relatos eróticos bodas

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Mellizas I: La boda

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A regañadientes accedí a que me volvieran a atar y amordazar, esta vez en el pequeño cuarto trastero, con la excusa de que así evitarían que les chafase la broma, a la espera de que apareciera Carmela a ponerse el traje de novia; que yo podía ver, muy bien puesto, en una esquina del cuarto, gracias al enorme espejo que las mellizas habían tenido la amabilidad de mover, para que a través de la estrecha rendija de la puerta pudiera ver todo el cuarto.

Boda

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No solo controlan mentalmente su voluntad durante la boda, jugando con ella debajo de la mesa entre sus piernas abiertas sino que la poseen los tres en el dormitorio.