Pablo y Victoria
CHARLINES
Pablo se había levantado tarde, estaba febril y su cuerpo le pesaba mucho. Lentamente se arrastró hasta la cocina a desayunar. Esas navidades se había pasado bastante en comer y sobre todo en beber y ahora lo estaba pagando. A sus sesenta años, las resacas ya no se pasan igual. La fiebre lo tenía débil y casi atado a la cama. Desayunó sin prisa mirando sus correos y todo lo recibido en las diferentes aplicaciones. En Instagram alguien quería ponerse en contacto con él. Él siempre ha sido cauto con estas cosas, nunca se sabe. La verdad que era una mujer de apariencia normal, ni guapa ni fea, ni gorda ni delgada, pechos medianos y una bonita sonrisa.
Pablo tenía tiempo, miró con atención las fotografías de esa página y lo que vio le gustó. Se decidió a responder a su mensaje, con el típico.
- Encantado, ¿De dónde eres?
Siguió desayunando tranquilamente y sorpresa, la contestación fue rápida. La ciudad de donde partía la noticia era muy cercana a la suya, por lo que contestó dando más datos de su ciudad.
La verdad es que Pablo por su trabajo debía ir a menudo a la ciudad de esta muchacha. Siguió con su desayuno pensando que no contestaría muy rápido. Pero se volvió a sorprender, nueva contestación.
- Que bien, ¿sería posible vernos?, a mí me encantaría.
Pablo sorprendido siguió la conversación.
- Me parece muy pronto para ir tan rápidos, sería mejor ir más despacio.
En la siguiente contestación Victoria que así se llamaba la chica, le mandó unas fotografías bastante explícitas.
Pablo las miró ávidamente y lo que vio le gustó, tenía un buen cuerpo, bien formado y bien torneado. Meditó un largo tiempo y siguió con la conversación.
- La verdad es que tienes un bonito cuerpo. Pero yo soy muy mayor para ti.
Victoria contestó enseguida con más fotografías, cada vez más explícitas.
- Tienes que saber, que siempre me gustaron los hombres mayores y fuertes como tú. Me gustaría conocerte, pero no te asustes, no te voy a comer.
Pablo reía socarronamente y a la vez estaba muy sorprendido, jamás se había imaginado atraer a una joven como esta. Meditó un tiempo y por fin se decidió a contestar.
- Vale, el miércoles voy a tu ciudad por negocios, podemos comer si te apetece.
La contestación fue rauda y contundente
- Perfecto, dime dónde y nos vemos el miércoles.
Pablo le explicó a la muchacha donde quedarían y la hora a la que podrían comer, así mismo, le mandó un número de teléfono.
Pablo ese día desayunó tranquilo y se tomó unas pastillas para aliviar esa gripe que había adquirido involuntariamente. Ese día y los siguientes estuvieron hablando por Instagram, poco a poco se iban conociendo y cada día se acercaban un poco más.
Victoria es una chica muy atrevida y tenía a Pablo, caliente todo el día. Pablo más recatado, mantenía su intimidad protegida. Ese miércoles madrugó un poco más, se duchó, se afeitó y se puso uno de sus mejores trajes.
Subido en su automóvil, partió pronto, hacia la ciudad de Victoria, donde primero tenía que realizar sus gestiones, para después poder comer con ella tranquilamente.
Victoria en sus conversaciones le había contado que tenía cuarenta años, que trabajaba en una administración tras haber aprobado unas duras oposiciones. Que era una chica caliente muy caliente y que le gustaban mayores por qué tenían más paciencia y le daban más placer.
Pablo terminó su trabajo y se dirigió al restaurante, se pidió un vino blanco muy, muy frio. Victoria llegó puntual y la verdad, espectacular. Un vestido súper pegado, le hacía una figura impresionante, era casi una segunda piel. Sus pezones se marcaban poderosos bajo la tela y al trasluz, se veía que iba sin bragas. Victoria se acercó a él, le preguntó si era Pablo y le dio dos besos muy, muy suaves, en las mejillas.
Pablo sujetó sus caderas, atrayéndola hacia él, que estaba sentado en una banqueta.
- ¿Qué te apetece tomar?
- Lo mismo que tú.
Departieron muy amigablemente durante el vinito y después pasaron a comer.
Victoria, se acercó todo lo que pudo a Pablo y pidieron los diferentes platos. Su conversación era fluida y amena, los dos eran personas cultas y cualquier conversación tenía un periplo extenso.
Victoria no perdía de vista a Pablo y le acariciaba con la mirada. Pablo se relamía viendo el bocado que podría comerse y casi estaba seguro que así sería.
La prueba le llegó rápido cuando Victoria llevó su mano hasta la polla de él y la apretó con ganas. Victoria abrió la boca al notar el grosor de esa polla. Que si bien, no era muy larga, si era muy gruesa.
- ¡Joder tío!, ¿qué tenemos aquí?
- ¿Te gusta lo que tocas?
- Me encanta, ya estoy mojada, como una toalla tirada dentro de la bañera. Podemos ir a mi casa, vivo aquí cerca.
- ¿No prefieres tomar postre?
- No pienso dejar nada, paga y vámonos.
Se levantaron para ir a casa de Victoria. Por el camino Pablo, no quitó la mano de su culo, el cual tenía un tacto especial al ir desnuda por dentro. Entraron en el portal, un portal largo y estrecho, donde al final estaban los ascensores. El habitáculo estaba en el bajo y entraron.
Victoria le comió la boca a Pablo, como si llevase toda la vida pasando hambre. Bajó su mano al sexo de Pablo y lo friccionó en toda su largura. Victoria gemía y se apretaba en todo lo posible al cuerpo del hombre. El ascensor se detuvo de una manera brusca y Victoria botó sobre la boca de Pablo. Pablo no había dejado de magrear el redondo culo, mientras ascendían hasta el sexto piso.
Victoria sujetó a Pablo por la corbata y tiró de él, para acercarlo hacia la puerta de entrada de su vivienda. Una vez dentro lo llevó hasta el dormitorio y le dijo.
- Me gustan los maduros porque tienen paciencia y van despacio. A mí me encanta el sexo y sé que tú me harás disfrutar. No te pienses que soy una chica fácil. Hoy solamente dejaré que me hagas una pajilla.
Victoria se desnudó exponiendo su cuerpo ante Pablo. Ahora este, pudo admirar más de cerca esos preciosos pechos, duros, muy duros, con unas areolas grandes y unos pezones como tetinas de biberón. Pablo se relamía, absorto en la contemplación de esa hembra, que jamás hubiese pensado podría fijarse en él.
Victoria se tumbó en la cama vuelta hacia él, lo miró y le guiñó un ojo. Pablo lo entendió y lentamente fue desanudando su corbata, que pasó al rededor del cuello de Victoria. Botón a botón, desabrochó su camisa. Sentado en la cama se quitó los calcetines y dejó caer su pantalón. Mirando a Victoria fijamente, tiró de su slip hacia abajo, liberando su ya casi erecta polla.
Victoria miraba embobada como Pablo se iba desnudando para ella y observó con agrado que su polla era interesante, sobre diecisiete centímetros y gorda, muy gorda, si la sabía usar le daría mucho gusto.
Pablo tiró de la corbata hacia él, acercando la boca de Victoria a la suya y fundiéndose en un húmedo beso a la vez que se tumbaba junto a la chica.
La mano de Pablo descendió por el cuerpo de Victoria, lentamente, recorriendo el contorno de sus pechos y acariciando los pezones. Descendió hasta su sexo, lo notó algo seco y subió su mano hasta su boca, para dejar sus dedos impregnados en saliva. Bajó nuevamente y ahora sí, su mano se deslizaba entre los labios de Victoria que querían atraparlo y devorarlo.
Los minutos pasaban y ese coño cada vez estaba más húmedo y los dedos inexorablemente seguían haciendo surco entre sus labios. Victoria se retorcía de placer, quería ser penetrada, deseaba ser penetrada y gemía cada vez con mayor intensidad. De repente, Pablo paró. Su mano subió lentamente serpenteando por el cuerpo de Victoria hasta llegar a su pezón. Lo apretó y cada vez apretaba un poco más fuerte, hasta que Victoria habló.
- Cabrón, cabrón, cabrón.
¡Se estaba corriendo! Pablo soltó el pezón y bajó su boca a lamerlo, Victoria le echó las manos a la cabeza y lo apretó contra su seno. Nuevamente Pablo bajó la mano hasta el ahora encharcado sexo de Victoria y aprovechando sus propios jugos, se dedicó a estimular su clítoris.
Victoria a los pocos segundos, era un orgasmo constante y tuvo que cerrar las piernas para que Pablo cejase en sus caricias.
- Tengo que chuparte la polla, ya sé que dije que era una pajilla, pero tengo que comerme esa polla.
- Si no me pones el coño en la boca no hay polla.
Victoria no lo dudó, se sentó sobre la boca de Pablo y se tiró hacia delante en busca de su polla. La sujetó con su mano, la lamio y abrió su boca para acogerla en ella. Tuvo que abrir su boca de forma desmedida y de primeras solamente pudo albergar su capullo, el cual chupó con extremada gula.
Pablo por su parte, atacaba con la punta de su lengua el clítoris de Victoria. Sorbia los jugos que escapaban de su sexo y de vez en cuando movía sus caderas para follarle la boca.
Victoria lentamente fue engullendo la polla hasta tocar su campanilla, acostumbró su garganta y tras varias arcadas, logró albergar casi la totalidad de la polla dentro de su boca. Pablo de vez en cuando le follaba la boca y Victoria vivía en un orgasmo continuo. Orgasmo que le llevó a botar incontroladamente sobre la boca de Pablo. Orgasmo que le obligó a separarse de la boca de Pablo y temblar a su lado. Cada vez que el apretaba sus pezones, volvía a botar y orgasmar. Así estuvo, sobreexcitada unos eternos minutos.
Dándose la vuelta, aun con los ojos en blanco, lo miró con intensidad y le dijo.
- Ahora deberías follarme.
- Por hoy ya tienes bastante, ahí te dejo mi número, si quieres más me llamas.
Pablo se levantó, la tapó con cariño, se vistió y se marchó.
A los dos días Victoria se decidió a llamarle.
- Me gustó mucho como actuaste el otro día, me dio mucho morbo y me excité mucho.
- Me alegra que lo entendieras tan bien.
Pablo y Victoria conversaron un largo rato, ella quería tener algo más intenso con él y así se lo hizo saber. Aquel sesenta y nueve, le había gustado mucho, pero necesitaba sentirlo dentro, tenerlo dentro, llenarse de su calor y explotar entre sus brazos.
Esa semana Pablo iría a su ciudad el miércoles y le había prometido quedarse esa noche a pasarla con ella. Victoria era una mujer que casi siempre conseguía lo que quería y lo quería a él.
El miércoles habían quedado en el mismo restaurante para comer. Ese día Victoria se había vestido para matar. Una fina camisa de seda cubría su cuerpo y dejaba claramente observar el oscuro color de su areola. Sus pechos casi se apreciaban enteros pues tres botones desabrochados hacían que esa camisa casi no sirviera para nada. En su parte inferior, una falda, digamos que justa para no exhibir sus carnes. Unos tacones de diez centímetros, marcaban unas impresionantes piernas y elevaban su fenomenal culo.
Pablo se levantó de la silla al verla aparecer y le ayudó a sentarse. Esta vez se sentaron uno en frente de otro.
- Estas completamente arrebatadora.
Victoria sonrió e hizo un gesto de afirmación con su cabeza. Durante la comida Victoria le propuso a Pablo como emplear la tarde. Pablo por su parte aceptó gustoso. Al terminar de comer se levantaron para ir a casa de Victoria, como ya hicieran la otra vez. Al llegar al portal, Pablo metió su mano bajo la falda de Victoria y atravesó su sexo sin compasión. Allí mismo en el fondo del portal le follo con sus dedos hasta que ella le mojó la mano tras apagar su grito en su boca.
- ¿Me vas a hacer una pajilla como el otro día?
- ¿Te gustó, la deseas?
- Si a las dos cosas, me gustó mucho, mucho.
Entraron en la casa, Victoria iba delante, Pablo abrazó su cuerpo cogiendo ambos pechos en sus manos. Los acarició suave, con las palmas de sus manos y fue desabrochando todos los botones, hasta tener la camisa desabrochada. La sacó por sus brazos y besando su cuello, volvió a acariciar esos pezones, ya puntiagudos y desafiantes. Los apretaba y los acariciaba mientras la iba acercando a la habitación, a la vez que se desabrochaba su camisa y dejaba caer su pantalón sacándolo por sus pies. Al llegar a la habitación dejó caer su falda tras soltar los botones y se sacó el mismo los calcetines y el calzoncillo. La empujó sobre la cama y se acostó a su lado.
La besó con pasión a la vez que acariciaba sus pechos, apretaba sus pezones con cierta suavidad y luego los acariciaba, con las palmas de sus manos. Llevó su mano a la boca, impregnó sus dedos con gran cantidad de saliva y la bajó hasta su sexo. Esparció la saliva por el canal que formaban sus labios y empezó su interminable paseo por ellos. Sus bocas se sellaban demostrando la excitación de Victoria que ahora mecía en su mano la pétrea polla de Pablo, que empezaba a gemir al ritmo de la mano de Victoria.
Tras varios minutos de incansables caricias sobre el sexo de Victoria, Pablo elevó serpenteante su mano, hasta alcanzar su pezón izquierdo, lo apretó con ganas y notó como Victoria se retorcía entre sus dedos.
- Cabróón, más flojo, más flojo
- ¿De verdad, quieres más flojo?
Pablo apretó fuerte y cuando soltó el pezón, bajó su boca hasta él. Pasó esta vez al pezón derecho y lo volvió a apretar. Victoria gimió y apretó sus piernas con fuerza. Al tocar Pablo el pezón con su lengua, Victoria se estremeció.
Pablo volvió a llenar de saliva sus dedos y esta vez fue directo a su clítoris sin dejar de chupar el pecho de Victoria.
- ¡¡¡¡Te has corrido, pedazo de puta!!!!!
Acarició el clítoris de Victoria con suma delicadeza, suave muy suave, notando como esta se corría una y otra vez, entregada entre sus dedos.
- Ponme el coño en la boca y chúpame la polla.
Victoria no se lo pensó dos veces. A horcajadas encajó su coño en la boca de Pablo y se lanzó a por su polla como una loba hambrienta.
Victoria dejó que la polla entrara en su boca y la ocupase entera, que la llenara y le hiciera abrir al máximo su mandíbula. La saboreó, la chupó y sorbió de ella llenándose de su sabor. A la vez sentía como sorbían su coño, como lo lamian y como lentamente le volvía a llegar el orgasmo.
Pablo notaba su polla entera en la boca de esa mujer, como la adoraba, a la vez que él recogía en su lengua los jugos que generosamente le iba destilando ese coño.
Victoria empezó a temblar, a convulsionar su cuerpo, a la vez que los orgasmos se repetían en ella sin cesar. Tuvo que lanzarse a un lado para que Pablo parase de comerle el coño. Solamente podía gemir y sentir, sentir los espasmos dentro de ella.
Pablo la dejó tomar un poco de aire, tiró de sus piernas y le puso en cuatro al borde del colchón. Hoy si se la follaría y lo haría con brío y con fuerza. Entró en ella sujeto a sus caderas, entró lento, notando como ese coño iba abrazando su polla a la vez que lo exprimía en su interior. Se movía muy lento, a delante y atrás, entraba sintiendo la rugosidad de esas paredes y como se iban cubriendo de flujo que hacía muy placentera la penetración.
Victoria gemía y notaba a su vez como esa polla la llenaba, como iba abriendo su coño y como le propinaba cada vez más placer. Tras unos minutos de lento va y ven, Pablo azotó con fuerza la nalga de Victoria, esta chilló y apretó su culo contra la polla. Pablo asido con fuerza a sus caderas, aumentó el ritmo, otro azote y más ritmo, otro y un poco más.
- Dame fuerte cabrón, más fuerte, mas
Pablo sujetó a Victoria por sus muñecas y le dio con todas sus fuerzas, la cama se mojaba al ritmo de las embestidas de Pablo, que tensando su cuerpo y tirando con fuerza de las manos de Victoria, se quedó clavado en ella a la vez que le llenaba con su semen.
Victoria cayó casi desmayada en la cama, respiraba con dificultad y se relamía los labios del placer que sentía.
- Joder cabrón, menuda follada, menuda corrida.
Pablo se tumbó a su lado y descansó unos minutos. La tarde acababa de comenzar.