Siempre he creído que a mi amigo Ares le gusta mi mujer.
Él la mira discretamente, con una media sonrisa y ojos encendidos.
Además es muy amable con ella, es un buen orfebre y en varias ocasiones le ha regalado anillos de plata hechos especialmente para ella.
Un día se lo comenté a Liz y se sonrió sin negarlo.
Sucede que Ares y yo hemos hablado varias veces de mujeres, de lo que nos gusta hacer con ellas en la cama y de nuestras historias pasadas; así por ejemplo, recuerdo su preferencia por la pose en cuatro patas, lo que decimos en Cuba el perrito; me ha dicho que le encanta la visión del culo en esa posición y debe ser cierto, pues su esposa tiene un inmenso culo gordo enmarcado por unas caderas muy anchas.
Asimismo he notado que Ares es fanático del cine porno, me ha contado que se encierra horas en su habitación con su esposa disfrutando films con orgías, doble penetración, sexo anal y otras delicias; según él, Eve también las disfruta pues tiene un lado perverso y fantasioso.
De modo que puedo imaginar cómo quisiera follarse a mi mujer y no lo culpo pues Liz tiene una figura hermosa con unos muslos blancos apetecibles y un coño que se marca bien abultado cuando hemos estados juntos los cuatro en la playa y sobre todo su boca, mi mujer tiene una boca con labios gruesos provocativos que ni ella misma sospecha los deseos que despierta en la polla de un hombre.
Además yo mismo he fantasiado que nos intercambiamos las parejas. Su esposa, Eve, tiene una voz dulce y una bella sonrisa, es lo que se dice una hermosa hembra pero lo que me desquicia totalmente es el tacto de sus manos.
Cuando conversamos Eve me toca de forma discreta, como una caricia suave en la rodilla, los muslos o incluso en la barriga cuando le doy un besos de despedida; eso me electriza toda la piel y me provoca un cosquilleo delicioso en el pene, a veces busco pretextos para vernos los cuatro y quedarme conversando a solas con ella mientras Ares coquetea con mi mujer.
En mis fantasías la convierto en mi amante y la imagino mamándome el pene despacio mientras me regala sus caricias suaves en mis testículos que está vez me electrizan todo hasta hacerme acabar en su boca, mi semen se pierde entre sus labios y su garganta.
En mis fantasías, ella me atrapa como una tenaza por mi cintura con sus muslos y piernas robustas mientras yo me pierdo follándola con el pene tieso en su vagina que imagino profunda, cálida y llena de deliciosos fluidos agridulces, imagino el sonido del chapoteo de mi pene en su cavidad que se ensancha durante el orgasmo.