El día que conocí a Gina vestía un jean super apretado que acentuaba su cola y una camisa escotada que sugería más de lo que mostraba, desde ese primer día meterme en su cama se volvió para mí casi una obsesión.

Coincidimos en un secundario nocturno, éramos dos jóvenes buscando cerrar un ciclo fuera de tiempo. En el transcurso de ese año donde compartimos aula nos fuimos volviendo más cercanos, y las insinuaciones se fueron haciendo cada vez más intensas, cada noche yo la esperaba en la puerta para entrar juntos y me aseguraba de estar detrás de ella cuando subía la escalera, poder ver en primera plana esa cola apretadita era lo mejor de mi dia, ella parecía saberlo porque subía la escalera caminando como una gata, una vez se dio vuelta y me vio hipnotizado mirándola y a partir de ahí cada noche al llegar al último escalón se daba vuelta y me miraba mirándola.

Trabajos en grupo, salidas, todo se fue convirtiendo en excusas para estar con ella, en una de esas salidas con otra gente, fuimos a tomar algo a un lugar donde tocaba una banda rock, por primera vez nos encontrábamos solos aunque estuviéramos entre una pequeña multitud, Gina parada delante mío miraba hacia el escenario y yo la miraba a ella, el espectáculo musical no me interesaba en lo más mínimo. En un momento se dio vuelta a mirarme como lo hacía en la escalera, pero esta vez lo que siguió fue distinto, agarró mi mano y la puso en su cintura, retrocedió un paso y apoyó sus nalgas en mi verga que inmediatamente se puso super dura. Giró la cabeza para susurrarme algo al oído y no entendí lo que dijo, con las dos manos en su cintura la apretaba contra mi y sentía que la verga me explotaba y el pantalón casi no podía soportarla. Acá no, me dijo y ahora sí la entendí.

Afuera el aire estaba fresco, mientras nos besabamos acaloradamente aparecieron quienes estaban con nosotros, habíamos perdido la noción del tiempo y ya era hora de irnos, entre risas nos dijeron –se ve que ustedes se divirtieron–.

En ese momento manejaba un Falcon destartalado que andaba porque andaba, como todos habían ido conmigo tenía la obligación de devolverlos a sus casas, aunque lo unico que queria era volver a estar solo con Gina, así que en el regreso maneje esa carcacha como si fuera un avión, apurando cada cambio, sorteando señales y semáforos, mientras yo manejaba ella se me recosto en el hombro, pasaba su mano por mi pecho y me acariciaba la verga, yo baje mi mano por su espalda y aproveché a tocarle la cola, no se si los pasajeros del asiento trasero se habrán percatado pero no nos importaba nada.

Uno por uno dejamos a cada uno en su destino, y por fin quedamos solos, sin mediar palabra la apreté contra mi y la bese, vamos a un lugar tranquilo me dijo, yo ya no aguantaba las ganas de tenerla, pero acepte mover el auto una última vez en la noche, quería cogerla ahí mismo, ella lo sabía, mientras yo manejaba me desprendio la bragueta y la verga salto como una estaca, me miró de manera desafiante, un brillo que no le había visto nunca apareció en sus ojos y se dispuso a chuparmela ahi nomas mientras manejaba, subía y bajaba su cabeza y me hacia retorcer de placer, sentía su lengua lamerme la verga de arriba a abajo, tuve que parar ya no podia ni queria manejar.

Cuando sintió parar el auto levantó la cabeza para ver donde estaba, creo que el lugar le pareció bien porque me beso salvajemente, sentía su lengua en mi boca y cada vez estaba más caliente, suavemente la empuje para poder bajarle el pantalón, quería ver por fin ese cuerpo, que tantas veces había imaginado mientras me tocaba, tenia una tanga negra muy chiquita con delicados encajes. Se recostó contra la puerta de auto y abrió las piernas como indicándome que ahora le tocaba a ella, no fue necesario que dijera nada, baje la cabeza, le corrí un poco la tanga que estaba empapada y me dedique a chuparle la concha como si se me fuera la vida en eso, le metía la lengua lo más profundo que podía, la sacaba y se la volvía a meter, alternando le chupaba y mordisqueaba el clítoris, Gina me apretaba la cabeza contra ella y gemía por primera vez. Así estuvimos un rato hasta que la sentí temblar, estaba teniendo un orgasmo justo en mi cara, y era delicioso.

Se tomó unos segundos para recuperar y yo pensé que todo se había terminado, pero no, nos besamos nuevamente, mi cara estaba mojada y sentía en mi el olor de su concha así como en la suya quedaban rastros de mis líquidos preseminales, nada nos importó así nos saboreamos, entre beso y beso me dijo ahora quiero sentir tu pija, se puso en cuatro arriba del asiento mirando para afuera y me dijo dale. Yo me saque como pude el pantalón que seguía enroscado en mis pies y me coloqué atrás, cuando mi verga desnuda tocó por primera vez su concha una corriente me recorrió el cuerpo, –metemela– me dijo, ya sin pensar se la apoye con fuerza, ella hizo un movimiento de pelvis y mi verga se perdió en esa concha deliciosa, empecé a moverme despacio porque no quería acabar rápido, ella se separaba las nalgas para asegurarse que entrara hasta el último milímetro y a la vez me regalaba un vista que durante años me quitaría el sueño. Mientras seguía moviéndome despacio, ella apuraba, me puse saliva en los dedos y empecé a pasárselos por el culo, se dió vuelta y me miró pero no dijo nada, así que me moje más el dedo pulgar, apoye mi mano entre sus nalgas y mientras le seguía metiendo la verga empuje suavemente el dedo en su culo. Fue poco lo que dure, ella se movía cada vez más rápido y encima me dijo mirándome de costado: –papi quiero tu leche–, eso fue demasiado para mi, y explote de placer.

Nos abrazamos fuerte, nos seguimos besando mientras nos vestíamos, me dio su tanga de recuerdo y se bajó del auto…

Habrá más.