Pegging, maravillosa experiencia I
Luego del trío con mi pareja y mi amigo, por esas cosas de la vida, las visitas se fueron cortando. Él cambió de trabajo, lo que le tenía más ocupado; y algunos meses después nosotros fuimos a vivir a otra ciudad mucho más lejos. Sin embargo continuamos en contacto virtual.
Inmediatamente después del trío, mi pareja incorporó nuevos juegos a nuestras relaciones sexuales.
Primero tímidamente. Me frotaba el culo con los dedos en los juegos preliminares, y luego me metía un dedo mientras follábamos. Y siempre insistía preguntándome si me gustaba… Y por supuesto que me gustaba!
Luego me sorprendió metiéndome un plug anal justo antes de follar, y me lo mantenía insertado hasta acabar.
Pocos días después me volvió a sorprender; ella había conseguido un consolador anal, delgado y largo. Me hacia acostar boca abajo, se ponía detrás mío, y jugaba con el consolador en mi culo; lo frotaba por mi ano, lo hacía entrar un poco, lo quitaba y volvía a frotarlo, luego lo metía más… hasta meterlo completamente. Luego se acercaba a mi oído y me preguntaba si estaba disfrutando (Y vaya que lo disfrutaba!)
Pero la mayor sorpresa llegó unas semanas después.
Habíamos follado muy rico, yo con el plug anal insertado en mi culo. Apenas después de acabar, me pidió que me ponga en posición del perrito; obedecí, seguía con el plug en mi culo.
Ella se puso detrás, me quitó el plug anal, y se puso a jugar en mi culo. De pronto siento pasar su lengua por la zona, en un momento me estaba comiendo el culo. Sentir su lengua en mi ano era sumamente excitante. Lo hacía con paciencia, tomándose su tiempo…
Me tenía en el cielo, pero se apartó. Me quedé inmóvil esperando a que continuase, pero hubo una pausa, no muy larga pero me pareció una eternidad; sabía que estaba detrás mío porque notaba que se movía, pero no sentía su contacto.
Entonces me tomó por la cintura y sentí apoyar algo en mi culo. Lo movía de arriba abajo, frotando el objeto mi ano. Soltó un momento mi cintura, y aproveché para girar la cabeza y ver que sucedía.
Se había puesto un arnés, y de entre sus piernas, insertado en un anillo del arnés, surgía un consolador de silicona… Yo en posición de perrito, y mi chica detrás mío, con un pene erecto surgiendo de entre sus piernas, color piel, y de unos 15 centímetros de largo por unos 3 centímetros de ancho…
Lo estaba lubricando cuidadosamente, parecía que se estaba masturbando. Me miró con lujuria, manteniendo fija la mirada en mis ojos. Sentí cómo me aplicaba lubricante en el culo, aprovechando para meterme un dedo.
– ¿Te gusta, putito? – me preguntó, sin apartar la mirada y jugando con su dedo en mi ano. Yo solo suspiré.
– ¿Querés que te rompa el culo? – preguntó. Volví a suspirar.
Me dio una nalgada con ganas.
– ¡Pedíme! – exclamó.
– ¡Rompéme el culo! – exclamé yo.
Me tomó por la cintura y sentí apoyar la punta de su pene de silicona en mi culo. Se fue abriendo paso lentamente, hasta que lo pude sentir completamente dentro de mí.
Al principio sentí un leve dolor, pero pronto se convirtió en placer. Ella empezó a moverse, me estaba follando con ganas.
– ¿Sos mi putito?, ¿Te gusta cómo te rompo el culo? – me preguntaba, dándome de vez en cuando alguna nalgada.
Va a sonar cómico, pero parecía que me chica nunca había cogido (como hombre), porque me estaba dando con ganas.
Deslizó las manos hasta mi pecho y me pellizcaba los pezones. Luego me pajeaba.
Mi verga no estaba del todo dura, pero sentía como latía. Parecía que iba a estallar… hasta que de pronto empezó a brotar leche, la corrida parecía interminable.
Mi chica bajó el ritmo, hasta quedar inmóvil. Se acercó hasta mi oído y me preguntó «¿Y putito, te gustó como tu macho te rompió el culo?», y me mordió la oreja.
Me quitó el pene de silicona lentamente de mi culo, haciéndome sentir un vacío en mi interior.
Caímos los dos exhaustos en la cama.
Fue la primera experiencia de muchas, y fue como incorporamos el pegging en nuestra relación. No lo hacíamos cada vez, pero sí con frecuencia.
En otros relatos contaré algunas experiencias más en relación a esta práctica, que es sumamente recomendable en la relación de pareja (o no justamente con la pareja…)