¿Por qué todos te miran así, si eres un ser humano al fin y al cabo?- Isela murmuró a media mañana, parada delante de la ventana, observando al vagabundo que dormía en la acera de enfrente.
El pequeño Memo duerme tranquilo de saberse amado por sus padres, aún que Guillermo, su padre estaba de viaje por trabajo, el sabía que era algo rutinario, su papá salía de viaje con mucha frecuencia, se iba por 2 o 3 días y regresaba con regalos para el.
Memo, un niño de tan solo 5 años, se encontraba jugando tranquilamente en su cuarto, sumido en un mar de bloques multicolores. Había construido una torre impresionante y anhelaba compartir su logro con su mamá, Isela.
Memo era un niño inquieto de 5 años, lleno de vida y con una imaginación desbordante que le hacía ver aventuras en cada esquina de su hogar. Su mamá, Isela, era una hermosa mujer que se reía a carcajadas con la sencillez de un niño, y su papá, Guillermo, un gran aficionado al fútbol...
La Casa de la Cultura de Teocaltiche palpitaba al ritmo frenético de la música folclórica. Isela, una chica delgada pero con un cuerpo de impacto –chichis turgentes y un culo que prometía – bailaba con una gracia que te dejaba sin aliento.