Hacía tiempo que teníamos ganas de vernos para cenar. Elegimos mi casa sin ningún motivo en particular. Llevábamos cuatro o cinco meses con la idea de reunirnos y celebrar el feliz embarazo de mi esposa.

Somos tres parejas que nos vemos muy frecuentemente para tomar copas, pero aquella noche todo se desmadró.

Mi esposa se llama Yolanda, es una belleza pero un poco gordita (ahora mucho más). Yo me llamo Antonio y soy algunos años mayor que mi mujer, me considero un tipo normal, con cierto atractivo, pero normal.

Manolo y Luisa, son dos personas muy normales, ella un poco estrecha, también está embarazada pero aún no se le nota nada porque está de dos meses escasos.

Eva y Jose, son igualmente dos personas corrientes. Ella es un poco bajita, pero atractiva y muy dicharachera. Da cierto morbo.

La cena fue muy bien, y después nos sentamos para tomar unas copas.

Eva se ausentó, pero yo no me percaté de ello. Así que me levanté porque me estaba meando. Abrí el servicio sin darme cuenta que la luz estaba encendida.

Cuando abrí la puerta vi a Eva sentada en el inodoro. Se quedó un poco cortada y fui salir de nuevo cuando me pidió que no me fuera.

Entré en el servicio, me acerqué a ella y esta me acarició el paquete por encima del pantalón. Sin pedirle permiso me agache y le pedí que empezara a mear. Quería tocarle el coño mientras sentaba se meado en mis manos.

Fue orgásmico. Creí que iba a correr. Cuando acabé me enjuagué las manos y salí intentando disimilar, para que no pareciera que venía del servicio.

Durante las copas Eva me miraba de manera lasciva.

A medida que tomábamos copas íbamos acercándonos más a nuestras parejas y los besos cada vez eran más húmedos.

El estado de mi mujer, embarazada de seis meses, me excitaba de manera extraordinaria. Entre charla y copas, las manos se iban para zonas cada vez más calientes. Así y casi sin darme cuenta le saque uno de los grandes pechos a mi mujer. Esta ni se dio cuenta, pero mi amigo Manolo y Jose si se percataron, y se acercaron para ayudarme a sobarla.

Yolanda, recatada hasta entonces, se dejaba tocar por tres tíos.

Mientras Eva y Luisa, un poco perpleja y bastante caliente, se arrimaron para tocar algo que no conociera.

Así Luisa, empezó a acariciarme el culo y la base de los huevos. José seguía con las tetas de mi mujer y Manolo empezaba a acariciar el coño de Eva.

Aquello ya no había quien lo parara.

Entre roces y tocamientos fuimos desnudándonos. Al aire quedaron tres buenas pollas. Jose era el que la tenía más gorda, Manolo quizás la tuviera algo más larga. La mía era intermedia. Ideal para anos vírgenes.

Las mejores tetas de la reunión eran las de mi mujer, al menos hasta que pasen dos meses. También tenía el mejor coño. Algo peludo, pero grandes labios. Eva, tenía un culo muy bueno, el mejor quizás. Luisa estaba bastante delgada y mi personalmente me gustan más gorditas.

Cuando ya estaba todo desbocado y sin control vi cómo mi mujer se sentaba y se follaba a Jose. Era la segunda polla que mi mujer se metía en su coño en toda su vida. Estaba muy caliente. Para animarla, para darle mi aprobación me acerqué a ella y le comí la boca como hacía tiempo no lo hacíamos.

Jose y Luisa hacían un perfecto sesenta y nueve, donde ambos tragaban todos los jugos que emanaban sus cuerpos.

Eva, me estaba esperando tocándose el coño. Aquel que coño que sentí mear sobre mi mano, ahora iba a ser comido por mí.

Estaba delicioso, aun sabía a meado. Exquisito.

Estaba yo tumbado, comiéndome el coño de Eva, cuando siento que mi polla se hunde en un coño. Saqué la cabeza para ver qué ocurría y pude comprobar cómo Luisa me estaba follando. Estaba delgada, pero follaba de manera exagerada.

Fue entonces cuando vi que mi mujer estaba siendo follada por mis dos mejores amigos. Aquello era superexcitante.

En vista de aquello me acerqué a ella para ofrecerle mi polla. Me la mamó durante unos minutos, pero la tuve que dejar. Tenía dos hembras para mí a las que atender. Puse de rodillas y de espaldas a mí a Eva. Empecé a comerle el ano con fuerza, pero con delicadeza. Cuando pensé que ya estaba bien lubricado apunté con mi polla y se la fui metiendo hasta que la base de mis huevos topó con su culo. Desde entonces empezó un vaivén continuo. Luisa, mientras se acariciaba el coño e intentaba besarme el ano.

Pasado un buen rato, Luisa reclamó para sí un par de pollas. Quería ser penetrada por dos pollas a la misma vez. Así, me tumbé en la alfombra para recibir un coño que emanaba flujo por todas sus paredes.

José también se acercó para tras una buena comida de culo penetrar, no sin hacerle cierto daño en el ano de Luisa.

Manolo, mientras, follaba a Eva con mi mujer sobre su boca, sentada.

Nos quedamos todos perplejos cuando, de buenas a primera, Yolanda con toda su barriga grande y sensual se levanta, abre sus piernas y empieza a mearse sobre Manolo.

Aquello iba a ser algo que todos terminaríamos practicando: la lluvia dorada.

Por último Eva, también recibiría su sesión de doble penetración sin su marido. Ya estábamos todos muy calientes y dispuestos a descargar nuestras pollas en las bocas que decidiéramos. Eva recibiría todo mi esperma; Yolanda el de Manolo; y Jose el de Luisa. Eva mamaba con frenesí, hasta que consiguió que me descargara una gran cantidad de leche. Eva sin cortarse se tragó más de la mitad cuando me cogió por el cuello y me comió la boca. Me tuve que tragar la otra mitad de mi propio esperma.

Mi esposa, con esto de que estaba embarazada, cambio sus labios por su coño y dejó que se corriera dentro.

Luisa dejó escapar toda la lefa de Jose.

Posteriormente hubo una gran sesión de lluvia dorada, donde todos recibíamos de todos y todos dábamos a todos. Que lujuria.

Desde entonces y hasta la fecha nos hemos visto mucha más y siempre hemos acabado follando todo lo que se movía.

¡Ah! Mi mujer tuvo un crio precioso. Por cierto, que Eva también está embarazada, así que la próxima que me la folle me corro dentro de su coño.