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Me iniciaron

Me iniciaron

Una joven huérfana y adinerada es iniciada en la relación lésbica por una sirvienta y su amiga deportista despertando un auténtico volcán sexual.

Me dicen Kitty, soy una chica de 15 años y un cuerpo como de 20, 1.60, piel de durazno y tetas grandes para mi edad. Rubia de nacimiento y bastante buena. Hace mas de un año que me ocurrió algo de lo que no puedo apartarme más. Yo soy hija única de padres que murieron después de que cumplí los 15 (un accidente vial), desde entonces he vivido solo con la tutela del abogado de mi familia que me provee de todo lo que me hace falta, pero vivo en mi casa sola, con una señora mayor que viene todos los días a cocinar y a limpiar.

Como decía esa señora se ocupaba, de esos asuntos hasta que los de la agencia dijeron que la señora estaba muy enferma y enviarían a otra persona a reemplazarla. No me preocupe demasiado ese día y fui al colegio como siempre. Al llegar ese mediodía toqué a la puerta y abrió la nueva empleada. Era una mujer como de unos 30 años, pelo negro y rostro hermoso, parecía muy recia cuando la miré, y me dijo: Vaya, pensé que eras una niña pero veo que eres toda una mujer ya. La mire y sonreí pensando en el halago sin darle importancia y le dije que tenía casi 16 años. Me miró de arriba abajo y sonrió, me dijo que la comida estaba servida. Fui al comedor y me serví, era un manjar. Lo disfrute y pensé en nunca volver a llamar a Juana, la antigua señora. La tarde transcurrió tranquila, hice un poco de gimnasia en el patio mientras veía pasar a esta mujer extremadamente bonita para ser camarera.

Luego de transpirar un poco, fui a darme una ducha pero no recordé de llevar una toalla para mí. Grité desde la ducha para pedirle una a Laura (así se llamaba), en unos segundos pude escuchar sus pasos, estaba tratando de sacarme el shampoo del rostro cuando vi que ella había estado parada hace un rato ya con una sonrisa entre sus dientes, me asusté un poco y estiré mi mano para recibir la toalla pero ella parecía embobada mirándome, cuando la miré enojada se dio cuenta y me la alcanzó.

Esa situación pasó y los días volaron como si nada, siempre notaba que cuando yo estaba haciendo gimnasia o estaba probándome ropa ella siempre estaba cerca y presta para ayudarme. Un día mientras me probaba un mini infartante se acercó a mí me ayudó abrocharme por detrás, vino por detrás y me agarró entre sus manos la cintura como atrayéndome hacia ella y pude sentir el roce de sus tetas en mi espalda, me excité un poco por el roce y ella pareció darse cuenta porque cuando estaba por darme vuelta ella desapareció a sus tareas. Esta conducta estaba empezando a afectarme, cada vez que ella me miraba era como que me miraba en forma extraña e insinuante. Un día que no estaba fui a su habitación para ver sus pertenencias y saber algo mas de ella pero mi sorpresa fue mayúscula cuando encontré en un cajón una braguita mía que pensé que había perdido, estaba medio húmeda, y tenia un olor extraño, la dejé y me quedé un poco indignada pensando en el por qué.

Ella decía que una chica como yo debía alimentarme bien, por lo que todos los días me preparaba un plato dulce con mucha miel y bananas. Yo disfrutaba porque soy media golosa. El hecho es que notaba que luego de ese postre siempre quedaba medio excitada todo el día y tenía que masturbarme en el baño a escondidas de ella. Yo siempre fui una chica de leer textos novelísticos, y todavía leo, pero mi calentura iba creciendo cada día que la pasaba con esta mujer, un día noté que ella leía unas revistas que yo imaginé eran de moda o ropa femenina, pero grande fue mi sorpresa cuando descubrí a escondidas que eran revistas pornográficas. Lo particular era que me empezó a gustar leer esas revistas cuando ella no estaba.

Era como una enfermedad, me masturbaba 2 a 3 veces al día viendo aquellas fotos e historias eróticas. Llegaron la vacaciones de mitad de año y me encontré sin nada que hacer, todas mis amigas habían viajado al exterior con sus adineradas familias, aunque yo también tenia plata no tenia quien me llevara.

En mi casa estaba uno de esos días cuando noté que Paula estaba vestida con una mini de esas que dejan ver todo y una camiseta pequeñísima, llevaba también unos tacos realtos, le dije que cómo aprendió a caminar en ellos y me dijo: Es muy fácil una vez que aprendes, ¿quieres probártelos? La miré y le dije que sí, al fin y al cabo no tenía nada que hacer. Me tomó de la mano y fuimos a su habitación, me sorprendió ver la cantidad de zapatos que tenía, tomó unos muy altos y me los alcanzó. Una vez que me paré en ellos, caí para atrás en su cama, me incorporé como pude y ella me tomó por detrás levantándome, sentía su respiración detrás de mi nuca, hice un paso más y sentí sus manos en mis duras tetas. Era un sensación divina ser sostenida por mis tetas, estas se excitaron y mis pezones estaban por reventar. Ella lentamente fue quitándome la ropa y ella me besaba en el cuello sin soltarme. Estaba muy caliente y no podía pensar. Una vez que estuve desnuda frente a ella me empujó contra su cama y caí como rendida, con mis tacos puestos parecía un perra y ella se desvestía como insinuando un streep tease. Yo no sabía que hacer, nunca me había ocurrido algo así, cuando estuvimos desnudas ellas me acariciaba el cuerpo con una media de seda que tenia en sus manos. Me hizo explotar esa sensación, y comenzó mi cuerpo como a retorcerse a cada caricia. Su boca me lamía las tetas y el cuello lentamente como si estuviera sedienta, la humedad en mi conchita era ya demasiado, tanto que creí que mojaba la cama con algún fluido, esto era lo mejor que había experimentado nunca. Ohhh, suspiré y ella pareció adivinar el momento, por lo que con un movimiento de su mano me introdujo un dedo en mi hendidura haciéndome saltar casi de la cama, Ahora vas a conocer lo que es que te claven algo… putita, esa frase hizo que me excitara peor y entonces con su dedo índice me follaba rápido y yo respiraba como en una maratón, el ritmo era infernal y pronto tuve un orgasmo que sacudió todo mi cuerpo virgen. Pensé que todo había terminado para mí pero no sabía, que éste era sólo el comienzo… A duras penas me incorporé sobre su cama con las tetas y el culo al aire respirando fuertemente cuando ella me plantó un beso de lengua que casi me ahoga, y me dijo: No, chiquita, no te escapas de ésta tan fácil… Pero… No alcancé a emitir ninguna palabra al tiempo que me tomó de nuevo las piernas y llevó su boca a la puerta de mi vagina, y con lamidas increíbles me llevaba a otra cascada de orgasmos más intensos que los anteriores. Yo gritaba peor que si estuviera pariendo un hijo, pero ella no se detenía. Me amasaba las tetas, me pellizcaba los pezones y con la boca metía y sacaba su larga lengua de mi concha. Mi vagina despedía un liquido viscoso semitransparente, y mi cuerpo convulsionaba al ritmo de sus lamidas. Todo esto era algo único para mí.

Luego de hacerme el amor por espacio de unas ¡6 horas! No podía incorporarme. Era ya de madrugada. Estaba sobre su cama desnuda, mojada como en desde el primer instante, Laura estaba dormida con su boca metida entre mis piernas. Su despertar fue dulce, especialmente para mí, chupó mi vaginita como si fuera su desayuno, tuve 3 orgasmos esa mañana. A partir de ese día ella me sometía a una actividad sexual que yo no imaginaba posible. Me agarraba 3 a cuatro veces al día donde me encontrase, encima al estar en vacaciones, tenía todo el día para hacerlo. Había fines de semana en los que me la pasaba desnuda por la casa y con sus manos sobre mí a cada momento. Mis fuerzas me abandonaban de a poco hasta que quedaba dormida o inconsciente (no lo sé). Era prácticamente su esclava, algunos días me obligaba a vestir sus ropas de sirvienta pero sin nada debajo, me decía que era su chica de la limpieza y cuando yo pasaba con el trapeador me acariciaba entre los muslos como queriendo perforar mi culito. Estaba totalmente sometida a esta mujer ninfómana y a la cual seguía su juego.

– Te tengo una sorpresa… me dijo un día besándome las tetas.

Metiéndome un dedo por mi culito parado. Suspiré un poco ya nunca me había metido nada por ese huequito, empujaba su dedo mayor mas y mas haciéndome retorcer. Con su lengua me lamía hasta adentro la vagina hasta que de un salto me dejó tirada sobre el sillón del salón principal y se fue. Terminé por masturbarme con mi mano suavemente para quitarme la calentura con que me dejó. – A la hora sonó el timbre de la casona, fui y era ella junto a una mujer que podría ser tranquilamente una modelo. – Ella es Marita, me dijo sonriendo, tiene 26 años y es capitana del equipo de lucha libre. – Hola le dije, no sabiendo que más decirle a esta chica rubia y muy bien formada.

Me miró y besó a Laura en la boca mirándome de nuevo. Posó su manos en el culo de Laura diciendo: ¿ Esta es la mocosa que me prometiste? Está buena esta, ¿en serio que tiene 15? La miré un poco asustada pero se acercó a mi diciendo: Conmigo vas a aprender algunas cosas que los mayores hacemos con una chica guarra como tú. Me tomó entonces y mi cuerpo semidesnudo se apretó contra el de ella, se sacó la mini y el top que llevaba no tenia ropa interior, pero sí llevaba puesto un consolador de esos que atan a la cintura, no era muy ancho pero era largo y tenia una pequeña pija por debajo finita y larga. Me recostó sobre la alfombra de la sala besándome furiosamente las tetas poniéndome los pezones a punto de explotar, Laura en un sillón miraba masturbándose con sus dedos incrustados dos en la concha y uno en el culo, Marita me besaba chupaba la concha como sorbiendo un néctar muy preciado hasta que estuve muy mojada. Ahora cierra los ojos me dijo. Así lo hice, de repente sentí como el consolador entró en mí con facilidad, Marita comenzó a bombear aquel aparato en mí volviéndome loca al ritmo infernal que le ponía, ya que al ser doble el consolador también la penetraba a ella. Me movía al ritmo exacto, nunca me habían hacho eso y los disfrutaba al máximo gimiendo como una perra, en un momento llevó su mano hasta abajo y me puso la punta finita que estaba sobrándole en el culo, mi cogida estaba completa. Nos corrimos como animales durante varias horas, ella me excitaba, era muy hermosa y sensual. Laura le besaba el culo y le metía un vibrador por la concha. Las tres pasamos días enteros en nuestra orgía personal, no comíamos, no hablábamos, solo nos hacíamos el amor como diosas desenfrenadas.

Aprendí muchas cosas con mis adultas compañeras, me abrieron cada agujero de mi cuerpo y aprendí a excitarme con ello. Era el juguete sexual de esta mujeres guarras y aprovechadoras. A veces Marita me buscaba en el cole y me llevaba a su departamento donde me hacía lo que quería. Como decía la actividad sexual que tenia me obligaba a tomar complejos vitamínicos de alta competición.

Luego en casa la ninfómana de Paula me reventaba la concha de tanto culiarme con su arnés. Hemos probado con el tiempo muchas cosas divertidas, sexualmente hablando, hasta un día probamos la zoofilia. Pero esa es otra historia.

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