Cita a ciegas I

Poco a poco me desperezo.

Los últimos resquicios del sueño se liberan tras un gran bostezo.

Empieza un día nuevo, y me planteo si levantarme o no.

Un grandioso sábado ante mí, un día por lo demás, henchido de lascivas promesas.

Es el día, con mayúsculas, el día esperado.

Miro el reloj, las 10 de la mañana. Aún tengo tiempo…

La cita es hoy, a las 2, en un pequeño restaurante.

Me asalta una duda, ¿no me dejará esperando?. Miro el móvil, allí está, el mensaje que esperaba.

«Hoy es el día, ¿estás tan nerviosa como yo?» «O quizás más mi amor, o quizás más.» Le respondo, poniendo en esa respuesta mi corazón. Nerviosa es poco.

Tengo toda mi ropa en una silla, preparada desde hace días.

El pequeño tanguita azul, lleno de encajes.

El sujetador minúsculo, lo justo para tapar mis pezones dejando mis pechos contorneados pero llenos de movimiento.

El liguero, un capricho azul, más que encaje espuma de mar….

Los tacones altos, sin puntera ni talón, un tacón de aguja infinito. Una falda no demasiado corta, pero si ceñida.

«No hay que ir enseñándolo todo, hay que dejar paso a la imaginación».

Una blusa azul de seda, de un azul desvaído, un tejido suave, que al tacto con la piel resulta sensual, resbalará sobre mis pechos, incitando al roce, a la caricia…

Mientras miro la ropa, medito sobre cómo he llegado hasta aquí.

No hace tanto tiempo que lo conozco, yo no soy así, me dijo entre sonrisas.

No debería de ir, me repito mil y una veces.

¿Estás tonta? Una parte de mi responde. ¿No lo conoces y que?

¿Necesitas tener su partida de nacimiento?

En el fondo es como si lo conocieses siempre.

Y resulta curioso pensar cómo lo conociste.

Una llamada equivocada, una voz agradable, otra llamada, horas y horas de conversación con un desconocido, de voz calida y fuerte, de voz acariciante y risa fácil.

Y poco a poco, este desconocido me ha llenado de emociones encontradas.

Un simple hola hace que todo mi cuerpo se estremezca, que me sienta húmeda.

Aun ahora, sin oírlo siquiera, noto la humedad entre mis piernas. Un baño, eso es lo que necesito. Me tranquilizará.

Corro al baño. Abro la bañera y dejo correr el grifo. Primero una ducha y luego un baño especial. Busco la canela.

Agüita muy caliente, canela en cantidad, un baño afrodisíaco que dejará en mi piel un aroma especial. Por si me besa, pienso esperanzada.

Dejo mi cuerpo caer en la bañera. El olor de la canela impregna lentamente el cuarto de baño, y noto como mi cuerpo se relaja.

Bueno, no todo mi cuerpo. Quizás si me masturbo un poco piense con más lucidez. Es el encanto de un baño especial …

Tomó el grifo del baño. Dejó correr el agua, ni fría ni caliente, y dejo que el chorro primero juegue con mis pezones, que son grandes y oscuros, y con cierta tendencia a estar erectos que a veces me incomoda… el agua juega con ellos, los masajea, y me regodeo con anticipación pensando en el efecto de esa agua en mi clítoris….

Lentamente desciendo el chorro por mi vientre, jugueteando con el ombligo y notando que la humedad entre mis piernas no es al 100% agua…

Quiero disfrutar el placer al máximo, no correr ni precipitarme, pero mis manos me sorprenden y mis piernas se abren con deleite.

Dirijo el chorro de agua hacia mi clítoris, y noto como todo él se estremece.

Un suspiro sale inevitable de mi garganta, mientras noto como el agua hace su trabajo.

Me dejo llevar por las sensaciones, por el placer que lentamente va llenándose, a la espera del momento que se desborde.

Noto los espasmos que se empiezan a producir, y siento como si un calambre recorriera mi espalda, llegando hasta las raíces de mi cabello, todos los poros de mi piel sienten el orgasmo, largo, intenso e inmenso.

La mejor manera de empezar el día, me digo saliendo de la bañera.

Sonrío al espejo, me encanta lo que veo. Alta, delgada, de vientre plano y pechos firmes, largas piernas y boca jugosa.

Miro el reloj, las 11. Uf, la mañana es más lenta de lo que me gustaría. Un desayuno con café, desnuda en la cocina.

La ventana abierta. Se que mi vecino me estará mirando, como siempre, pero no me importa.

Le hago un pequeño pase de baile, que me agradece con una sonrisa y un saludo. Se que hoy se volverá a pajear pensando en mí, algún día lo meteré en mi cama, pero hoy no. Hoy estoy reservada.

Dios, que lento pasa el tiempo.

Y encima no me ha servido de nada mi pequeño entremés en la bañera. Otra vez estoy cachonda.

Ojalá no tuviéramos que ir a ese restaurante. Ojalá pudiéramos simplemente comernos vivos en lugar de almorzar. Dicen que soy muy buena comiendo…

Estos pensamientos me están entreteniendo.

Y calentando…y si lo llamo y le digo que venga a casa a recogerme? Le esperaré en tanga y sujetador, y si veo que se azora o se corta, pues me visto y nos vamos a almorzar.

Si el no quiere follar conmigo, pues llamó a Álvaro y Ernesto, siempre están dispuestos y son dos buenos amantes, sobre todo cuando me empalan entre los dos.

Llamo a mi desconocido. ¿Por qué no vienes a recogerme primero? Mi coche se ha estropeado…Viene. Viene…

Estará aquí en media hora. El tiempo de vestirme… que vestirme… sujetador, tanga, liguero, medias, zapatos. Me miro en el espejo.

Estoy para comerme….me lanzo un beso mientras me maquillo.

Suena el portero automático. Sube, que termino de arreglarme, digo con voz un tanto temblorosa. Apagó el cigarrillo…enciendo otro, estos minutos son los peores, ¿no creéis?

El timbre de la puerta. Con aire resuelto me acerco y abro. Lo primero que veo son sus manos. Que manos…

Me mira con unos ojos azules abiertos y asombrados.

Noto como me recorre su mirada todo mi cuerpo, y siento que hay una mezcla entre satisfacción y sorpresa en su expresión.

Disculpa, estaba a medio vestir, no me gusta que se me arrugue mucho la ropa, es lo último que me pongo antes de salir.

No, estás genial así, responde con esa voz, y siento que mi tanga ya no está tan limpio como hace un segundo. ¿Te has vestido así para mí? Me encanta el azul, sonríe mientras habla. Un beso para conocernos ¿no?

Yo, castamente, le pongo la mejilla para un beso de amigo, mientras sus ojos están colgados de mis tetas.

Pero él viene casi tan dispuesto como yo, y me atrapa entre sus brazos, y me besó de tal manera, que noto toda su lengua en mi boca, y cerca de mi vientre noto el calor y la dureza de su miembro, que por lo que parecía también se había alegrado de verme.

Venga… déjame que me vista y vamos a comer anda..que tenemos la reserva en el restaurante.

Mentirosilla, me dice.

Yo también estaba pensando como hacer para poder comernos en vez de almorzar.

Y te me has puesto un plato difícil de rechazar.

Date la vuelta que te vea bien…

Lo mismo digo yo.

Que guapo es, que manos, que cuerpo, que culo más apetecible.

Se lo comería a bocaditos.

Me sonrojo al pensar la buena tarde que me espera.

Continuará