Carmen
Hola lo que os voy a contar aquí es una historia real que sucedió hace unos meses. Andaba yo chateando como habitualmente en el canal #parejas del IRC, a veces para pasar el rato o simplemente porque en ese momento no tenía a ningún amigo en el Notify ( la lista que te avisa de cuando se conecta un amigo tuyo ).
Un nick me llamó bastante la atención, más que nada por las cifras que contenía al final , el número 42, ¿ tendría esa señora 42 años realmente ? , ¿ será un bromista como tantos otros que se entretienen en el chat perdiendo el tiempo ellos y haciéndoselo perder a los demás ?, seguramente si pero… había que arriesgarse así que pulsé mi botón derecho del rato, pinché en » Abrir conversación » , y puse la primera frase .
Era una mujer de 42 años, se llamaba Carmen y trabajaba en una mercería en el centro de la ciudad, me mandó su foto y realmente era preciosa, rubia , con un tono bronceado de piel y un tatuaje en su monte de Venus…su sexo rasurado, el tatuaje era una especie de tigre o gato en tribal parecido a un conocido símbolo en los aviones caza del ejercito español . Seguimos charlando y me contó que su afición era el sexo, que estaba sola y aburrida y que yo no estaba mal en mi foto.
Soy un chico de 21 años, que tengo un puntillo resultón, aunque intento cuidarme al máximo, pero bueno, uno no siempre es como desearía ser… de todas formas creo que para mi edad estoy bastante pasable.
Quedamos al final después de que me llamase a mi móvil, y apareció, era tal y como aparecía en la foto, e incluso más guapa todavía si puede ser. Muy elegante, educada y con mucha clase. Me presente, nos dimos un par de besos y nos sentamos en una mesita apartada de aquella cafetería. Comenzamos a hablar un poco de todo, era muy simpática y creo que nos caímos bien desde el primer momento, ella se montaba tríos con su marido, pues era una mujer bastante liberal, yo prefería estar con ella a solas al menos la primera vez y más adelante ya se vería, aunque supongo que no tendría ningún inconveniente en hacer un trío con ella junto a su marido.
Después de un rato hablando me invitó a que la acompañase a su casa a tomar una copa lo cual acepté con mucho gusto. Subimos, era un quinto piso sin ascensor puesto que era una casa un poco antigua, pero muy reformada por dentro y la decoración me gustó bastante. Yo le conté algunas de mis fantasías, y me sorprendió con una frase.
— Cariño, yo en 26 años casada he hecho de todo así que no me parece mal nada de lo que me dices.
Me sirvió un whisky con coca-cola el cual fui apurando poco a poco, al mismo tiempo Carmen puso en la televisión una película porno donde salía una señora de su edad también muy bien conservada comiéndose el tremendo miembro del mayordomo del chalet, que era un jovencito mulato de mi edad con una tranca de no menos 25 cm.
— Joder, qué pollón que tiene el mulato ¿ eh ?
— Sí, la verdad es que sí.
— Y tú qué tal andas de músculos en el brazo y el pecho ya veo que nada mal y ¿ qué tal está este músculo?.
Empezó a acariciar mi paquete a través del pantalón vaquero mientras con la otra mano desabrochaba los botones de la cremallera y me quitaba el cinturón.
Me quité los pantalones, y ella se desabrochó la blusa, a la vista quedaron mis bóxer de lycra rojos y negros, una autentica » pieza de fantasía » que me compré un día para darme un capricho y vestir con elegancia y sexy también por dentro. Me compré aquellos bóxer en una tienda de ropa gay en Chueca, la verdad es que si en algo he admirado a los homosexuales es que si se visten bien tienen muchísima clase, para elegir una ropa cómoda y a la vez sexy ( lógicamente si se visten con camisas de lentejuelas rosas pues la verdad es que me resulta de lo mas hortera ). Mi polla se endurecía por momentos y empecé a meterle la mano a Carmen entre los pliegues de su falda, una mini blanca de vinilo, le subí la falda y llegué con mis manos a poder acariciar aquellos muslos. Carmen me estaba acariciando la polla por fuera de los bóxer, sus manos eran suaves, y me estaba masturbando con delicadeza y mucho, muchísimo tacto. Se inclinó sobre mí mientras en la televisión una adolescente de 18 años recibía una tremenda corrida en su boca por un negrazo que la había estado follando durante un buen rato.
La boca de Carmen se acercó a mi miembro y poco a poco desaparecía entre sus labios gordos y rosados, tenía una boca que parecía diseñada para hacer mamadas como una campeona, se nota que tenía muchísima experiencia. Yo comencé a acariciar su coño por encima de su tanga de seda morada, y notaba ese calor y esa humedad caliente de su coño, le retiré el tanga y comencé a introducir un dedo en su coño mientras ella seguía con la mamada. La di la vuelta y me puse a comerle su coño, era delicioso, muy cuidado, con unos labios preciosos, y un clítoris que llamaba mi boca a gritos .
— Oscar, cómeme el coño, quiero ver cómo me comes el coño y seguro que lo haces de vicio.
Y así fue sin dudarlo un momento me dediqué a saborear ese coño, era de lo mejor que había probado nunca, lo que más me gustaba es que estaba totalmente rasurado, el sabor, el tacto, el calor era indescriptible con palabras. Después me pasé a su culo, el cual también chupé y me deleité con él, practicándole a Carmen un beso negro espectacular. La verdad es que comerle el coño y el culo a una mujer es mi perdición.
Puse a Carmen a cuatro patas y comencé a penetrarla por detrás mientras ella se movía como una autentica perra en celo jadeante y pidiéndome a gritos que se la metiese hasta el fondo. Continué mis movimientos, ella me pedía más y más, yo después de un rato embistiéndola decidí correrme, la di la vuelta y ella me pajeaba hasta que toda mi leche salió disparada a su abdomen y sus pechos, ella se restregó con la otra mano mi semen, mientras se incorporaba para mamarme otro poco y limpiar los restos de mi corrida. A mí la verdad es que no se me había bajado el empalme porque estaba muy cachondo. Así que quise penetrarla por ese culito tan apetecible que había visto hacia pocos momentos, ella se sentó encima de mí y comenzó a meterse mi pene duro despacito hasta que consiguió entrar y comenzó a pegar botes encima de mí, yo la seguía el ritmo embistiéndola analmente, estaba sentado en el sofá así que cuando ella bajaba yo embestía contra su culo haciendo una breve flexión con las manos apoyadas en el sillón levantando mi cuerpo y el suyo a la vez, era lo más, después cambiamos de posición y Carmen siguió cabalgando sobre mí, esta vez ella estaba en frente mía, y mientras botaba sobre mí, yo acariciaba sus senos, besaba y lamía sus pezones. Ella me pidió que le echase la leche en la boca así que ni corta ni perezosa se arrodilló delante de mí y deposité en su boca toda la cantidad de semen que me fue posible, cayendo algo encima de sus labios que se afanó en degustar restregándose la lengua por la comisura de sus labios, y el resto cayendo en la barbilla y en sus pechos nuevamente.
Nos quedamos tendidos en el sofá, notando el peso de su cuerpo sobre mí, después nos dimos una ducha y una vez vestido me despedí de ella, deseando volverla a ver. Bajé de nuevo por las escaleras, y en uno de los pisos me encontré a un hombre cansado, con traje, corbata y un maletín, de unos 42 años… ¿ sería su marido ?