Pasatiempos de Sofía

Claudio se hizo absolutamente adicto a su hermanastra.

Por supuesto, ella, con aires de diosa, lo recibía en su cuarto-santuario sólo cuando lo deseaba.

El resto del tiempo, apenas parecía notar que su hermanastro menor existía.

Y él, desesperado, se conformaba con desearla y recordar de lejos las delicias de cada visita escondida.

A veces, cuando el tiempo pasaba y ella no manifestaba ningún interés, Claudio se las arreglaba para deslizarse a escondidas a la habitación de ella y buscar cualquier cosa que tuviera su aroma, para luego correr a su propio cuarto a masturbarse con tranquilidad.

Para colmo, últimamente parecía que Sofía disfrutaba más con la compañía de sus amigas, especialmente Andrea, una rubia muy atractiva, compañera suya de la universidad.

Andrea comenzó a frecuentar la casa, con la excusa de terminar un proyecto importante para la facultad.

Se encerraban en el cuarto con Sofía durante horas y a veces, su misma hermanastra se quedaba con su entrañable amiga, en su casa, supuestamente para estudiar.

La amiga de su hermanastra también ocasionaba temblores en el miembro deseoso de Claudio, sobretodo cuando venía con esos jeans increíblemente ajustados que modelaban un impresionante trasero moldeado con perfección.

Una tarde aburrida, Claudio se sentía absolutamente frustrado.

Sofía había partido – para variar – a casa de su amiga inseparable.

La casa estaba casi en silencio, pues su padre y su madrastra se encontraban en sus respectivos trabajos; y la nana, en un eterno viaje al supermercado.

Hastiado de recorrer cuanta página de internet pornográfica encontró, Claudio se vio de pronto frente a la puerta de Sofía, preguntándose si no encontraría algo más interesante en ese lugar, ahora que su dueña no estaba.

Entró a la habitación, perfectamente ordenada, pero no halló nada fuera de lo común:

Libros en el escritorio, cosméticos en el tocador, ropa en el closet, peluches sobre las almohadas y un cuaderno sobre la colcha.

Se acercó para darle una hojeada, y entonces pateó algo bajo la cama, sin querer. Se agachó y encontró una cinta de video. La tomó para observar lo que tenía escrito en la solapa.

Sólo decía una palabra: «Andrea». Estuvo a punto de dejar el objeto donde lo encontró, pero la curiosidad lo picó de inmediato.

¿Se trataría de alguna película interesante o uno de esos estúpidos videos caseros de cumpleaños infantiles con toda la familia..?

En fin, después de todo no había nada más interesante que hacer que revisar aquella película misteriosa, de modo que se la llevó a su cuarto junto con una bolsa de galletas y una Coca-Cola.

Se recostó en la cama y puso play mientras sorbía su refresco.

La primera imagen mostraba a alguien llevando la cámara a través de los cuartos de un agradable departamento.

De pronto, se sobresaltó. Sobre un sofá, Sofía, su propia hermanastra, apenas vestida con ropa interior blanca mínima, leía una revista distraídamente. La cámara se acercaba.

– Vamos, linda, una risa para la televisión – Dijo la voz de Andrea. Obviamente era la camarógrafa.

Sofía sonrió mientras se ponía de pie y caminaba hasta una cama de colcha blanca, junto a un gran ventanal con balcón.

Luego se tendió boca abajo mientras continuó hojeando la revista. La cámara tembló.

Andrea la había dejado sobre un trípode, apuntando directamente hacia Sofía.

Luego apareció la autora de las imágenes.

Claudio se incorporó en el momento en que Andrea entró al encuadre, sólo con una breve tanga negra y con los pechos desnudos.

Claudio sintió como su pene se erguía lentamente. Los senos de Andrea eran diferentes de los de Sofía.

Mientras los de su hermanastra eran algo cónicos, abundantes y puntiagudos, los de Andrea eran suculentamente redondos, enormes y con inmensos pezones duros.

Deja de leer eso, tonta – dijo Andrea, mientras pasaba un dedo tras el broche del sostén de Sofía.

¿Estás grabando? – Preguntó Sofía, mirando directamente a la cámara.

¿Y porqué no? – Preguntó Andrea, desabrochando el sostén de su amiga. Sofía sonrió y dejó caer la prenda de sus hombros. Se incorporó para ponerse frente a la rubia, siempre mirando hacia la cámara con gesto pícaro.

¿Y qué vas a hacer con esta película? – Preguntó ahora Sofía, mientras se arreglaba el cabello detrás de las orejas.

Andrea había cogido con ambas manos los pechos de la otra, jugueteando con sus pezones ya endurecidos.

No sé, podríamos verla luego de estudiar… – Dijo Andrea lanzando una breve carcajada que luego terminó con todo el seno de Sofía dentro de su boca.

Claudio no podía creerlo. Los ojos se le salían de las órbitas.

Debió retroceder la imagen para convencerse.

La puso en cámara lenta. Sólo entonces estuvo seguro de no haber imaginado lo que veía.

Andrea estaba lamiendo desesperadamente un pezón de Sofía mientras su hermanastra lanzaba largos y suaves gemidos, acariciando el pelo dorado de su amiga.

Luego, Andrea tomó con ambas manos cada pecho de su amante y comenzó a amasarlos, mientras con una larga lengua, los acariciaba por turnos en las areolas. Sofía echó la cabeza hacia atrás, con los ojos entornados.

Después, Andrea puso sus manos en la nuca, con gesto de satisfacción, mientras Sofía era ahora quien jugaba con sus enormes pechos mitológicos.

Sí, era increíble. Ahí estaba su propia hermanastra chupando los grandes globos blancos, mordisqueando las puntas rosadas, queriendo tragar esas masas temblorosas, mientras Andrea sonreía, entrecerrando los ojos y dejando escapar profundos jadeos.

Sí, así, continúa… Muerde con fuerza… Chupa las puntas, así, delicioso… – Murmuraba Andrea mientras acariciaba la cabeza de Sofía, presa del delirio.

En seguida, Sofía se lanzó bruscamente de espaldas en la cama. Tenía las piernas separadas. Reía, sin decir una palabra.

Andrea, con lentitud y gesto de complicidad, retiró las bragas blancas para arrojarlas a un rincón del cuarto.

Se veían ya empapadas de lubricante.

Claudio sintió como su glande volvía a latir como aquella vez cuando la vio en la ducha.

Apareció Sofía, completamente desnuda, con las piernas abiertas, entregada a los apetitos de su amiga.

Andrea acercó su cara a los muslos, los que acarició con las mejillas.

En seguida, procedió a besar alternadamente la cara interna de sus piernas, hasta casi llegar a las ingles.

Se oían claramente los gemidos ansiosos de Sofía que rogaba por una acción más directa. Pero Andrea se tomaba su tiempo.

Separó al máximo las piernas de Sofía mientras observaba atentamente los labios increíblemente hinchados y húmedos.

Estás deliciosa – Comentó, mientras daba una rápida lamida a la superficie empapada de lubricantes. Sofía se estremeció y dejó escapar un grito breve.

En seguida, atacó de frente. Comenzó a lamer alternadamente los labios mayores y menores, succionando casi ruidosamente.

Metía y sacaba la lengua de la cavidad vaginal, haciendo que Sofía temblara, moviendo su pelvis con desesperación.

Ahora, con habilidad, Andrea introducía dos de sus dedos por el canal empapado, mientras su lengua se concentraba ahora en frotar frenéticamente la cabeza del clítoris asomado.

La distancia de la cámara no permitía verlo, por supuesto, pero Claudio reconoció en los temblores de Sofía cuando estimulaba ese mínimo órgano.

Andrea separaba los pliegues de la vagina, hasta convertirla en una abertura húmeda y palpitante, la que succionaba, mordía, lamía, chupaba y recorría con su lengua, hasta que el éxtasis de Sofía llegó, haciendo que esta, en la desesperación del orgasmo, levantara las caderas, aprisionando el cuello de Andrea en medio de convulsiones y gritos de placer.

Claudio estaba demasiado impresionado como para seguir frotando su propio pene a punto de explotar.

Espera, espera, que vas a matarme. – Replicó Andrea, acariciando con el índice la boca sonriente de su amiga que descansaba y lamía el dedo con movimientos lentos de su lengua. – Porque quiero que conozcas algo especial que guardé para ti.

Andrea, aún con las bragas puestas, salió del encuadre de la cámara.

Sofía permaneció en imagen un par de minutos, mientras se acariciaba perezosamente los pezones y suspiraba satisfecha.

Su amiga regresó trayendo un extrañísimo objeto que mostró maliciosamente a la cámara.

Claudio detuvo la imagen para observar mejor el adminículo.

Era un pene de dos cabezas, un monumental consolador que en cada extremo tenía la forma de un glande perfectamente delineado en el momento de la erección.

Parecía de un material duro, pero flexible, casi del color de la piel humana.

Se trataba de una situación increíble, y Claudio se relamió los labios, fascinado, antes de volver a dejar correr la imagen.

Separa tus piernas, preciosa, que vamos a gozar como aún no sueñas – Anunció Andrea acercando uno de los extremos a la siempre dispuesta vagina de Sofía. Ella, obediente, afirmó los codos sobre la cama, mientras abría las piernas, recibiendo el objeto ansioso.

Andrea fue penetrando suavemente cada centímetro de la vagina de Sofía, con habilidad extrema. Lentamente, la cavidad volvía a bañarse en sus jugos espesos.

«Mmmhhh…» Pronunció Sofía mientras movía suavemente las caderas para hacer más profundo el ingreso del consolador.

Parecía gozar enormemente con cada movimiento que Andrea aplicaba al objeto.

De hecho, Andrea dio más velocidad al enorme pene sintético, provocando que Sofía dejará escapar gritos delirantes.

No, no vas a tener ningún orgasmo aún – Advirtió Andrea, deteniendo el movimiento frenético del consolador – Porque aún falta la segunda parte.

Y luego de decir eso, Andrea se quitó rápidamente su tanga y acomodó su pelvis justo al frente de la vulva ardiente de Sofía, atravesada por el consolador.

Quedaba una buena porción de éste afuera, terminado en un glande de realismo sorprendente.

Entonces, con pericia, Andrea comenzó a deslizar la punta del objeto dentro de su propia vagina, a medida que iba acercándose paulatinamente al cuerpo de Sofía. Claudio estaba embobado.

No era difícil adivinar que lentamente, ambas vulvas terminarían rozándose.

De hecho, en medio de los jadeos y gemidos de las dos amigas, las vulvas, penetradas por el mismo pene de juguete, se unieron, mezclando la multitud de los jugos producidos.

Y comenzaron a frotarse, a restregar los labios ansiosos, los clítoris erectos, como si cada una luchará por tragar un centímetro más del largo objeto que las había penetrado.

Cada una, Sofía y Andrea, comenzaron a mover cadenciosamente sus caderas, para que la fricción de las vulvas desatara el orgasmo simultáneo.

Al mismo tiempo, estos movimientos hacían que el pene sintético se retorciera dentro de sus vaginas, logrando que ambas dieran verdaderos aullidos de placer.

De pronto, Sofía saca su porción de consolador. El pene se separó de su vulva, bañado en verdaderos charcos de lubricante, brilloso por los deliciosos jugos con los que fue acariciado.

Entonces, Andrea voltea y se pone de rodillas, sosteniéndose con ambas manos de la cama. Parecía una gata en celo, rubia y desquiciada de deseo, con más de 20 centímetros del consolador asomando de su vulva ardiente.

Entonces, Sofía, ansiosa hasta el delirio, también se pone en aquella posición, mirando en sentido contrario, dejando que la dureza del juguete la penetre mientras acerca su trasero al de su amiga.

Se notaba que Sofía estaba horriblemente húmeda, porque el consolador penetró nuevamente cada palmo de su vagina con suavidad, deslizándose.

Y cuando ambas vulvas se tocaron, cada una en posición de gateo sobre la cama, comenzaron a repetir los movimientos frenéticos, gritando, sacudiendo sus caderas, friccionando los labios vaginales completamente inflamados, retorciendo las cabezas en medio del delirio del placer.

¡Así, muévete, mueve las caderas, sí, continúa… No te detengas! –Suplicaba Andrea, mientras la cámara captaba cada gesto desesperado de su rostro, que parecía no poder resistir esa agonía de buscar el orgasmo.

¡¡Quiero más, dame más!! – Gritaba Sofía, moviendo la pelvis con tal violencia, que sus pechos se balanceaban con rapidez mientras ella pugnaba por frotar al máximo los labios vaginales de su amiga con los suyos propios.

Unos segundos después, ambas alcanzaron un orgasmo violento y tan prolongado, que se retorcieron al unísono, mientras el consolador, untado completamente en los jugos de Andrea y Sofía, se deslizó fuera de los cuerpos para caer empapado sobre la colcha.

Las dos, sudadas y temblorosas, cayeron sobre la cama con las piernas abiertas y jugosas, jadeando y riendo luego de esa sesión de sexo lésbico inolvidable.

Sofía se incorporó y luego Andrea la besó mordisqueándole la boca.

Nadie sabe mejor que tú cuál es el placer que de verdad necesito – Dijo Sofía mientras acariciaba sensualmente su vientre.

¿Y tu hermanastro? ¿No me dijiste que te dio unos orgasmos increíbles para sus 16 años? – Preguntó Andrea, con una sonrisa.

La verdad, sí. Hace un sexo oral exquisito, y lo cierto es que tiene un pene que se te haría agua la boca… – Comentó Sofía, pensativa, y luego agregó – Me haría mucha gracia saber si es capaz de darnos una buena sesión de sexo a las dos juntas.

¿Tú dices un trío? – Preguntó Andrea, lanzando una carcajada – ¿Y porqué no? Tú sabes que desde que vi a ese hermanito tuyo me lo imaginé dando sorpresas en la cama. Bien. Por mí no hay problema…

Ambas rieron ruidosamente. Entonces Andrea se puso de pie.

Bueno, llegó la hora de apagar esta cosa. Tenemos que estudiar.

La cámara se apagó y las líneas desordenadas llenaron la pantalla del televisor de Claudio, que acababa de masturbarse luego de ver esa increíble película pornográfica casera, en donde su propia hermanastra era la estrella.

Así que esto es lo que haces para entrar en calor antes de los exámenes…- Pensó Claudio en voz alta, mientras inyectaba la cinta – y vamos a ver su tu amiguita cumple con sus amenazas frente a la cámara…

Continuará