Mi nombre es Andrea, y si me atrevo a escribir este relato es porque creo que lo que a mí me paso pudo pasarle a cualquier persona, bueno, al menos eso creo.

Debo decirles que tengo 20 años, y físicamente puedo decirles que mido 1.70, piel blanca, y mis medidas no son nada del otro mundo, pero creo tener un bonito cuerpo, 92,62,93.

La aventura que viví comenzó al cumplir los 18 años, cuando mis padres decidieron remodelar mi casa, por lo cual mi hogar se vio plagado de trabajadores, entre carpinteros y albañiles.

Una mañana olvide llevar a la escuela una tarea, y regrese a casa por ella, entré sin hacer mucho ruido para que no fuera a molestarse mama por salirme de la escuela sin permiso.

Ya estando en mi cuarto oí unos ruidos raros que provenían de la cocina, y cuál no sería mi sorpresa al acercarme y ver a mi madre hincada con dos enormes penes entre sus manos, ¡¡¡estaba masturbando a dos albañiles!!!

Yo casi grito del susto, pensé en entrar y preguntar que pasaba, pero el solo hecho de pensar en acercarme a esas enormes estacas, me dio pánico, y lo único que hice fue observar cómo mi madre les daba tremenda mamada, mientras los albañiles solo cerraban los ojos y tiraban del cabello a mama, que solo se limitaba a mamar, así estuvo durante casi diez minutos hasta que ellos terminaron corriéndose en su rostro, después se subieron sus pantalones y salieron por la puerta del jardín, entonces decidí entrar y preguntar a mi madre que pasaba ahí, pero justo entonces volvió a abrirse la puerta por la cual entró un albañil y un carpintero y dirigiéndose a mamá le dijeron:

Ahora si mamita, nos vas a tener que dar no solo una mamada, sino una cogida como nunca jamás hayas tenido, mi mama solo se limitó a sonreír, y sin decir palabra, subió su falda y se sacó sus bragas y se dirigió hacia el refrigerador dándoles la espalda a los trabajadores y mostrándole su hermosísimo culo les dijo: ahora si papitos, regálenme sus penes, ellos se sonrieron y entonces el carpintero se acercó a mamá y la obligó a voltearse y tomándola de la cabeza la hizo volver a hincarse y le ordenó sacarle la verga, ahora si putita haz tu trabajo, al decir esto mi mamá lanzó un gemido que aun con el paso de los años no puedo olvidar, un gemido como de una verdadera hembra necesitada de macho, entonces mi madre le saco la verga y empezó a mamarla como una verdadera desesperada, mientras el carpintero le decía así putita, así, más duro, mientras el albañil los observaba atentamente empezando también el a masturbarse, fue entonces en que el carpintero ordenó a mamá levantarse y la hizo volver a recargarse en el refrigerador y tomándola de la cintura le hizo levantar el culo, que para este momento mi madre movía como una perrita en celo, entonces el hombre empezó a restregar la verga entre sus nalgas mientras mi madre lanzaba verdaderos gemidos y bramidos pidiéndole al hombre, ya papito ya dámelo, por lo que más quieras, entonces el tipo le dijo, eso quieres putita eso tendrás y tomándose el pene lo dirigió a la estrecha vagina de mi madre que para ese momento ya reclamaba verga a gritos, entonces empezó el mete y saca bestial que el tipo empezó a propinar a mi madre que solo se limitada a gemir y decir obscenidades.

-así papito así, más duro, hummmm, que bien lo haces papi

-si mamita, se ve que te encanta estar así ensartada como una verdadera puta verdad?

-si amor, me encanta, pero apúrate que todavía falta tu amigo hummm.

No lo podía creer mi madre estaba recibiendo la cogida de su vida y todavía pedía más, que verdadera puta que era.

Fue entonces cuando el hombre empezó a bramar y decir ah puta me vengo, me vengo al mismo tiempo que mi madre empezaba a mover el culo de una manera que exprimió al hombre como una naranja, y justo entonces mi madre comenzó a sentir que también su orgasmo llegaba, ahhhhhhhhhhh, así papito, asiiiii massssssssssss, que rico amor que rico papi.

Justo estaban disfrutando su orgasmo, cuando sonó la puerta principal, que era mi padre que llegaba del trabajo, mi madre no supo ni cómo logro vestirse y los hombres salieron disparados de la cocina no sin antes decirle a mi madre,

-me debes una putita, no me ordeñaste a mí, pero mañana lo harás verdad putita?

-si papito, lo haré lo haré, pero ahora vete que mi marido esta por entrar.

Yo lo único que hice fue salir de la casa corriendo sin poder borrar las imágenes antes vistas, y calles adelante pude sentir una humedad en mi entrepierna, creo que empezaba a ser mujer.