Fui violado de niño
Me llamo Mario. Hace 3 años, cuando tenía 13 años, iba en el tren con mi hermano de camino a casa, ya que habíamos estado de vacaciones en casa de nuestra abuela.
Era un viaje largo, por lo que nos quedamos dormidos. Cuando paso un rato yo me desperté, y vi a mi lado a un hombre. Yo me sobresalté un poco, pero no quise darle importancia y cerré los ojos. El hombre que se había sentado a mi lado, empezó a hacercase a mi haciendo el menor ruido posible. Me empezó a acariciar la pierna. Iba con unos pantalones cortitos ya que era verano. El me acariciaba, metía su mano por dentro de mi pantalón y llegaba hasta mi trasero. Yo lo miraba de reojo, veía que sonreía, pero no se daba cuenta de que lo estaba observando. Tenía miedo, no me gustaba lo que me estaba haciendo, pero tampoco sabía lo que era. Ahora el hombre se cebó con mi trasero. Me lo masajeaba, cada vez con mas fuerza. Todo aquello cada vez me gustaba menos. Me moví hacia el otro lado para ver si así me dejaba en paz. Al girarme pude verle. Era un viejo, bastante repelente y con una barriga enorme, me daba bastante asco. El siguió. Me quitó mi chaqueta y después mi camiseta. Yo estaba abrazado a mi hermanito de 6 años.. cada vez lo abrazaba con mas fuerza. Por suerte, el estaba dormido y no se enteraba de nada. El hombre me tocaba el pecho, la espalda, también me acariaba la cara. Me pasaba sus asquerosos dedos por mis labios. Me tocaba el pelo y a veces, daba pequeños tirones. De repente, se levantó. Yo suspiré aliviado.
Ya se va- me dije a mi mismo.
Pero estaba equivocado. Oí como se desabrochaba el pantalón y como caía al suelo. Antes de acercarse a mí, se acercó a mi hermano, lo cogió y lo tumbó en el asiento de enfrente. Ahora me encontraba solo ante el peligro. El hombre se tumbó encima de mi. Me desabrochó los pantalones y me los quitó. Nos encontrábamos los dos tan solo con los calzoncillos. Yo lloraba en silencio. No se por qué, pero quería seguir haciendome el dormido. Me puso boca arriba y se quitó los calzoncillos. Se acercó a mi cara, Yo no aguanté mas, y abrí los ojos. Cuando él hombre se dio cuenta de que estaba despierto lo único que me dijo fue:
– Hola precioso, abre la boca –
Yo la abrí sin quererlo, y me metió su polla en la boca. Yo me resistía, movía brazos y piernas para que parara. Intentaba gritar pero no podía. Él me la metía cada vez mas al fondo. Se movía de abajo a arriba. La tenía muy grande y yo me estaba ahogando, creía que me iba a morir. Con mis manos, lo intentaba empujar hacia atrás pero el me las agarraba y seguía a lo suyo. Yo tosía, me daban arcadas…de todo. Luego, por fin, me la sacó. Yo me volteé mirando al suelo, pensaba que iba a vomitar. Estaba respirando muy fuerte. El me cogió y volvío a ponerme bocarriba. Yo todavía seguía exahusto por lo de antes, pero poco a poco se me iba pasando. Me dijo que se la tocara. Yo me negée.Me agarró mi mano y la puso sobre su pene y la empezó a mover de alante atrás. Yo con mi otra mano, me tapaba los ojos, pues no quería ver todo aquello, me daba demasiado asco. Comenzé a llorar, mientras procuraba no mirar aquello. El se reía. Me agarró mi otra mano, para que también lo pajeara y me agarró la cabeza para que mirara. Yo no quería, por lo que me mantuve con los ojos cerrados. Me dijo que ya sabía como se hacía y que lo hiciera yo solo. Cuando apartó sus manos, yo sin pensarmelo dos veces, aparté las mías. El hombre ya no me volvió a forzar para que lo pajeara, tenía en mente una cosa mucho peor. Me puso boca abajo y me quitó los calzoncillos. Me dijo que tenía un culo muy bonito. Lanzó un escupitajo en su pene y puso la punta en mi ano. Yo me agarraba con fuerza al asiento, sabía lo que venía, y sabía que me iba a doler. Me la metió hasta el fondo. La movía de abajo a arriba con muchisima velocidad. No estaba bien lubricado, y me dolía a rabiar. Sus huevos chocaban contra mi trasero con fuerza. Empezé a gritar como jamás había gritado en mi vida. Se movía el asiento, me estaba penetrando salvajemente. Mi hermito, que se encontraba en el asiento de enfrente, se despertó. El hombre se dio cuenta y le dijo que como se moviera me mataría. Yo respiraba con fuerza, a la vez que me caían lágrimas por la mejilla. Miraba a mi hermanito con pena, no me gustaba que viera lo que ese desgraciado me estaba haciendo. El hombre me volvío a penetrar. Yo gritaba, pegaba patadas y apretaba los puños con tanta fuerza que me hice sangre. No soportaba el dolor. Le decía que por favor parara, que no lo soportaba, pero el no me hacia ni caso. Estuvo así un rato penetrandome con mucha fuerza. De repente, paró, pero sin sacar su pene. Yo seguía llorando. Se acercó a mi cara, me apartó el pelo y me dijo – ¿te has corrido, o eso es sangre eh putito? ¿Estás sangrando? ¿Te gusta mucho ehh maricón? – Siguió y siguió. Yo ya me había dado cuenta de que estaba sangrando, lo notaba, y me desmayé. Fue un desmayo de como un minuto. Pero al despertar, había parado. Me giré y lo miré. Se estaba mirando el pene, el cual estaba manchado con mi sangre. Pasó su mano, y luego se la llevó a la boca, se la chupó y se tragó mi sangre mientras me miraba sonriendo. Después puso su cabeza a la altura de mi culo y empezó a lamerme el ano, quería dejarmelo limpio. Yo pegaba algun que otro grito de dolor, pero mejor eso, que no que me estuviera penetrando. Me puso bocarriba, abrio mis piernas, y las puso sobre sus hombros. Me levantó un poco el culo y me volvió a penetrar.
– Por favor no, no mas, me duele mucho, no lo soporto..- le decía llorando.
Esta vez, lo hizo con mas cuidado, fue una penetración mas lenta. Sabía que me había lastimado y no quería hacerme mas daño. Se acercó a mi cara a la vez que me penetraba y me dijo:
– Eres muy bonito, tienes un pelo y unos ojos azules preciosos, un culito muy apretadito, estoy enamorado de ti..
Yo no salía de mi asombro. Al cabo de un rato paró, por fin, de penetrarme. Yo estaba muy dolorido y no dejaba de pensar en mi hermanito. Me estaba viendo desnudo, llorando, con las piernas abiertas…que verguenza- pensé. Estaba siendo humillado. El hombre me bajó las piernas de sus hombros, pero las dejó abiertas. Con sus ernormes manos, me empezó a acariciar todo el cuerpo…me tocaba las axilas y el pene me dijo que le encantaban los niños que ya tenían pelo, los niños desarrollados. También me dijo que le excitaba mucho oirme gritar y llorar, que no pensara que estaba enfermo, pero que gritaba muy bien… Yo no sabía que decir, cada vez me daba más asco, no paraba de decirme tonterías. Me tocaba las tetillas, hacía que se me pusieran duras sin yo desearlo. Luego, acercó su cara a mi cuello, y empezó a darme besos. Subió hasta mi mejilla y me la lamió. LLegó hasta mis labios. Antes de besarlos los miró, luego acerco su cara lentamente y los besó. Yo no me resistí estaba traumatizado, paralizado…tenía demasiado miedo. Me seguían corriendo lágrimas por la mejilla, deseaba que todo acabara de una vez. Miré a mi hermano, estaba llorando, le daba mucha pena verme así, humillado por ese hombre. Le susurré que derara de llorar que todo pronto acabaría. El hombre se apartó, y se levantó. Suspiré pensando que todo había acabado. Cerré las piernas y encogí mi cuerpo. El hombre me dijo que me pusiera como estaba antes, yo lo hize. Vi que sacó de un bolso una cámara, me temía lo peor, que me hiciera fotos. Me dijo que abriera las piernas, que me pusiera a cuatro patas que me pusiera bocabajo…me hizo fotos de todas las posturas posibles. Yo lloraba, tenía miedo de lo que pudiera hacer con las fotos, MUCHO MIEDO. A continuación, me dio un beso en la boca y un papel en el que ponía su nombre y su edad
– Juan Francisco 56
No entendía a que venía eso, pero lo cogí y él desapareció. Fui agatas hacia donde estaba mi ropa, me vestí y guarde el papel en el bolsillo. LLegamos a nuestro destino. cogí a mi hermano en brazos, todavía asustado y traumatizado, y cuando nos disponíamos a salir del tren me paré frente al conductor con lágrimas en los ojos. Él me preguntó que era lo que me pasaba.
-¿Lo que me pasa? -pensé- ¿Como no puedes darte cuenta de lo que pasa en tu propio tren? Con los gritos que he pegado, y la cantidad de veces que he pedido auxilio, como no me puedes haber oido ni una vez. Como has dejado que un viejo abusara de mi, me robara mi inocencia, mi dignidad..- se me pasó de todo por la cabeza. Pero preferí no decir nada y salir del tren. Cuano llegamos a casa, saludé a mis padres y les di un fuerte abrazo. Les conté como nos había ido en el viaje, con una sonrisa finjida, les dije que el viaje había sido muy bueno, sin ningun tipo de problema, todo mentira claro. Le dije a mi hermano que no les dijera nada y que hiciera como si no hubiera pasado nada, que yo intentaba olvidar esta pesadilla. Le sonreí y me fui a mi habitación. Me desnudé y entré en el baño. Me apollé contra la pared y empezé a llorar desconsoladamente mientras me deslizaba por la pared hasta llegar al suelo. Hize una mueca de dolor al sentarme. Apoyé la cabeza sobre mis rodillas y rodeé con mis brazos todo mi cuerpo. Vi que estaba allí el peluche favorito de mi hermano. Lo cogí, lo miré, y lo abrazé. De alguna manera me hacía sentirme mejor. Cuando dejé de llorar bajé al salón a deshacer la maleta y a continuación, a cenar. A la hora de dormir, me acosté pero no me dormí. Estuve toda la noche llorando y pensando. A veces me daban ataques de rabia, a veces pensaba en matarme…se me pasaba de todo por la cabeza. Me levanté de la cama, me desnude completamente y entré en el baño. Me paré frente al espejo a ver mi cuerpo. No entendía que pudo ver ese hombre en mi, en mi cuerpo de niño.
A la mañana siguiente, temprano, llamaron al timbre. Como mi padre no contestaba, ya que estaría escuchando la radio, yo, me dispuse a abrir. ¿Cuál fue mi sorpresa? En la puerta de mi casa, estaba el desgraciado que me había violado. Yo con el miedo en el cuerpo y con la voz entrecortada, le pregunté que hacía alli. Antes de que me respondiera, apareció mi padre, le dio un fuerte abrazo, como si fueran amigos le invitó a pasar y empezaron a hablar. No lo puedo creer…me decía a mi mismo. Mi violador es amigo de mi padre… decidí seguirlos, fueron a la cocina a hablar. Yo los escuché pero parece que solo hablaban de fútbol. El hombre, le dijo a mi padre que iba al baño un momento. Yo me aparté de ahí y el hombre salió de la cocina. Al verme de nuevo, me sonrió.
– ¿Cómo estás Mario? ¿Te gustó lo del otro día? ¿Te has quedado con ganas de más?
– Me puse a llorar y salí corriendo de ahí, pero resuta, que lo peor no había pasado…
Si les ha gustado pida la continuación, la segunda parte!! 🙂 un beso!