Voy a relataros mis aventuras a lo largo de mis vacaciones de este verano, bien con mi marido, bien con otros hombres. He decidido contarlo como un diario, día a día.
Mientras estaba esperando a que saliera mi padre, un señor de más o menos su misma edad, desde la puerta se puso a hacerme insinuaciones para que entrara, eran insinuaciones de carácter sexual, o al menos así las interpreté yo, y es que no dejaba de echar mano a su entrepierna, tocando aquel paquete que se le abultaba, y con la cabeza señalaba hacia los retretes, y me decía que entrara. Ven, no tengas miedo.
Me levanté del diván y chorreando semen por mis piernas, me fui donde mi profe, me voltee y me senté en su verga, sentí sus manos en mis tetas y comenzó a bombear mi chuchita ardorosamente, después de unos minutos colapse en su regazo, echando mi cabeza hacia atrás y estirando mis piernas tiesas que convulsionaban en mi espasmódico orgasmo
Primero le di unos lengüetazos y luego le metí un dedo para prepararla, pero se adaptaba muy bien, así que no iba a haber problemas. Acerqué mi pene y le fui metiendo lentamente, mientras ella levantaba la cabeza, cerraba sus ojos y gemía nuevamente…
El hidro despegó con el manager. Jane sonrió y se ofreció para ayudar en lo que hiciera falta. Elsa le dijo que les gustaría comer a las dos y cenar a las diez. Todas las comidas deberían ser poco condimentadas, bastante pescado, ensaladas, frutos tropicales principalmente papaya y que no hacía falta preguntar nada en cuanto a los menús.
Me felicitó y antes de que ella lo hiciera me ofrecí a reponerle el calzado a lo que ella accedió complacida. Esto es lo primero que sucedió que aunque para muchos no significa nada, para mi abrió un mundo interior que tenía encerrado de amor sin límites y fetichismo hacia los pies de las mujeres y al estar sometido a ellos.
E se fue con el resto. Como yo no les conocía empezamos a hablar y el chico me comentó que había estado saliendo hacía un tiempo con E y que por lo que se escuchó la otra noche había cambiado mucho pues ahora parecía toda una fiera en la cama.
Juana siempre reclamaba, ella ya tenía once años y yo solo nueve, ella había tenido su primer ciclo menstrual y yo todavía no lograba eyacular, a ella le estaban creciendo sus tetitas y a mí todavía no se me asomaba ni siquiera un pendejo, me miraba en menos y yo me sentía menospreciado, pero yo tenía algo a mi favor
Esther comenzó a chupar ahora la polla de Marcos, pero como yo ya se la había dejado a punto a los cinco segundos de entrar en su boca el tío se corrió y la muy puta de Esther chupó y chupó aun sabiendo que el tío ya se había corrido.
La excusa que me dio cuando lo vi entrar a mi departamento, fue de que no había podido sacar su coche del estacionamiento porque le habían tapado el paso algún vecino despistado, así es que tuvimos que irnos en un microbús.