Lidia seguía con su novio, realmente llevaba una doble vida.
Aparentemente era una niña buena en casa y en su noviazgo, pero por la otra parte estaba metida en auténticas orgías que controlaba su jefe, un mafioso dueño de discotecas y otros dudosos locales.
Ella seguía bailando como gogó en la disco, cosa que a su novio no le gustaba pero que aceptaba resignado a sabiendas de que antes de dejar ese trabajo le dejaría a él.
En esos tiempos Lidia acaba de cumplir los 19, era una chica maciza, de pechos grandes, morena de piel y cabellera larga y oscura. Sus ojos oscuros daban miedo. Le encantaba pasearse por delante de las obras para que los paletas exprimieran su cerebro para llamarla de todo. Eso la excitaba a más no poder. La consideraría una zorra si no supiera que eso la iba a excitar mucho.
Como algunos sabrán soy su hermano. Conozco muchas de sus aventuras e historias, todas llenas de vicio y lujuria. Cuando me entere del ritmo de vida que llevaba, por una parte me excitó y por otra decidí que debía actuar. Sin cortarme un pelo fui a la discoteca un domingo a las 8:00 de la mañana cuando estaban recogiendo y sabía que su jefe estaba ahí. Esperé a que saliera y le seguí hasta su casa. Iba más gente en el coche pero no sabía distinguir quienes o cuantos eran.
Llegamos a una torre en un pueblo cercano a Barcelona. Aparqué mi coche cerca de la casa y me bajé a llamar a la puerta. Mi primera sorpresa fue cuando vi que tenía un vigilante jurado en la puerta. Me preguntó quién era yo, consultó a su jefe y extrañamente me dejó pasar. Me recibió él mismo en su recibidor. Le dije que quería hablar con él sobre mi hermana. Me hizo pasar a su despacho. Toda la casa y compartimentos que había visto hasta el momento demostraban un lujo exquisito.
Comencé el tema sin tapujos. Le dije que sabía que follaba con mi hermana. Que hacían orgías en la casa. Que tomaban drogas muchos de ellos. Él ni se inmutaba, solo me miraba y escuchaba. Al final de toda mi exposición me dijo: y que quieres de mí? No supe que contestar. Al final le dije: Lo que le pido es que deje a mi hermana aparte de sus chanchullos y la deje solo bailar en su discoteca. A lo que él me respondió: tu hermana hace lo que hace porque ella quiere. Yo no la obligo.
Que decida ella, ¿no crees? Le respondí que sí. Que lo hablaría con ella en casa. Pero él me dijo: no hará falta, ella está aquí, ¿quieres verla? Si, por favor, le contesté. Abrió la puerta y me lleve el sobresalto más grande de mi vida, delante de mí había tres chicas, las tres eran como modelos, espectaculares, las tres estaban desnudas, con una máscara y ojos vendados, arrodilladas y de espaldas a mí. El jefe me dijo: me gusta sorprender a mis invitados, quizás te gustaría probar alguna de estas chicas antes de hablar con tu hermana, ¿qué me dices? Me quedé parado, ni saliendo todos los fines de semana de mi vida conseguiría ligar con una de esas chicas. Sí, me gustaría, le dije acobardado. Haré una cosa, vamos a hacer que te diviertas me respondió, te voy a dejar a solas con ellas tres, haz con ellas lo que quieras. Puso una película en la televisión gigante y desapareció.
Me quedé solo sentado en uno de los sofás. No sabía qué hacer. Era un salón muy grande, en la televisión había puesta una película porno y delante de mi tenia a las tres chicas metiéndome mano en las piernas y en mi polla. Me la sacaron y dos de ellas empezaron a chuparla suavemente para luego ir masturbándomela con más fuerza.
Estaba muy excitado. Una de ellas se colocó de pie sobre el sofá y colocó su coño justo en mi boca y me dijo con voz firme: cómemelo. Comencé a chuparle su coño sin parar, metiendo mi lengua cada vez más adentro, agarrándole el culo con las dos manos y tirándola hacia mí. Las otras dos chicas no paraban de jugar con mi polla, me la comían, la lamían, me pasaban los deditos por mi capullo, o se la metían en la garganta. La chica que me ofrecía su coño se ponía de puntillas para que le comiera su culo.
Accedí a ello y le metí la lengua hasta lo más profundo de su culo, simulando que mi lengua era una gran polla. Cuando se hartó de que se lo comiera, se bajó del sofá y se puso a comerme la polla junto a aquellas otras chicas. Tres chicas comiéndomela. Me estaba muriendo de placer.
Empecé a lanzarme y a dominar la situación. Me puse de pie, cogí a una de las chicas, la puse a cuatro patas sobre la alfombra, le abrí su culito con mis dedos y se la metí sin pensármelo. Casi no gritó, era una profesional, no había duda. Las otras dos chicas se pusieron delante de mí y comenzaron a comerse sus coñitos mojados. La escena era de película. Mejor que la película que estaba dando la televisión de aquel hombre.
En la pantalla una chica recibía una gran corrida de un chico que casi podría ser su padre. Mientras estaba pasando todo esto, entró otra vez el jefe, se quedó mirando la escena, para acabar diciéndome: ¿Esto es todo lo que habías soñado? ¿Nada más? ¿No quieres correrte en sus bocas? ¿Insultarlas mientras las enculas? O cosas más sucias…Hazlo.
Oír eso y estar follando por detrás a una chica de unos 19 años, maciza, de pechos inmensos, seguramente operados, fue demasiado para mí, saqué la polla de su culo me puse de pie tocándomela para correrme, cuando las tres chicas vinieron a mi auxilio, agarraron mi polla y masturbándome con sus manos y lenguas recibieron mi corrida en la cara de una de ellas.
Las otras comenzaron a lamerle mi leche que caía por su cara y boca. Jugaban con mi leche y reían. Al final entre besos le pasaron mi semen a la chica más mayor, de unos 26 años, se puso de pie junto a mí, me miró con una sonrisa y dejo que viera como sacaba toda la leche de su boca y le caía por sus pechos llegando a su coño y después al suelo.
Una vez en el suelo, pensé que todo había acabado. Pero no. Las otras dos chicas empezaron a lamer el suelo y se lo tragaron. No daba crédito a lo que veía. Me limpiaron la polla con sus bocas y se fueron. Me quedé desnudo delante del jefe con el que empecé a hablar.
Jefe: Lo has pasado bien, no?
Yo: Sí…demasiado, increíble…
Jefe: Me caes bien pero te diré una cosa, he grabado todo lo que has hecho, si no quieres que lo vea tu novia, quizás dejes que tu hermana siga llevando la vida que lleva junto a mí, verdad? A cambio de tu silencio y del mío, podrás venir cuando quieras a mis fiestas. Que me dices?
Yo; Me quedé totalmente parado, y sin otro remedio pero pensando en lo bien que lo podrías pasar le dije: De acuerdo, dejaré a mi hermana aquí, pero no quiero que se meta en temas de drogas.
Jefe: Perfecto, no la obligaré a nada. Ella elegirá lo que quiere hacer.
Yo: Bien, me he de ir. Por favor, no le digas a mi hermana que he estado aquí. No quiero que se entere.
Jefe: No hay problema.
Recogí mis cosas y me fui de allí. Si aquel hombre no decía nada no me pasaría nada con mi novia, aquellas chicas que me acababa de follar estaban vendadas de ojos y no me reconocerían. Aquello podría ser genial de aquel día en adelante. Me fui a casa y me pegué una ducha. Por la noche vi a mi novia como si no pasara nada y todo siguió como antes.
Dentro de la casa paso algo bien diferente, nada más irme yo, el jefe cogió la cinta de vídeo que había grabado en la que salía yo follándome a aquellas chicas. Sentó a mi hermana en el mismo sofá y se lo enseñó todo. Mientras mi hermana lo veía el jefe se arrodilló en el suelo delante del sofá, le abrió las piernas bruscamente y le comenzó a comer el coño, ella se dejaba hacer sin quitar ojo de la cinta, entre excitada y acobardada de ver que su hermano había estado allí.
El jefe se la folló de la excitación que acumulaba de toda la tarde. Le clavaba la polla sin parar en su coño, la sacaba del todo y la volvía a meter cada vez más fuerte, gritándole: mira zorra como folla tu hermano, sigue así, mira que polla tiene. Mientras Lidia a cuatro patas se dejaba dar por el culo no paraba de mirar la televisión viendo a su hermano como también enculaba a una de sus compañeras de la discoteca.
Después de correrse en el culo de Lidia, se marchó a su despacho a hacer más trapicheos de los suyos. Lidia se reincorporó y fue corriendo a recuperar la cinta de vídeo, la guardó en su bolso y se fue. Estaba temerosa de encontrarme en casa y no saber que decir. Cuando llegó me miró y yo la salude como si nada hubiera pasado. Yo pensé que ella no sabía nada y ella prefería que fuera así.
Seguí acudiendo de vez en cuando a aquella casa repleta de lujuria, vicio y sexo. Mi hermana sigue saliendo con su novio y pegándosela con su jefe. Yo también se la pego a mi novia.
Total, la vida son cuatro días y en el más allá quiero decir que he follado mucho y de todas las formas posibles.
Gracias al jefe de mi hermana (o gracias a «vender» a mi hermana a su jefe) he podido follar con todo tipo de chicas: casi modelos, negritas, de pechos inmensos, orgías y conseguir cumplir fantasías de todo tipo. Hasta la próxima.