermana y sus primas. Celia usará todas las armas disponibles para tentarlo y llevarlo a su máximo potencial.
Celia cree que su sobrino Enrique puede ser un gran hipnotizador. Él vive rodeado de mujeres a las que adora: su madre, su hermana y sus primas. Celia usará todas las armas disponibles para tentarlo y llevarlo a su máximo potencial.
Detuvimos el beso por un breve instante, en donde nos miramos fijamente el uno al otro; yo diciéndole con la mirada que ya no aguantaba más y quería metérsela ya; ella, pidiéndome con la suya que lo hiciera.
Ángela Aguilar, la joven diva de la Música Ranchera, caminaba por la alfombra roja, su vestido plateado brillando con cada flash de las cámaras. Sus piernas, tonificadas por horas de baile y cuidado meticuloso, se movían con gracia, atrayendo las miradas de todos los presentes.
De forma automática, con mi mano izquierda empecé a jalármela mientras mi boca y mi mano derecha seguían internadas en el sexo de Elena. Mi lengua empezó a moverse más rápido, con un frenesí desbocado y el cuerpo de mi hermana empezó a temblar con espasmos cada vez marcados.
Cerré los ojos y lo besé. Correspondió mi beso apasionadamente, el cual, pausó por unos instantes y en un movimiento, dejó caer su peso y atravesó mi ser y se hundió hasta lo más profundo, llevándose consigo el velo virginal que hasta ese momento fue el guardián de mi inmaculada inocencia.
Su panty blanca estaba enredada en sus tobillos. Una pequeña y ligera playerita de tirantes azul cielo cubría su dorso, a excepción de su teta derecha, la cual se asomaba por encima de aquella delgadísima tela.
Lentamente empezó a subir sus manos, de mis muslos pasaron a mi cintura… lentamente recorría mi cuerpo y mi corazón empezaba a exaltarse. Siguió subiendo hasta que llegó a mis pechos... Cuarta parte de mi historia real acerca de mi despertar sexual. Cada vez más cerca a mi primera relación sexual.
Jamás me llegué a imaginar, que esa adolescente, de pecas y coletas, con apariencia tierna, iba a ser un volcán de sensualidad y pasión a flor de piel...