El deseo de dos chicas por poseerse en una noche loca de discoteca hechizadas por el embrujo de las drogas de diseño

Era muy pronto todavía para Sara y para mí.

Las dos estábamos haciendo cola para entrar en la discoteca de moda. Había mucha gente pero no nos importaba esperar.

Sara se puso detrás de mí. La fila iba avanzando muy despacio cuando percibí como su cuerpo se pegaba cada vez mas al mío.

No me moví, para separarme de ella al contrario aumente la presión y el roce se hizo más intenso.

Notaba como se me clavaban sus pezones en mi espalda y sentí un gran estremecimiento.

Me estaba excitando tanto que fue entonces cuando me di cuenta que la quería poseer.

De repente se acerco a mi oído y comenzó a hablarme en voz baja con un tono muy dulce, de lo bien que lo íbamos a pasar las dos juntas esa noche en la discoteca.

Notaba sobre mi culo, el vértice de sus nalgas que parecía agitar levemente como si me estuviera penetrando.

Cuando estábamos sacando las entradas quedamos una enfrente de la otra, ella tenia el rostro encendido y un brillo especial en los ojos, pude entender en ese momento que ella también me deseaba.

En la entrada se apresuro y me cogió de la mano, su mano estaba temblando encima de la mía. Cogí su mano fuerte y entrelace mis dedos con los suyos. No estaba dispuesta a perderla…

Miriam, vamos a tomar una copa.

Vale. Asentí con la cabeza.

Mientras nos hacíamos un hueco entre la multitud para adentrarnos en la barra, no dejaba de mirarme con sus preciosos ojos verdes.

– Oye, porque no vas a pedir tu. Le dije.

No muy lejos, detrás de una columna había visto a unos chicos como estaban pasando éxtasis. Era una locura pero quería pasar una noche salvaje junto a ella.

– ¿Qué quieres tomar?.

Tráeme un whisky con naranja

Tomare lo mismo que tu, sonrío enseñándome sus blancos dientes.

Cuando llego con las copas, me ofreció la mía, y muy suavemente se dispuso a tomar un trago de la suya.

Al terminar, me fije en la forma tan sutil que se había pasado la lengua por sus carnosos labios para relamerse, muy lentamente, sacando la puntita, moviéndola de izquierda a derecha.

– Uhm, qué sed que tenia. Me dijo.

En ese instante pude imaginarla jugando con su lengua entre mi chocho y bebiendo todos mis jugos.

Tras haber tomado unas cuantas copas y hablar sobre la escapada, la empuje hacia la pista de baile, después de todo me había puesto super cachonda.

– Vamos a bailar Sara.

Esta vez paso ella delante, y pude contemplar por primera vez aquel bonito trasero balancearse rítmicamente de un lado a otro mientras caminaba.

Llevaba puesto un pantalón vaquero que hacia resaltar su culito duro y apretado. No lo pude evitar y la cogí de la cintura apretándola hacia mí. Ella se giro y me dijo:

Pasa algo Miriam.

No, toma prueba esto.

La cogió y sin preguntar nada se metió el trozo de pastilla en la boca, yo hice lo mismo.

La música sonaba cada vez más fuerte, las luces empezaban a hacer unos guiños extraños y muy intensos, mi cabeza comenzaba a dar vueltas sin ningún rumbo y mi corazón se aceleraba.

Creo que a ella le ocurría lo mismo, porque movía sus brazos y su cabeza de manera brusca haciendo que su pelo oscuro cayera sobre su cara mojada por el sudor.

Su camisa empezaba a transparentarse, pudiéndose distinguir sus hermosos y enormes pezones.

Me cogió de los hombros y empezó a bailar conmigo, quedando sus tetas a la altura de las mías que ya estaban durísimas.

Se acerco a mi mejilla y su respiración se hacia mas fuerte.

Mis bragas estaban empapadas y ella solo hacia que juntarse mas a mí, sus muslos estaban junto a los míos, yo la acompañaba en sus movimientos.

Al momento recostó su cabeza en mi hombro y acerco sus labios a mi cuello pude notar como me daba pequeños besos humedecidos por su lengua.

Le puse mi mano en su barbilla levantándola y le dije al oído:

– Sara acompáñame al servicio, mientras le daba un suave mordisquito en el lóbulo de su oreja.

Al llegar nos metimos corriendo en el primer baño que estaba abierto.

Era un retrete de un metro cuadrado, pero lo suficientemente acogedor para llevar a cabo nuestras intenciones.

Ella quedo delante de mí, contra la puerta, la cual me apresure a cerrar rápidamente con el pestillo.

Comenzó a reírse pero no dijo nada, simplemente se acerco a mi boca y me dio un beso en los labios.

Abrí un poco mi boca y note la sensación de como su lengua jugaba con la mía, nos besamos profundamente, un beso pasional, nuestra respiración era jadeante, un momento interminable en el cual pude comprobar lo rica que estaba su saliva.

Mis manos comenzaron a recorrer su cuerpo de arriba a abajo descubriendo sus curvas tan perfectas, la cogí por detrás apretándola de sus nalgas fuertemente, mientras le mordía con delicadeza su pequeña lenguecita viperina.

Ella introdujo su mano por dentro de mi pantalón y empezó a introducir su dedo por mi ano.

Te gusta Miriam.

Sí, mucho. Uff!!!. Sigue, no pares.

Mis manos pasaron a la acción, acariciaba sus tetas con mucha ternura, sus pezones estaban a punto de estallar y procedí a levantarle la camiseta.

Que maravilla. Tenia unos pezones muy bonitos, con una aureola perfectamente redonda.

Los cogí con mis dedos y empece a pellizcarlos, ella estaba poseída por el placer que le estaba dando. Me lance a devorarle los pezones, sacando toda la lengua y mamando de ellos como si fuera un bebe.

Ahora ella estaba metiendo su dedo más rápido en mi culo y no podía dejar de gemir. Volví a su boca caliente, y mezclamos otra vez nuestras lenguas, esta vez más sueltas. De repente, llamaron a la puerta.

No se porque nos pusimos nerviosas.

¿Qué pasa?, Dijo Sara.

Abrid!! .Ya esta bien, lleváis mas de un cuarto de hora ahí metidas. Aquí no se pueden tomar drogas.

Abrimos la puerta, y le dijimos que no estábamos tomando nada, simplemente que Sara estaba un poco indispuesta.

El hombre se disculpó por haber interrumpido de esa forma tan brusca en el servicio de chicas, pero que habían ido a la barra a protestarle de que el baño estaba cerrado mucho tiempo y no salían de dentro.

Decidimos irnos del local.

Cuando salimos, nos cogimos de la cintura muy complicemente y apoye mi cabeza sobre ella, mientras le decía:

Vamos a follar, Sara te necesito. Resople y le di un beso en la mejilla.

Nunca lo he hecho con una tía, pero me apetece estar contigo. Vamos a la playa.

Al ir hacia la playa, cuando no pasaba nadie por la calle bajaba mi mano y la metía en el bolsillo de su pantalón y apretaba fuerte su culo, sentía mis bragas calientes y me moría de ganas por acariciar su cuerpo desnudo.

Ella solo hacía que reírse y mirarme con cara de lujuria.

Una vez en la playa pudimos distinguir un puesto de hamacas y sombrillas, y allí nos dirigimos.

Sara se quito el pantalón, llevaba unas braguitas rosas que mostraban su frondosa mata de pelo púbico.

A continuación se quito su camiseta blanca y me mostró por segunda vez sus tetas perfectas.

Me ayudo a desvestirme con mucha delicadeza, primero la camisa, luego el pantalón. Estaba bastante nerviosa por el espectáculo que contemplaba al ver mi cuerpo casi desnudo.

Sus manos empezaron a desabrocharme el sujetador, nunca jamás había notada una sensación tan grande de liberación, manoseaba mis tetas cerrando y abriendo las manos.

La abrace y nos dimos un fuerte beso.

Poco después la tumbe boca-abajo en la hamaca, y me senté sobre su espalda, mis bragas estaban muy mojadas y ella solo hacia que decirme:

Me gustas mucho, Miriam. Fóllame. Gemía desesperadamente.

Vas a saber lo que es una buena corrida. Será el mejor orgasmo de tu vida. Le dije.

Empecé a darle besitos desde su cuello bajando por la espalda hasta que llegue a sus nalgas, con mis manos aparte sus bragas y separe sus glúteos, para poder chupar mejor la parte trasera de su almeja que ya estaba chorreando, hundí mi cara y metí mi lengua, empecé a lamerla muy despacio, estaba jugando con ella y eso me gustaba.

Empezó a correrse, y bebí de sus jugos.

Ella se dio la vuelta y mientras me besaba, esta vez con mucha ternura, me bajo las bragas. Me tumbe sobre ella, acariciando suavemente mi cuerpo con el suyo.

Mis pezones eran dos rocas.

Me abrace a sus tetas y le comí los pezones, también muy erectos. Mientras sus piernas me envolvían y sentía su caliente coño a la altura de mi ombligo.

Sara empezó a moverse apretando su conejito contra mi piel.

Lleve mi mano hasta su coño. Acariciaba con pequeños círculos la parte externa de su chocho.

A continuación sin avisarla, le introduje el dedo dentro de su vagina, se deslizaba suavemente porque estaba chorrosisima, acelere el movimiento y ella gritaba, por su vulva se precipitó un río de líquido, que quería beber de nuevo.

Miriam, déjame a probar a mí. Me dijo.

Esta vez se puso, ella encima de mí.

Separe mis piernas tanto como pude, para ofrecerle toda mi intimidad, quería que lamiera, y bebiera todas mis secreciones, que sintiera mi esencia en su boca.

Rodeo mis piernas con sus manos y acerco su lengua directamente sobre mis labios menores, moviéndola de arriba a abajo.

Con sus dedos me abrió la concha para poder encontrarse con mi clítoris que mordisqueaba muy despacio. Yo acompañaba sus lametazos con movimientos rítmicos de mi pelvis.

– Sara, que bien lo haces..cariño ,no paress!!.note como me estaba corriendo.

– Te gusta zorrita, abre mas las piernas. Me dijo.

Así lo hice, y metió su lengua en mi raja cada vez más rápido.

Cuando acabo de saborearme, me di la vuelta y me puse de costado, abriendo lentamente las piernas, ella se acerco y fue acoplando las suyas hasta que nuestros coños estuvieron juntos.

Era increíble con la zona más caliente de mi cuerpo estaba sintiendo su fluido como emanaba de su potorro.

Ella apretaba su clítoris contra mis labios, empezamos a movernos muy despacito hasta que el roce se hizo intenso.

Me estaba impregnando de su liquido y ella del mío, mis labios vaginales se abrían y mi chocho se encontraba con el suyo, de tal manera que nuestros flujos se mezclaron de forma apasionada.

Se cogió de mis manos y empezamos a tirar la una de la otra, nuestras conchas se fundieron, nuestra respiración era frenética.

Las dos nos corrimos casi al mismo tiempo. El orgasmo fue indescriptible.

Duro una eternidad, (que no quería que acabara nunca).

Bajamos la intensidad de nuestros movimientos, nuestros cuerpos empezaron a separarse. Ella se incorporo hasta la altura de mi cara, suspiro y me dio golosamente un morreo.

Ha sido maravilloso. Lo necesitaba.

Nunca, podré olvidar esta noche, Sara. He follado contigo como nunca lo había hecho con nadie.

Estaba amaneciendo, la cogí de la cintura y nos fuimos a bañar, mientras a lo lejos se veían las primeras personas que aparecían por la playa después de una noche de fiesta, para empezar a hacer lo que nosotras ya habíamos hecho «pegar un buen polvo».