Capítulo 2

Capítulos de la serie:

El adiestramiento de Mónica II

Capítulo 2.- Sufriendo el entrenamiento

Inclinándose hacia adelante, Mónica, presa del pánico, mira a la rubia… Su corazón late con fuerza, su cuerpo desnudo tiembla y sus pechos también… Ella continúa de puntillas, sus muñecas atadas y los codos arqueados detrás de su cuello.

Una vez más, la gente está completamente en silencio, esperando… La Dom mira hacia arriba… ¿Dónde debe golpear?… ¿En sus tetas, en su coño o en ambos sitios?

– “¡Última oportunidad!… ¡Dile a la gente dónde quieres que te golpee!”

Mónica murmura con lágrimas cayendo por sus mejillas:

– “¡En las tetas, mi Ama!”, gime, mientras las lágrimas continúan cayendo ahora sobre sus pechos temblorosos y mira suplicante al grupo de personas.

Sin decir una palabra, la Ama levanta la mano derecha, extiende los dedos y presiona el esternón de Mónica hacia el interior de su pecho derecho, lo que lo obliga a hincharse hacia su axila… La areola se estira y la yema del pezón se engrosa.

– “Golpea en la ​​parte exterior de la teta… ¡Desde la punta del pezón a través del globo exterior!… ¡Comienza con un buen golpe!”, ordena la Dom con calma, mirando a la rubia y asintiendo con la cabeza hacia el pecho de Mónica.

Los ojos de Mónica se abren de par en par, olvidándose de nuevo de la gente, mirando de la Dom a la rubia y luego a su pecho… De vuelta, vuelve a mirar a la Dom y gime, moviendo lentamente la cabeza de un lado a otro.

La rubia, con una sonrisa maligna, vuelve a mirar a Mónica y mueve la caña de bambú hacia atrás.

‘¡¡Swish!’… ‘Thwack !!’

– “¡¡Aaaggghhhh!!

Dejando escapar un fuerte gemido, el cuerpo de Mónica se retuerce, su pie izquierdo abandona el suelo mientras siente el escozor abrasador a través de su tierna carne.

Agarrando la base del pecho y apretándolo con su mano, la Dom obliga a Mónica a quedarse quieta.

– “¡Silencio!… Veamos cómo ha quedado.”

La Dom habla en voz baja mientras se inclina a inspecciona el verdugón rojo brillante que ya se ve a través de la temblorosa y reluciente piel de la teta derecha… La marca incrustada del bastón se extiende desde el exterior de la axila de Mónica, y a través del globo redondeado, termina contra el lado exterior del pezón hinchado.

– “Está muy bien… Ahora otro a través del pezón, pero un poco más abajo… No desde la axila”, le ordena la Dom, mirando a la rubia, mientras le vuelve a coger el pecho desnudo empujándolo hacia un lado.

– “¡Sí, Ama!”, responde la rubia, obviamente excitada, mientras la caña de bambú retrocede.

– “Oooh… Nooo… ¡Noooo!”, suplica Mónica retorciéndose, mientras trata de recuperar el aliento.

‘¡¡Swish!’… ‘Thwack!!’

– “¡¡Aaaaaggggggghhhh!!”

Otro bastonazo, otro grito aún más largo… De nuevo, el cuerpo de Mónica se retuerce, se sacude, brilla con la transpiración mientras sus piernas, los músculos de los muslos se tensan y su pecho arde de nuevo.

Mónica, mirando fijamente a través de sus ojos vidriosos hacia la Dom, gime:

– “¡Oh, Dios!… ¡Eso duele mucho!… ¡Qué mal!

Una vez más, la Dom ignora la súplica… De nuevo mira el segundo verdugón enrojecido.

– “No está mal… Te felicito por el golpe”, le dice mirando desde el verdugón a la rubia, cuya raya roja cruza desde la areola hasta justo debajo de la primera raya roja.

– “¿Lista para otro golpe?” pregunta la Dom, sin dejar de mirar de cerca el par de verdugones en la carne de las abultadas tetas de Mónica… Luego, mira hacia las lágrimas de Mónica y hacia los ojos excitados de la rubia.

– “¡Noo!… Oooh… Noo… ¡Nooo!”, balbuceó Mónica con las lágrimas cayendo por sus mejillas, mezclándose con moco que le sale de sus fosas nasales.

– ¡Por supuesto, Ama… Estoy preparada!”, le dice la rubia mientras levanta la caña de bambú, pensando para sí misma lo excitada que está por la oportunidad de azotar esas grandes y perfectas tetas, de lastimar a esa perra que tiene a todos comiendosela con los ojos.

Echando un vistazo a la gente todavía silenciosa, pero obviamente aprobando el castigo, la Dom vuelve a apretar su agarre, señalando hacia la punta del pezón de Mónica y vuelve a mirar a la rubia, diciéndole:

– “Ahí, justo a través del pezón… Da el golpe en todo el pezón y la areola, hasta la punta de mis dedos… ¡Vamos… Golpea fuerte!”

– “¡Sí, Ama!… Así será”, reconoce la rubia, mirando hacia los ojos hinchados y enrojecidos de Mónica.

Los ojos de Mónica se cruzan con los de la rubia… Trata de contener la respiración y su estómago aplanado se hunde debajo de su caja torácica.

‘¡¡Swish!’… ‘Thwack!!’

– “¡¡Aaaaaggggghhh!!”

El sonido de la caña de bambú flexionada cortando el aire, el gruñido de Mónica mientras contiene la respiración, el bastón aplastándose contra la carne desnuda, el largo y lastimero grito de Mónica, todo llena la gran estancia en un orden rápido pero secuencial.

La Dom, suelta su agarre justo cuando el bambú hace su marca en el pecho… Retrocede un paso hacia la rubia mientras Mónica gira hacia adelante y hacia atrás, casi un círculo completo.

Con los pechos balanceándose, Mónica gime mientras su pecho torturado palpita con cada golpe recibido… Sólo un rastro de un fluido amarillento brillante gotea por la parte interna del muslo… Todo el grupo observa, paralizado, casi asombrado, cómo el perfecto y redondo globo mamario está siendo golpeado salvajemente.

– “¡Oooohh… Dios… Dios… Dios!”

Mónica, gime, tratando de recuperar el aliento… Lucha por permanecer de puntillas ajena a la gente… Mira hacia abajo con los ojos muy abiertos, para ver sus pechos balanceándose y temblando… También para ver la tercera roncha dolorosa que recorre completamente su pezón.

La Dom sonríe, da un paso atrás y agarra el pecho izquierdo de Mónica con su mano izquierda, se lo aprieta y dice:

– “¡No olvidemos esta teta!… ¡Hazle lo mismo!”

Le dice con calma la Dom a la rubia, mirando su vestido casi transparente y notando que sus pezones están duros, hinchados, empujando contra el sostén debajo de la tela de gasa.

– “¡Sí, Ama!… ¿Quiere decir tres golpes más, Ama?”, pregunta la rubia, colocándose rápidamente frente a Mónica.

– “¡Sí, tres más, como en la otra teta!… ¿Verdad esclava?”, le pregunta a Mónica mirando hacia sus ojos hinchados, mientras la Dom asiente lentamente.

– “Aaah, Ama… Oooh… ¡Por favor!… ¡No me pegue más!” suplica Mónica, gimiendo y sintiendo el increíble dolor a través de su pecho con cada respiración entrecortada… La Dom la ignora y vuelve a mirar a la rubia.

– “¡Estoy cansada de que esta perra lloriquee!… ¿No lo crees?”, le preguntó la Dom con sarcasmo y lo suficientemente alto para que todos la escuchen.

– “Sí… ¡Sí, Ama!… ¡Ella gime demasiado!”, respondió la rubia mientras agitaba la fusta de un lado a otro en su mano.

– “Me alegra que estés de acuerdo… Ahora quítate el sujetador… ¡Y méteselo en la boca!” le dijo la Dom sonriendo mientras alargaba la mano y le cogía la fusta que tenía en su mano.

– “¿Mi sujetador en su boca?”, le preguntó la rubia sorprendida.

– “¡Sí!… ¡Quítatelo y méteselo en la boca!… Luego átale tus bragas para sujetarlo… ¿Entendido?… ¡A menos que, por supuesto, quieras ocupar su lugar!”, le gritó la Dom mientras volvía a mirar a Mónica.

– “¡Sí!… ¡Quiero decir que no quiero ocupar su lugar, Ama!”, tartamudeó la rubia mientras miraba hacia la gente presente… Su Ama, de pie con las otras parejas, apenas pudo ocultar una sonrisa.

La rubia, cruzando los brazos frente a ella, alcanzó el interior de la parte superior del vestido sin hombros, se soltó el sostén y lo deslizo sobre sus pechos para al poco sacarlo a la vista de todos… A continuación, metió las manos y deslizó su tanga hacia abajo sobre sus muslos desnudos, se inclinó, sacó la tanga por sus tobillos, mostrando su vagina bien afeitada.

– “¡En su boca!… ¡Haz que Mónica abra la boca de par en par!”, ordena la Dom a la rubia.

– “¡Sí, Ama!”, responde la rubia, comenzando a presionar el sostén en la boca Mónica para metérselo allí.

– “¡Esclava, abre más la boca… Ábrela más!”, exige la Dom mientras la rubia mete todo lo que puede de su sujetador dentro de la boca de Mónica.

– “¡Mmmuuphhh!”, gruñe Mónica mientras siente la tela del sujetador llenando su boca.

Dando un paso adelante, la rubia ata sus bragas alrededor de la boca y el cuello de Mónica… Mientras, sus pechos se balancean, apenas cubiertos por su escotado vestido y son visibles para todos.

– “Está bien”, dice la Dom mientras camina hacia el frente del podio, y de nuevo coge el pecho izquierdo de Mónica, dándole la caña de bambú a la rubia y le ordena:

– “¡A través del pezón!… ¡De la misma manera que el otro pezón!”!

La rubia alarga la mano, coge la caña de bambú y mira el pecho de Mónica mientras la Dom estira esa carne de teta como lo hizo con la otra.

‘Swish’… “Thwack!”

– “¡Aaaaggh!”, grita Mónica a pesar de llevar la boca llena con la tanga.

Todo coordinado… El susurro de la fusta que se flexiona y el grito ahogado de Mónica cuando le golpea su pecho.

– “¡Bien!… ¡Bien!”, sonríe la Dom y echa un vistazo a los pechos de la rubia que se balancean mientras Mónica se sacude, se retuerce y una raya roja atraviesa su abultado pecho.

– “¡Otro!… Empareja el otro pecho con otra raya”, ordena la Dom mientras presiona el pecho hacia afuera.

‘Swish’… “Thwack!”

– “¡Aaaaaaaagggggh!”, vuelve a gritar Mónica.

El golpe de la caña bambú es muy doloroso y Mónica sacude su cuerpo y se retuerce en el podio.

El corazón de Mónica late con fuerza… El ardor de ambos pechos aumenta con cada golpe de vara.

Apenas puede respirar… Siente que está al borde de la hiperventilación… La obstrucción de sus fosas nasales por la mucosidad, gotea y se mezcla con la saliva que sale de las comisuras de sus labios estirados.

– “¡Uno más!… Pégale a lo largo del pezón, en línea recta”

Una vez más, la Dom, con una mano empuja el pecho de Mónica hacia afuera y palpa su pezón obligándolo a ponerse duro mientras con la otra mano le acaricia su entrepierna.

La rubia, excitada, levanta su brazo izquierdo, balancea la caña y descarga el golpe.

Girando la cabeza y entrecerrando los ojos, Mónica muerde el paquete de tela en su boca, anticipándose al dolor que recibirá.

‘Swish’… “Thwack!”

– “¡Gaaaaaaaaaddddddd!, gruñe Mónica de dolor, mientras la Dom suelta su agarre y observa sonriendo como ella se vuelve a sacudir y se retuerce en el podio… Las lágrimas le caen por las mejillas y un pequeño chorro de orina cae sobre el podio a través de sus temblorosos muslos.

La Dom coge de la mano de la rubia la caña de bambú y le dice:

– “¡Buen trabajo!… Ahora, regresa con tu Amo.”

– “Sí, Ama”, responde mirando hacia los pechos torturados de Mónica… Luego, mira más hacia arriba, hacia su rostro, y sonríe sarcásticamente al ver su expresión de dolor… Vuelve a mirar hacia abajo, entre los muslos temblorosos y húmedos, y ve el charco de pis en el suelo.

Una vez que la rubia ha bajado del podio, la Dom inspecciona los pechos de Mónica, balanceándose y agitándose… En su superficie se ven claramente un trío de ronchas rojas en cada pecho, como resultado de los varazos que le han dado.

La Dom, dando un paso directamente detrás del podio, deja que la punta de la caña de bambú se deslice por las nalgas redondeadas de Mónica, golpeando una y luego, la otra.

– “Date la vuelta, déjales que todos te vean el culo”, le ordena la Dom mientras desliza la caña lentamente hacia arriba y hacia abajo por el muslo izquierdo de Mónica.

Obedeciendo, Mónica se gira manteniendo sus ojos hinchados de tanto llanto… El dolor es casi insoportable mientras sus pechos palpitan con cada latido… Casi sin poder respirar, jadeando, siente que la tela metida en su boca le atraganta la garganta y se le tapan las fosas nasales.

Al dejar la caña de bambú, la Dom coge ahora la cadena y la sujeta a la anilla de su coño húmedo… Subiendo al podio, desabrocha la cuerda del cuello de Mónica y saca el sostén de su boca, las hace una bola en su puño y las refriega un par de veces por todo su cuerpo.

– “¡Creo que esto es suficiente, por esta noche!… ¡Lo hiciste bien para empezar!… ¡Especialmente tu actitud!… ¡Espero que hayas aprendido una lección valiosa sobre volver a mentir!”, le susurra la Dom a Mónica, añadiendo:

“Ahora ven conmigo… Puedes bajar.”

A continuación, la Dom se aleja de nuevo de Mónica y se dirige al grupo de gente que estaba viendo el castigo y les dice:

– “Estáis todos invitados a volver para observar su progreso.”

Llevándola hacia la puerta con la correa estirada, el grupo se aparta lentamente para dejarlas pasar… La Dom, sin detenerse, le entrega el sujetador y las bragas a la sorprendida rubia, que sonríe y asiente, agradecida.

Siete días después Mónica se encuentra mirándose a sí misma en el espejo de pared, en la suite privada de su Dom… Ella no puede creer que esté vestida con un traje de Dom escandalosamente sexy, todo de charol negro con tacones de aguja de 12 centímetros.

Dándose la vuelta, mirando, inclinándose, está gratamente sorprendida de lo increíblemente atractiva que la hace lucir este atuendo… Cintura minúscula, pechos forzados hacia arriba, apenas cubiertos, ya que en realidad se ven los bordes superiores de sus areolas… La parte inferior de sus nalgas también igual de expuestas.

Lo termina, el pelo recogido con fuerza, estrictamente hacia atrás, en una cola… Maquillaje perfecto… Puede sentir la humedad entre sus muslos mientras se lame los labios rojos brillantes.

– “¿Lista, Mónica?… Te veo muy bien… Me gusta”, le dice la Dom, abriendo la puerta mientras le hace una señal a Mónica para que gire en círculo.

– “Sí … ¡Sí, Ama!”, responde Mónica, sin saber si debe sonreír o qué, mientras se gira lentamente.

– “¿Cuánto tiempo han pasado desde que te estoy entrenándote, un par de meses?”, pregunta la Dom, extendiendo la mano, ahuecando los pechos de Mónica, ajustando su corsé, tirando de él, enderezándolo.

– “¡Ahí, perfecto!”

Mira fijamente a los grandes ojos marrones de Mónica y lentamente niega con la cabeza, diciendo:

– “¡Mónica, debo admitir que te ves impresionante!… ¡Podría ahora mismo desnudarte y trabajar cada centímetro de ese magnífico cuerpo que tienes!… ¡Maldición!… ¡Tengo que admitir que me lo voy a perder!

Sonrojándose, bajando los ojos, Mónica puede sentir el cosquilleo en su interior, solo pensando en las posibilidades, en la semana que pasó aquí, con el entrenamiento.

– “¡Gracias, gracias, Ama!”

– “¡De todos modos, ven conmigo que tengo una sorpresa para ti!”, !e dijo la Dom, volviéndose y suspirando.

– “Sí, Ama”, responde Mónica, reflexivamente espera que ella dé un par de pasos y la sigue obedientemente.

La Dom lleva a Mónica a través del laberinto de pasillos y al final se detiene frente a una puerta de metal con una ventana de barra de hierro abierta… Mónica, con un dejo de nerviosismo, lo reconoce fácilmente… Las primeras noches de su entrenamiento las había pasado en la habitación de al lado.

Señalando entre las barras y sosteniendo su dedo índice en un signo de silencio en sus labios, la Dom se hace a un lado y deja que Mónica mire a través de la ventana.

Echando un vistazo hacia adentro, Mónica se da cuenta de que la celda tiene otra ocupante angustiada.

Mónica puede ver que está desnuda, amordazada por la pelota y luchando en una posición difícil para ponerse de puntillas en el mismo taburete que le resulta a ella familiar.

Con la cabeza colgando hacia atrás, prácticamente suspendida por sus pechos por un par de cuerdas estiradas, crujen hacia abajo desde el techo… Ella se balancea sobre las puntas de los pies, se retuerce lentamente y su rostro se hace visible desde la puerta.

Mónica necesita una segunda mirada para darse cuenta de que se parece a la rubia que tan agresivamente la azotó frente a los invitados de la Dom, su primera noche aquí.

Al darse cuenta de la reacción de Mónica, la Dom le susurra:

– “Pensé que te sorprendería gratamente… Recuerdas haber conocido a Amy antes, ¿verdad?… Sin embargo, ahora se ve un poco diferente, ¿no es así?… Siempre la he considerado mi sumisa más guapa… Por supuesto que eso fue antes de que tú vinieras.”

Dejando que su mano descanse en el pomo de la puerta, asintiendo con la cabeza, le susurra de nuevo a Mónica:

– “Su Amo está en un viaje de negocios al extranjero… Quiere que yo haga de ‘niñera’ mientras él no está… Ven conmigo, Mónica.”

Al entrar en la celda detrás del Dom, caminando hacia el taburete, Mónica puede sentir su corazón latiendo un poco más rápido mientras piensa que se pone en lugar de la rubia… Tampoco puede evitar notar un mobiliario adicional en la habitación, una pequeña tina llena de salmuera que contiene una variedad de bastones en remojo.

Volviéndose hacia el taburete, Mónica mira más de cerca a la víctima, de puntillas, con las intrincadas ataduras… Fascinada, la mira empezando de la cabeza a los pies… Empieza en su pelo bien envuelto en un moño… Un anillo rojo brillante que estira su boca… Sus hombros doblados hacia atrás… Pechos hacia afuera, hinchados y estirados hacia el techo por la cuerda… Estómago hueco, músculos de la pantorrilla tensos y estirados… Y, por supuesto, de puntillas.

Sudando mucho, reluciente por haberle untado su cuerpo con aceite corporal, parece haber estado luchando durante algún tiempo.

– “Bueno, ¿qué te parece mi obra?

Absorta, Mónica se sobresalta, sorprendida, por la broma de la Dom.

Extendiendo la mano, agarrando uno de los pechos atados, abultados y amoratados, al nivel de los ojos frente a su cara, dice la Dom:

– “Adelante… ¿Quieres agarrar ese otro?… ¿Sientes lo difícil que es?… ¡No creo que le importe!”, asintiendo con aprobación hacia el otro pecho de la rubia.

– “Sí … Sí, Ama… ¡Sí, lo hago!”, responde Mónica, dando un paso ansiosa por el otro lado del taburete.

– “Amy, mira a Mónica… Dile que tiene tu permiso para hacer lo que quiera con esa teta… ¿Me escuchas?”, le dice la Dom burlándose mientras se inclina y mira a los ojos hinchados de la rubia.

– “Sí… Sí, Ama”, responde gimiendo la rubia lo mejor que puede a través del anillo tórico que estira sus labios.

Mirando suplicante a Mónica, apenas comprensible, murmura:

– “¡Por favor, haz lo que quieras con mis tetas!… ¡Lo que quieras!”

– “¡De verdad!… ¿Dijiste lo que sea?… Así será”

Mónica prácticamente gruñe, sintiendo una prisa por empezar, escuchando los continuos gemidos de Amy.

Deslizando su mano izquierda a través, alrededor de la otra teta redonda, sólida y violácea de la rubia, se sorprende de lo fría, húmeda y resbaladiza que es al tacto, tan fuertemente atada con la cuerda.

Mirando hacia los ojos hinchados y llenos de lágrimas de Amy, su uña raspa el pezón prácticamente plano… Recuerda sus propios pechos, agitados por Amy esa primera noche en la que ella estaba así.

La Dom se da cuenta y sonríe… Le dice con total naturalidad:

– “Veo que sin duda recuerdas el entrenamiento que ella le dio a tus tetas… ¡Es hora de vengarse!… Mira más de cerca… ¿Ves lo planos que están los brotes de sus pezones contra esas areolas estiradas?… Tócalos y haz que se pongan tiesos”

– “Sí, Ama”, responde Mónica.

Una leve sonrisa se muestra en su rostro, mirando sádicamente hacia las estrechas rendijas de los ojos hinchados de la rubia, mirando hacia atrás, apenas visibles a través de sus lágrimas y las babas que brotan del anillo que estiran sus labios en un círculo perfecto.

Poniendo la palma de su mano derecha sobre el culo sudoroso de la rubia, Mónica puede sentir el temblor de las caderas mientras forma su propio círculo con el dedo índice y el pulgar de su mano izquierda y presiona hacia adentro, sintiendo la carne gruesa del pezón contraerse entre las puntas de sus dedos y uñas.

– “¡Ooooohh!”

Se escuchan los primeros gemidos que brotan del anillo torico, junto con una buena cantidad de saliva babeante.

– “Mónica, puedes hacerlo mejor que eso… ¡Dale un buen giro, así, mientras lo pellizcas!… ¡Mira!”, le instruye la Dom.

Mónica observa, casi paralizada, cuando las uñas del Dominante se clavan más profundamente en el otro pezón de la rubia, pellizcando y retorciéndolo, mientras lo estira sin piedad.

– “¡Uuuuummmaaagghh!”

Un chillido gutural llena la pequeña habitación mientras la rubia se retuerce y se sacude, de un lado a otro.

Sus dedos de los pies de Amy apenas pueden mantener contacto con la superficie del taburete que se tambalea… Su cabeza se echa hacia atrás y su rostro angustiado queda más abajo que sus pechos tortuosamente atados.

Otro pellizco sádico y sus hombros severamente arqueados se mueven, girando por encima de sus codos y muñecas atados.

La mano de Mónica se endurece, se aprieta con fuerza y ​​se desliza por detrás de la espalda de la rubia, obligándola a mantenerse firme.

– “¡Adelante!… lo estás haciendo muy bien”, le dice la Dom mientras girando, pellizca una vez más y raspa la carne del pezón.

– “¡Aaaaaggggggghhhh!”

Otro largo chillido empuja a Mónica a seguir el ejemplo de la Dom.

Pellizcando y torciendo sus dedos, Mónica casi puede sentir que las puntas de sus uñas se tocan, hundidas en la base de su pezón, mientras mira fijamente a los ojos suplicantes de la rubia.

Las lágrimas de Amy gotean y la saliva no para de salir del anillo rojo brillante inserto en su abierta boca… Ambos fluidos se mezclan con rastros de moco de sus fosas nasales, babeando todo por su barbilla.

– ¡Aaaaagggggghhhh!… ¡Aaaaagggggghhhh!

Gritos roncos e histéricos de Amy resuenan en las paredes de piedra mientras sufre espasmos y se contorsiona, al sentir pellizcarse los dos pezones y sentirlos desgarrados.

Mónica balancea el pie y sin querer, roza una pata del taburete que se tambalea, inclinándolo… Los pies descalzos de la rubia pierden contacto… Los dedos de los pies buscan desesperadamente un apoyo mientras Mónica le da un rápido empujón en el culo.

Con el cuerpo balanceándose, sacudiéndose en el aire, las propias uñas de la rubia se clavan frenéticamente en las palmas de sus puños cerrados debajo de sus muñecas atadas.

– ¡Aaaaagggggghhhh!…. ¡Aaaaaggggggghhhh!

Se escuchan otros gritos lastimosos, mientras Mónica y la Dom apartan sus dedos liberando simultáneamente los pezones torturados de Amy.

Las cuerdas crujen por todo el peso del cuerpo empapado en sudor de la rubia que cuelga de sus pechos temblorosos y abultados… Parecen estar más hinchados aún, mostrando venas de color azul oscuro, que se destacan debajo de las superficies tensas de su carne, pareciendo en peligro de estallar.

El cuerpo desnudo de Amy sufre espasmos y se retuerce… Vetas de orina gotean por la parte interna de los muslos, mientras Mónica, sin ofrecer ayuda, la ve encontrar frenéticamente el taburete con las puntas de los dedos de sus pies.

Actuando como si apenas estuviera prestando atención a la situación de la rubia, la Dom da otro paso atrás, mira la uña de su dedo teñido de sangre, causado al rasparle el pezón… Ella sonríe, probándolo con su lengua.

– “Mónica, dejaré que le apliques un poco de ese ungüento que tanto te gusta antes de que terminemos con ella esta noche.”

Mónica sólo sonríe y asiente con la cabeza hacia el Dom, disfrutando de la emoción… Mirando hacia abajo, siente la necesidad de patear el taburete de nuevo y da un paso hacia él.

– “¡No!… Una vez es suficiente, ¿no crees?!, dice la Dom, mirando juguetonamente el pie de Mónica, mientras mira a la rubia que todavía lucha por agarrar el taburete.

– “Sí, Ama”, responde Mónica, bajando los ojos, reprimiendo una sonrisa, dándose cuenta de que la Dom probablemente lo vio todo.

– “Aunque tal vez podrías usar ese mismo tipo de material con ella, que ella usó contigo… Sí, creo que podría ser apropiado en este momento… ¿No lo crees, Mónica?”, le dice la Dom.

Mirando de un lado a otro, Mónica va hacia la tina.

– “Sí… Sí, Ama… Veamos cómo le gusta que le den latigazos en las tetas.”

Mónica, con entusiasmo en su voz, responde asintiendo a lo que le dice su Ama, mientras la rubia cierra los ojos, temblando, agotada, inclinando momentáneamente la cabeza hacia adelante, entre las cuerdas que estiran sus pechos amoratados.

Limpiando sus dedos a lo largo de la cadera de sus pantalones de cuero, la Dom se detiene al lado de la tina… Nuevamente mirando hacia la rubia, la ve luchar por equilibrarse, gimiendo, levantando la cabeza desde atrás, tratando de suplicar, dándose cuenta de lo que sigue.

– “Sin embargo, no creo que esas tetas sean para una buena flagelación, Mónica… Tan hinchadas como están podríamos causarle un daño permanente”, exclama la Dom, sacudiendo la cabeza lentamente de un lado a otro y dando un paso hacia la rubia con una fusta en la mano.

– “¡Sí, Ama!… Pero y si azoto su culo entonces”, responde Mónica frustrada aunque tiene que obedecer a la Dom.

Sonriendo, la Dom responde mientras golpea a la rubia entre sus muslos, mirándola temblar mientras escucha sus suaves gemidos.

– ”Estaba pensando más en su coño, Mónica… ¿Qué opinas?… ¡Tal vez media docena!

Sonriendo, la disposición de Mónica rápidamente mejora… Su propia vagina hormiguea y arde, sólo de pensarlo, especialmente cuando la Dom le entrega la húmeda fusta.

Sigue mis instrucciones, Mónica… Esta será tu primera experiencia como Dom… Espero que aprendas”, le dijo la Dom, en tono serio.

Con los ojos muy abiertos y el corazón latiendo, Mónica no puede creer lo que está pasando… Apenas escucha las palabras de la Dom, responde:

– ¡Oooh!… ¡Sí, Ama!… ¡Gracias!… ¡Si… ¡Síííí!.”

Agitando la húmeda fusta de un lado a otro en su mano derecha, la salmuera salpica a las tres… Mónica se para directamente frente al taburete, se inclina hacia atrás, al nivel de los ojos con los pechos hinchados y desprotegidos, para rápidamente mirar hacia abajo entre los muslos de la rubia.

Aguantando la respiración y bajando la cabeza, la rubia cierra los ojos y gruñe.

– “¡Oooooohhh!”

– “¡No!… ¡Nooo!… Así no, Mónica… ¡No tan rápido!”

La Dom prácticamente grita mientras camina al lado del taburete y levanta la mano frente a la fusta.

– “¡Así, no!… ¡Ahora no!… ¡Cálmate!”

Desatando los extremos de las cuerdas de los pechos de la rubia, baja los brazos, mirando hacia el taburete que cruje.

– “Está bien, deja de golpearla… ¡Sígueme!”

Agarrando las sogas que quedaban entre los pechos abultados, la Dom asiente con la cabeza hacia Mónica, ayudando a la rubia que lucha a levantarse del taburete y camina hacia la puerta.

– “Tendremos invitados arriba esta noche, Mónica… ¡Ya conociste a algunos de ellos en un par de sesiones más!… Esta vez, sin embargo, estás en el otro extremo… ¡Azótala!”

Mónica se encuentra siguiendo a la Dom a través del familiar laberinto de pasillos… La rubia llorona va conducida entre ellas agarrada por tensas cuerdas incrustadas en sus pechos.

Al acercarse a la entrada de la sala principal, incluso a través de las puertas dobles de roble grueso, se puede escuchar a la cantidad de gente que hay allí.

Girándose para mirar a Mónica, la Dom obliga a la rubia a detenerse junto a las puertas y dice:

– “Mónica, me reuniré contigo al otro lado del pasillo en unos minutos… Voy a preparar a nuestra esclava para su sesión… Espérame allí dentro”, señalando hacia una puerta similar.

Mónica mira al otro lado del pasillo con la fusta moviéndose en su mano… Las cejas de Mónica se arquean mientras asiente y va hacia la única puerta de roble… Alcanzando el pomo, con una sonrisa de agradecimiento, simplemente murmura:

– “Sí, Ama.”

Al entrar en la sala, oye que la otra puerta se abre y se cierra detrás de ella, junto con los murmullos dispersos de la audiencia que se anticipa, obteniendo su primera vista de la presentación de la noche.

Absorta, empapada en esta experiencia inesperada mientras cierra lentamente la puerta detrás de ella, se da cuenta de que en realidad es una suite, posiblemente, exclusiva de la Ama.

Echando un vistazo a los muebles costosos y obviamente de buen gusto, camina por la habitación… Es una pared del fondo ve un gran monitor montado en la pared… Otro mobiliario son varios sillones reclinables de gran tamaño.

Se sienta momentáneamente en uno de los sillones reclinables, se inclina hacia atrás y siente lo cómodo que es… Se pone de pie y descubre una serie de discos en el estante debajo de la pantalla.

Al mirarlos ve que están ordenados alfabéticamente y que varios de ellos están etiquetados con su nombre, fechas y sesiones numeradas. Obviamente, su entrenamiento ha sido documentado para la posteridad… Y sonríe sarcásticamente.

Incapaz de quedarse quieta, ella continúa recorriendo la habitación, pensando, medio emocionada y nerviosa, lo que le espera esta noche

Mirando a su alrededor, se queda cautivada por la vista de su propio reflejo en un espejo de cuerpo entero en la esquina más alejada.

De nuevo siente el aleteo y la agitación dentro de ella… Avanza lentamente hacia el espejo, con la fusta moviéndose reflexivamente contra la palma de su mano, observando cómo sus pechos suben, bajan, rellenando el sostén de charol y las botas de tacón de aguja hasta los muslos, comenzando justo debajo del liguero.

La luz reflejada apenas deja visibles sus labios vaginales hinchados, debajo de la tanga… En ese momento oye que se abre la puerta y se gira.

– “Bueno, ya ha sido preparada, Mónica… ¿Te gusta lo que ves?”, dice la Dom mientras cierra la puerta detrás de ella, mirándola momentáneamente.

Luego, dándole la espalda, aparta la cortina y aparece una ventana que da al jardín.

– “Yo,.. no sabía que había una ventana tras la cortina”, respondió titubeando Mónica, dando un paso hacia la Dom.

– “Lo sé, no estaba hablando de la ventana”, replica la Dom, con una leve sonrisa, mirando de arriba abajo al cuerpo de Mónica, metida en ese atuendo.

– “¡Oooh!… Sí, Ama”, respondió tímidamente Mónica, bajando los ojos, sintiendo el calor que se extiende por su rostro.

– “¡Bien!… Estoy seguro de que todos los demás también lo harán… Ahora, ven aquí conmigo”, replica el Dom, dando un paso hacia la zona de monitores.

Continuará…

Si alguna lectora desea comentarme lo que le pareció este relato, tendré mucho gusto en responderle y mantener posible amistad… Mi correo es yanine35sum@hotmail.com

El adiestramiento de Mónica

El adiestramiento de Mónica I El adiestramiento de Mónica III