Serrana
Las gotas de lluvia golpeaban en el cristal de la ventana incesantemente, el viento doblaba las ramas de los árboles y el frío era tan intenso que se iba colando por las paredes.
Me serví una copa de cognac y me conecté a internet mientras esperaba a Martín.
Abro mi correo y había recibido un e-mail de mi amiga Serrana invitándome a chatear.
Entro a la sala y estaba esperándome, luego de saludarnos decidimos abrir una sala privada, a fin de conversar más cómodas.
Paula – Hola que tal como has estado todo este tiempo?
Serrana – Algo complicada, pero ahora estoy mejor y vos?
Paula – Yo bien, sigo con Martín y nuestras aventuras como siempre…
Serrana – La verdad que te envidio, encontraste al hombre ideal, que te sigue la cabeza, no te censura, es más te apoya en todo.
Paula – Es recíproco, también yo lo continento, con relación a la sexualidad cuando decidís atravesar la frontera tenes que tener las cosas muy claras y alguien al lado que te sostenga.
Serrana – Es verdad en lo que decís, en cambio yo, aquí estoy con mis frustraciones y mis fantasías, nada más.
Paula – Porque fantasías, está en vos en llevarlas a cabo.
Serrana – Puede ser, pero …no sé, no me animo.
Paula – A que le temes?
Serrana – No sé si es temor, o pudor, o como llamarlo.
Paula – No me digas que no te gustaría sentir las caricias de una mujer en tu cuerpo, su lengua recorriéndote, sus dedos explorándote y descubriendo sensaciones nuevas, diferentes.
Serrana- Paula, por favor, no escribas esas cosas que me siento incómoda.
Paula – Incómoda, o te gustan? Creo que más bien te excitan, o me equivoco?
Serrana – Bueno, no sé….. en realidad me excitan…
Paula – Si te excitan, porque mejor no las disfrutas, relájate.
Serrana – Es fácil decirlo, pero hacerlo…
Paula – Imagínate que mis manos van acariciando tu cabello, te lo retiro de los hombros y comienzo a hacerte un suave masaje para que vayas aflojándote.
Estas muy tensa, mis manos se mueven despacio en tu nuca y tus hombros, para que te sientas mejor te quitare el sweater.
Mis manos tibias acarician tu piel suave, cerras los ojos y empezas a sentir.
Serrana – Paula, por favor, no sigas, no seas malita….
Paula – Voy masajeando tus vértebras una por una, tenes muchos nódulos en tu espalda, trataré de que te aflojes.
Poco a poco te vas relajando, ya parece que no estas tan tensa, te gustan mis masajes?
Serrana – Tus palabras actúan como tus manos, realmente me siento mejor, menos tensa, ni quiero pensar lo que sería sentirlas de verdad.
Paula – Hace de cuenta que son reales. Mis manos siguen bajando por tu espalda, ahora los masajes se intercalan con caricias, besos suaves.
Te gusta, los estas disfrutando?
Serrana – Si me gustan…
Paula – Te quito tu ropa interior y paso mis manos por tus nalgas, bajo un poco más y acaricio tu vagina con las yemas de mis dedos, puedo sentir la humedad de tu sexo, tímidamente abres un poco más las piernas y así exploro tus hendiduras.
Serrana – Mmmmm, que placer.
Paula – Siente como mis labios rozan tu clítoris, como mi lengua se va abriendo camino en tu cueva húmeda, calurosa, tupida.
Mi lengua sigue internándose en tus agujeros, buceando en ellos, saboreando tus jugos.
Serrana – Por favor, Paula, para ya, detente, me estoy mojando en serio y me da vergüenza.
Paula – Ese es mi cometido, hacer que te mojes y me desees.
Ahora estas frente a mí, tus pechos me invitan a degustarlos, tus pezones están erectos se sienten suaves al tacto, los beso, los acaricio, te gusta.
Serrana – Si, me encanta, no pares, continúa.
Paula – Nuestros labios se encuentran por primera vez, tu tímida lengua busca la mía.
Nos besamos apasionadamente, ahora tus manos quieren conocer mi cuerpo, me tocas, me acaricias, me besas.
Serrana – Sigue, sigue….
Serrana – Paula, Paula, donde estas?? Contéstame por favor.
La tormenta cortó la luz y también los sueños.