A otra vida
Los pensamientos sobre su vida , le decían que no era la que ella hubiese querido verdaderamente vivir, sus cincuenta años, para nada marcaban que la menopausia ya le había llegado, de mediana estatura, más bien delgada, con un corte de mujer del sur de España, algo morena, cintura fina, pelos renegridos, nada decía de su trabajo en las tareas del hogar, de su hombre, el único que tuvo en su vida , su marido (el la inicio en el sexo y no comparo nunca), de sus hijas hoy ya fuera del nido iniciadas en relaciones sin ataduras desde adolescentes, no comprendía a la juventud su conducta libre y desprejuiciada, siempre ella trato de ponerle limites, ahora sabe que era para que no tuvieran efectos no deseados «hijos» o cumplir con normas de otros.
Prefirió mantener relaciones con su marido dos o tres veces por mes, era un acto rutinario, que esos métodos modernos solo complicaba, recordando mejor al principio no fue así, en esos momentos sintió esas ganas que la llevaron al lecho de el varias veces .
Esos días de calores, le recordaron las primeras veces, su sexo existía, también recordó como se contuvo con su vecino que en ese momento en su misma casa le robo un beso, lamentando no probar ante el riesgo de quedar embarazada, imposible de olvidar.
Que ganas tenia de llamarlo, los pensamientos lascivos la fueron invadiendo, era libre, estaba presta ¿Cómo ahora a esta edad atraería a los hombres que siempre hecho?.
Fernando (32) y Carlos (16) eran los albañiles que contrato su marido para reparar el techo y otras cosas necesarias en la casa, su sola presencia la acerco a cuerpos de hombres al templo de su casa, quizás las ganas reprimidas de Graciela, el recuerdo del, la única transgresión en su matrimonio, la falta de ganas que busco encontrar en el lecho matrimonial, las conversaciones con sus hijas sobre sus relaciones libres, todos eran elementos que sumaban en su mente para probar.
Despertó esa mañana con sus dedos en la mojada vagina, su marido ya no estaba pero por lo que escuchaba los albañiles estaban trabajando, desde el baño se divertía en escuchar la charla sobre mujeres que llegaba a sus oídos por el respiradero, llevaban minutos que aprovechaba para acicalarse, hasta que salieron de labios del oficial las ganas de voltearse la patrona !Ella! esa misma noche soñó con el, hacerlo en la mesa del comedor, madera sólida, fuerte, inmutable al peso y movimientos .
Podríamos pensar que fue un día normal, no nos confundamos, fue el día de la decisión, a media mañana como otras veces llamo a Fernando para darle una merienda, tomó sus fuertes manos y sin pensarlo más las puso sobre su sexo, el hundió sus dedos en su raja, dándole un beso, el primer paso a otra vida estaba dado, su compañero arriba advirtiendo que era lo que pasaba se «escondió» de la vista de los amantes, lo llevo hasta apoyar sus cachas en la fuerte mesa bien en el borde, levantando sus polleras sin braga estaba su deseosa vagina la expresión de ella era toda una entrega !No te hagas problema! sus oídos escuchaban de su propia boca ese léxico tan lejano a su vida y ahora una realidad.
Bajando sus pantalones y calzoncillos, con su erecto falo penetro, un entre y saca y un gran chorro de leche en esa vagina deseosa sobre el ara de madera certifico que ahora si era infiel, el goce que la invadía se trasmitía en jadeos interminables, dos veces acabo, dos veces entregada.
Su sueño se hizo realidad, sus miedos se transformaron en goces y su sangre hervía de ganas de sexo.
Sabiendo que esa mujer estaba emputecida, llamo a Carlos, el muchacho ágil, fuerte, dócil, bajo.
Al ver a la «señora» sobre la mesa y las indicaciones de su jefe desnudo, tomo su lugar mientras veía como le arrimaba a la boca con los jugos y restos de semen ese falo, ella abrió los ojos, sonrío con gusto el cambio , dio vuelta la cara, se corrió un poco mientras Fernando le sostenía la cabeza que le quedaba en el aire y lo que nunca había hecho, lo gozó hasta el éxtasis, esa barra de carne en su boca acompasaba una cogida de fuerza y ganas en su vagina, dos falos en su cuerpo yermo, pero preparado sin duda para gozar, sin dudas podrían decir que era una puta, pero jamás imagino que no le importaba.
Esa noche al bañarse, se encontró con su mano jugando y recordando lo sucedido a la mañana, su marido quiso jugar con ella y accedió, revalidando que para gozar, ese cuerpo no era el indicado, recordó la fuerza del chico y sonrío moviendo su lengua recordando el falo limpiado en su boca, durmió plácidamente.
Le pidió a Fernando que lo hicieran uno por vez, comenzó con el mamando ese falo, hasta que succionándolo trago su leche, siguió con Carlos, esta vez en la cama matrimonial si gozo las fuerzas de la juventud, calmándolo en sus ímpetus, le fue enseñando, logrando que comprendiera que todo no era fuerza.
La obra terminó, se las arregló para que el día anterior repitieran ese primer día más ordenadamente, más profesional, pero dejando claro que los iba a extrañar.
No dudo, al sentirse tan sola a los dos días sin sexo fuerte, llamo a su vecino, se animo a decirle que lo quería ver.
El horario no incluía la presencia de su marido.
Una vez dentro de su casa, tal como a Fernando le tomo su mano y se le acercó a su vagina, el beso de el no tardo en llegar y como su primera vez en esta vida, esa mesa fue el altar de entrega de su cuerpo al goce, ahora sí podría hacer el amor como al principio, con ganas, pero sin miedo.
Siempre se dice que en todo cuerpo de mujer hay un puta desatada, creo que este es el principio de Graciela, no me extrañaría, que no le alcanzara con su vecino, siguiera con otros.