Regalo de aniversario – Versión femenina
Se recuerdan que en un anterior relato les dije que había gozado como nunca con dos hombres totalmente desconocidos que había ubicado mi marido Salva a través de una agencia especializada y que le había dicho que me gustaría repetir la experiencia de vez en cuando.
Bueno, ahora se concretó ello pero de una manera especial.
Cuando le confesé que en esa oportunidad había tenido el mejor sexo desde hacía bastante tiempo y le pedí que no se ofendiera por mis palabras, pero que siempre había fantaseado con ello y que estaba feliz porque lo había concretado y compartido con él se puso contento ya que dijo que le gustó poder cumplirme ese deseo oculto
Me prometió entonces que me iba a dar una sorpresa increíble y que iba a gozar aún más que esa vez y realmente cumplió.
Para nuestro aniversario de bodas me invitó a cenar en un restaurante muy lujoso y en el medio de la charla me dijo que tenía un regalo especial para mí.
Ese día me había vestido muy sexy con minúsculo vestido negro pegado al cuerpo, ropa interior de encaje negra y ligas.
Cuando terminamos de cenar fuimos directo a un hotel donde Salva había reservado una habitación especial.
Antes de entrar en ella me vendó los ojos y mi ansiedad crecía a pasos agigantados. Le preguntaba mil cosas a mi marido, el que permanecía en silencio.
Me hizo recostar de espalda sobre la mesita y llegué a escuchar que hablaba por teléfono sin darme cuenta con quién. Cuando le pregunté siguió callado.
De pronto se abrió la puerta de la habitación y me pareció percibir que entraba más de una persona.
Como seguía con los ojos vendados, como ocurriría después durante el resto de la noche, no podía saber qué pasaba.
De pronto sentí unas manos que me acariciaban y al preguntar si era Salva siguió el silencio. Unos labios se posaron en mi boca y comenzaron a besarme.
Al principio pensé que se trataba de mi marido y lo besé apasionadamente pero pronto me di cuenta que estaba equivocada ya que otras manos me bajaron la bombacha y empezó a comerme la conchita.
No había reaccionado de mi sorpresa cuando me rasgaron el vestido a la altura de los pechos y comenzaron a acariciármelos y a besarme los pezones que ya a esta altura se habían endurecido casi totalmente.
Me siguieron rompiendo el vestido y me besaron en el pubis. A esta altura no podía darme cuenta si eran dos, tres o cuatro los que me estaban tocando.
De pronto sentí que me besaban el culito e intentaban meterme la lengua dentro del agujerito. No lo podía creer. Traté de deducir rápidamente, por las manos y bocas que estaban posadas en mí, pero tenía una confusión terrible.
No sabía si Salva era uno de ellos. Estaba como loca y no podía creer lo que sucedía, gemía de placer. Estaba en estado de éxtasis.
Casi sin darme cuenta y muy delicadamente me dieron vuelta poniendo mi cola bien parada para afuera y fueron penetrándome uno por uno por la vagina.
Pensaba que eran más de tres pero no tenía el número exacto porque no sabía si alguno repetía su embestida. Seguía con las dudas respecto a si una de ellas era la de mi marido.
Por más que la conocía muy bien en la entrada y salida de varias a la vez no podía darme cuenta, salvo de una de ellas debía ser una cosa descomunal porque por más que estaba toda humedecida y mi vagina muy dilatada la sentía penetrar y cómo.
Sentí que me venía un orgasmo y no pude impedir exhalar un gemido y quedar luego tendida sobre la mesa.
Cuando empecé a recuperarme ellos no perdieron tiempo, me untaron algo así como vaselina por todo el ano y sabía que era el lugar por donde ahora atacarían.
Cuando así lo hicieron sentí dolor al principio pero después me fui acostumbrando y empecé a gozar nuevamente. Entraban y salían las pijas sin poder adivinar cuántas eran realmente.
Solamente reconocía una, la que les conté que entraba forzada. Cuando empezó a penetrarme pensé que me iba a partir en dos.
Le costaba ingresarla y por más dilatación que tuviera no podía recibirla aunque colaboraba con mis manos separándome los cachetes.
Me volvieron a untar todo el ano y supongo que a esa pija también porque en la siguiente embestida apenas la puso en la puerta de mi mano y empezó a empujar despacito la fue introduciendo toda para adentro.
Lo sentí, les aseguro y parecía que estaba empalada, pero disfrutaba al mismo tiempo de la situación y supongo que él también.
Mi gozo superaba el dolor que podía tener y si Salva estaba observando todo me imaginaba la cara que tendría.
El que me estaba penetrando comenzó a moverse bien despacio para ir aumentando el ritmo. La ponía toda adentro y la sacaba todo afuera para poder embestirme nuevamente y yo lo recibía ya casi sin problemas.
Siguió ese ritmo hasta que comenzó a decir que iba a acabar. Fue la primera voz que escuché desde que estaba dentro de la habitación y con los ojos vendados
Le supliqué entonces que lo hiciera adentro pero sacó el pene afuera y con dos dedos de su mano me mantuvo el agujero abierto y me eyaculó desde fuera.
Sentí el semen caliente dentro de mí y tuve otra orgasmo.
Descansé por un instante y ya estaban encima mío cogiéndome nuevamente.
Me indicaron que me sentara encima de uno de ellos que estaba acostado en el piso con su pene erecto y así lo hice. Apenas me la puso en la puertita de mi vagina me la tragué toda. No era de las dimensiones de la otra.
Estando en esa posición otro me puso la pija en la boca para que se la mamara al tiempo que sentía manos que tocaban mis pechos y mis cabellos.
Todavía tenía resentido mi culito por la acción anterior aunque seguí adelante porque estaba excitándome como antes.
Sentí como ponían en cada una de mis manos penes y comencé a masturbarlos.
Tenía una pija en la concha, otra en la concha y dos en mis manos con lo que sumaban cuatro pero no estaba la de grandes dimensiones así que llegué a la conclusión de que habían sido cinco los que me habían penetrado por todos lados.
De solo pensarlo y por lo que me estaba sucediendo tuve varios orgasmos, cosa que nunca me había sucedido antes.
Había pasado mucho tiempo y no daba más, estaba extenuada y ellos querían seguir penetrándome.
Les pedí que no lo hicieran y entonces me recostaron en el piso y me dijeron que abriera bien la boca y sacara su lengua para poder disfrutar bien de toda la leche que le iban a dar.
Seguía con los ojos vendados pero suponía que se estaban masturbando y estaba en lo correcto porque al rato nomás comenzó a caer su espesa y caliente leche sobre mi cara y mi boca. Quedé toda salpicada ya que no podía tragar todo lo que recibía.
El del miembro más grande fue el último que lo hizo y me lo acercó a la boca queriendo meterlo dentro.
Me costó un poco recibirlo pero se lo mamé un buen rato y cuando acabó casi me atraganto aunque alcanzó a sacarlo chorreando cuando se percató de la situación.
Ya medio fláccido le pasé la lengua por todo el miembro dejándoselo bien limpito.
Después de descansar un tiempo ya que había quedado totalmente exhausta le pregunté a Salva si podía sacarme la venda y accedió.
Al observar a los muchachos desmayados de cansancio por tanto sexo que habían tenido conmigo no lo podía creer.
Estaba contenta de haber logrado semejante hazaña y no salía de su asombro de haber estado con todos esos cinco tipos que había conseguido mi marido.
Recién en la madrugada los muchachos se marcharon y observé que cuando Salva les pagaba le dijeron que podía contar con ellos para cuando quisiera y que también la habían pasado bárbaro porque yo además de ser muy bonita, cogía de maravillas.
Cuando quedamos solos le dije que estaba muy feliz por el regalo especial que me había hecho y que lo quería mucho.
Fue entonces que me contó que él no me había tocado.
Que habían sido los cinco y que estaba todo filmado así que cuando quisiera podría revivir la situación.