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La deliciosa experiencia que viví con mi amante del chat en un motel de Puerto Rico

La deliciosa experiencia que viví con mi amante del chat en un motel de Puerto Rico

Siempre he disfrutado el conectarme varias horas al día a los chats.

Hace poco entable conversación con un chico durante un rato y terminamos dándonos nuestros id’s de Yahoo.

Luego de varias conversaciones calenturientas e intercambio de fotos decidimos conocernos en persona y ver si la química física era tan ardiente como la cibernética.

Así lo hicimos y luego de citarnos varias tardes para hablar en persona decidimos llegar a una aventura.

Les contaré la deliciosa experiencia que viví con mi amante del chat en un motel de Puerto Rico.

Antes de continuar permítanme describirme, soy una mujer de 28 años, de 5 pies 8 pulgadas, 180 libras de peso, distribuidas en unas anchas caderas y generosas nalgas, cintura estrecha y senos generosos.

Soy de cabello rubio y ojos verdes, no soy hermosa pero mis amigos me llaman juguetonamente la 747 (avión de pasajeros).

El día de la cita en la mañana afeité las partes de mi cuerpo que consideré pertinentes, me hice la línea del bikini pero no rasuré mi chocho sino que corte mis vellos concienzudamente con unas tijeritas.

Me gusta ver mi coño bien acicalado, pero sin que parezca el de una jovencita.

En el lugar acordado me encontré con él,  su nick del chat era Bigman, así que lo llamaré así de ahora en adelante.

Diré que es un hombre de 35 años de cuerpo medianamente delgado, alto, buen mozo y de una seriedad que me hacia dudar si sería un amante que valiera la pena.

Total ya había tomado la tarde libre en el trabajo para salir con él, así que saliera como saliera iba a tratar de pasar la tarde lo mejor posible y de paso darle rienda suelta a la calentura que llevaba por dentro.

Llegamos al Motel y luego de pagar por la habitación Bigman encendió la Tv., apareció un canal con películas porno y pensé que lo dejaría ahí para irnos calentando.

No se imaginan mi decepción cuando lo cambió y puso un noticiero.

Pensé:  Aquí se jodió mi tarde, perdí el tiempo y tendré que conformarme con una masturbada en la noche.

De todas formas empecé a llamar su atención acariciando su espalda (por encima de su camisa) y diciéndole palabras melosas.

A los 5 minutos le dije apaga el televisor porque hay cosas más interesantes ocurriendo en este lado de la pantalla.

Para este momento decidí actuar para pasar la tarde lo menos mal posible.

Pensé lo que falta es que este tipo tenga ahora una herramienta pequeña y termine de joderme la tarde.

Me coloque de lado junto a Bigman y empecé a besarlo, insistentemente hasta que se tornaron sus labios agresivos  y era él quien me besaba.

Su boca atrapaba mis labios y me mordía de una forma juguetona.

Baje mis manos hasta su pantalón y bajé su cremallera, cual no sería mi sorpresa al no tener que buscar el bultito que imaginaba encontrar.

Justo ahí en su cremallera abierta había un bulto enorme pujando por salir de sus calzoncillos que ya presentaban una mancha de humedad producto de la excitación de Bigman.

Le desabroché el botón y le dije quítate el pantalón, así lo hizo con un poco de vergüenza.

Yo ya estaba más interesada en su herramienta que en su seriedad.

Cuando le quité su ropa interior me quedé pasmada.

Frente a mí estaba el bicho más grande que he visto en mi vida.

Y no solo grande por lo largo, sino por lo ancho que era.

De hecho pensé que no iba a poder empujarme todo eso dentro de mi chochito.

Pensé para mis adentros “Bueno hambrienta aquí tienes para comer y hartarte”.

Baje mi boca para besar esa hermosura.  Inicié un trabajo de boca como nunca antes había hecho.

Le di lametazos, lo mordí, lo halé, lo chupe…. hice todo lo que una mujer dice que haría si se encuentra con un monumento como ese.

Lo más que disfrutaba a cada chupada que le daba eran las gotas de fluido preseminal que brotaban de su punta.

Era tanto el liqueo de Bigman que parecía que estaba viniéndose en mi boca; estaba súper excitada y seguía chupándole esa hermosura que Dios le había dado por bicho.

Intente meterlo todo en mi boca pero al bajar hasta la mitad ya lo sentía en la garganta.

Bigman me decía: “Detente, me gusta, me vas ha hacer a hacer venir y no quiero todavía.

Déjame comerte ese coñito para que también tú disfrutes”.

No tuvo que repetirlo.

Ya estaba segura que mi tarde iba a ser mucho mejor de lo que esperaba.

Deje que me quitara la ropa y me tendí en la cama.

Él separó mis piernas y metió su cabeza entre ellas.

Sentí su aliento caliente y su lengua húmeda cuando recorría mis labios y sus dedos exploraban la entrada de mi túnel.

Empezó con timidez y poco a poco, pero cuando empecé a gemir de gusto, comenzó a hacer los movimientos con su lengua más rápidos, me lamía, halaba, mordía, chupaba, lo que sentía era indescriptible.

Su lengua penetraba en mi túnel una y otra vez volviéndome loca de placer.

Llegué al punto sin regreso y dentro de mí crecía el deseo de explotar.

Oleadas de placer me recorrían de pies a cabeza y …. exploté.

Me sentía mareada de placer.

En ese momento Bigman se salió de entre mis piernas y se colocó en posición de penetrarme.

Le dije: “Suave, esa herramienta tuya  es grande”.

Primero colocó la punta roja, palpitante y húmeda de esa maravillosa herramienta justamente en la entrada de mi vagina.

Frotó suavemente la entrada como asegurándose de que estuviera lo suficientemente lubricada y…. empujó, sentí como entraba esa gran masa de carne dentro de mí.

Le dije no te muevas por favor, espera en lo que mi túnel se ajusta a ti.

Esperamos un momento y luego empezó con el vaivén ya tan conocido.

Lo que lo hacía diferente era que cada vez que Bigman empujaba esa gran masa de carne dentro de mí.

Sentía que me llegaba al ombligo y que no cabía ni un pensamiento dentro de mi vagina.

Así estuvimos un rato con el placer que sentía me vine dos o tres veces más y sentía que me moría de gusto.

Bigman cada vez dejaba de bombear, me decía:  “Puñeta que rico,  si sigo me vengo. Ya no aguanto más”.

Le dije: “Vente, quiero sentir tu leche dentro de mí,  anda lléname.”

A esta orden comenzó a meter y a sacar como loco, se olvidó de lo grande y gordo que lo tenía y me rompía hasta el alma con cada movimiento.

La mezcla de dolor y placer que sentía era indescriptible, tanto que me vine nuevamente.

Bigman grito:  “Me vengo, la tengo en la punta, coge esa leche perra”.

Una vez pasado el momento, le dije nunca pensé que fueras así de súper.

Él me dijo que siempre había sentido vergüenza de lo grande que tenía la herramienta y eso lo cohibía al momento de hacer el amor.

Le dije que me encantaba y que había disfrutado mucho de su gigantesca masa.

Y le confesé que lo que me llamó la atención en el chat fue precisamente su nickname de Bigman.

De hecho ahora entiendo que es lo big en este hombre.

De más está decir que desde ese día soy amante de ese chico con gran herramienta.

Ahora quiere que lo hagamos por atrás, y les confieso que me asusta el tener semejante marrón dentro de mi culo, pero si me animo ya les contaré en otra ocasión.

¿Qué te ha parecido el relato?