Un buen día mi novia, con la que tengo unas excelentes y completas relaciones sexuales me planteó un deseo «oculto» de su hermana mayor.
Cuando digo que nuestras relaciones son completas quiero decir que poseo a mi libre gusto todos los agujeros penetrables de mi novia y lo hago de la forma que más me gusta y además ella lo acepta con suma docilidad.
Sentirse dominada y muchas veces maltratada le produce gran placer.
Por lo tanto el sadomaso entra de lleno en nuestros encuentros, nos es ya muy difícil tener sexo sin, como mínimo, «regalarle» alguna azotaina sea con látigo o fusta en sus nalgas o muslos.
Pero vayamos al deseo de su hermana; éste no es otro que ser penetrada por el ano, cosa que me sorprendió muchísimo ya que esta chica, que ya tiene 49 años y que es separada, había manifestado que se lo pasaba muy bien con su actual novio en la cama.
Mi novia dio varios rodeos antes de llegar al tema y finalmente me dijo.
«Estoy dispuesta a que tú le hagas ese favor, tú lo haces muy bien y si quieres lo puedes hacer sin dolor o con algo de ese dolor que a cualquier mujer le debe encantar»
«Pero solo uno vez, para que lo pruebe y luego se lo pida a su novio y además solo la penetrarás por el ano»
Me hice rogar explicando que era algo totalmente inesperado para mí y al final después de su mucha insistencia, le respondí:
“Si es sólo una vez no lo haré, deben, por lo menos, ser dos penetraciones por el culo, si tú quieres en la misma sesión, y no la penetraré por ningún otro sitio»
Mi novia aceptó y a la tarde siguiente se presentaron las dos en mi casa. Su hermana llevaba unos altos y finos tacones y medias negras.
Le pregunté si estaba dispuesta y me respondió:
«Tengo unas ganas locas»
“Y, ¿cuál es tu papel?», le pregunté a mi novia.
«Me quedo viendo la tele mientras le das por culo a mi hermana y luego ella se va y me follas a mí», me respondió.
Dicho y hecho, nos fuimos a mi dormitorio y le ordené desnudarse. Venía con un minitanga y un minisujetador, ambos negros, de los cuales rebosaban unas caderas, unas nalgas y unas tetas abundantes, hermosas y tremendamente sensuales.
Se los quité y le dije: » Túmbate en la cama»
Lamí sus orejas y sus pezones hasta calentarla al máximo. Me suplicó: «Penétrame, por favor, no me hagas esperar»
Le levanté las piernas, las apoyé en mis hombros y dirigí mi glande a su ano, que había untado con saliva, la penetré despacio, muy despacio, hasta metérsela entera y luego empecé a bombear cada vez con más fuerza mientras le mordía los pezones, no rechisto, solo pedía :»Follame más, no pares, ábreme el culo, no te corras todavía»
Fue una enculada larga, profunda y deliciosa.
Nos lavamos y fuimos a saludar a mi novia. Abrimos una botella de champagne y después de un par de copas, ella y yo regresamos al cuarto.
«Esta vez será diferente, te la meteré sin contemplaciones, para que te duela y en otra posturita”. Ponte de rodillas en el borde de la cama, con las piernas bien abiertas»
Me puse de pie por detrás, agarré sus nalgas y la penetré de golpe, soltó un reprimido chillido. Sin darle tiempo machaqué su ano, mientras le daba palmetazos cada vez más fuertes en sus nalgas y muslos.
En un momento que paré los golpes suplicó: “No pares, pégame más»
Al acabar me dijo: «Me has dejado el culo destrozado por dentro y por fuera, pero no imaginaba que me gustaría tanto»,
Después de lavarnos y al pasar frente a ella que se ponía las medias, me agarró la polla y me dio un beso en la punta, me detuve y se la metió en la boca y la chupeteó con fruición
«Es deliciosa», me dijo. En aquel momento oímos a su hermana acercarse y nos separamos.
«¿Qué que te ha parecido mi novio? Y ¿qué tal tu ano?
«Tu novio es una maravilla y mi ano está destrozado, me acordaré de él durante días»
«Hazte una paja en mi honor cuando te acuerdes», le dije.
La hermana de mi novia se fue y pasamos una tarde normal en nuestros juegos habituales.
Al cabo de unas semanas, para mi sorpresa, me llamo la «hermanita» novia para invitarme a almorzar, «En agradecimiento», me dijo.
Me pidió que ordenara el vino que más me gustara y cuando habíamos acabado la primera copa, me dijo que no debía decirle a su hermana que me había invitado a almorzar y menos lo que me quería decir a continuación.
“Lo he probado con mi novio, pero o no sabe o no le gusta, es un desastre y lo necesito como el aire que respiro, necesito ser enculada»
«Bueno pues búscate a otro o cambia de novio», le respondí
“Eso es lo que estoy haciendo en este preciso instante», «enculame, te lo suplico»
Azorado le dije: “No ves que no puede ser, es una locura… ya fue una locura estrenártelo, no voy a seguir»
Me suplico: » Solo una vez, o unas pocas veces, cuando tú quieras y como quieras»
«¡¡¡No!!!»
«Mira los lunes y martes tú estás siempre solo, voy a tu casa y lo hacemos»
Vi que no podría quitármela de encima y decidí tomar ventaja, «De acuerdo, pero te poseeré como quiera y por donde quiera y aceptarás ser mi esclava, serás azotada, castigada y torturada para darme placer, siempre que yo te lo pida; jamás deberás pedírmelo ni pedirme nada, como premio alguna vez te daré por el culo». «Y jamás tu hermana lo sabrá»
«Te lo prometo, hazme lo que quieras, pero enculame, te lo suplico»
Comimos y nos despedimos con un beso, » Te espero a las siete y media y ya sabes cómo debes venir vestida»
En punto llegó y vestida como la primera vez.
«Bien vamos a empezar, quítate el vestido y déjate el tanga, el sujetador, las medias y los zapatos». Para su sorpresa le puse el collar y la correa que uso con su hermana y le ordené ponerse de rodillas y con las manos sobre la cabeza y tirando de la correa la lleve a la sala, ahí le tapé los ojos y lo ordene ponerse en pie, saqué sus pechos de sujetador y apreté con intensidad sus pezones, gimió y le dije: “Si no puedes resistirlo, esto es solo el principio, así que me lo dices y te largas», «No quiero una palabra, habla cuando te dé permiso o cuando te pregunte»
Agarré de nuevo sus pezones y les puse una pinza de la ropa en cada punta, no chistó, pero se ladeó, retorciéndose de dolor.
Le puse las manos sobre el respaldo de una silla y le ordené poner las piernas hacia atrás y bien abiertas, acaricié sus nalgas y muslos con mi látigo de 9 puntas y al cabo de nos instantes empecé a descargar fuertes zurriagazos en sus hermosas carnes, después de unos 20 minutos de latigazos su culo y muslos estaban completamente rojos, le pregunté si le dolía y dijo, tímidamente: «Mucho».
«Bueno, voy a darte la última docenita en las partes más sensibles o en aquellas que veo más doloridas y enrojecidas». Así lo hice y aguantó muy bien.
«Ahora tendrás tu premio, arrodíllate y chupa mi polla, sin tocarla con las manos, hasta que me corra»
Cuando empezó a chupar tiré de las pinzas de sus pezones y se retorció de dolor, los agarré entre mis dedos y los tenía duros, hinchados y rojos como fresones, parecían a punto de estallar, los acaricie entre mis dedos humedecidos en saliva y por sus lengüetazos parece que me lo agradeció.
Es una maestra, me mamó divinamente y se comió mi leche con deleite, al acabar solo dijo tímidamente: “Muchas gracias»
«Levántate y quítate la máscara, vamos a disfrutar de una copa de champagne, puedes hablar, cuéntame como te has sentido»
«No tengo palabras, solo mira mi tanga y mi entrepierna, estoy inundada, jamás podía soñarlo; sé que no debo pedirte nada, pero cuando me pegabas, soñaba con que acabarías enculandome, sin embargo el otro día me quedé con las ganas de mamártela», «Soy tuya, poséeme a tu antojo»
«Esto es solo el principio, luego seguimos»
Pero eso ya será otra historia….