Pareja madura I: El Inicio
Esto sucedió hace cinco años y para nosotros significó el comienzo de nuestra mejor etapa sexual.
Mabel, mi esposa, tenía cuarenta años como yo y aunque no es bellísima compartíamos la afición al sexo, desde que éramos novios.
Nos gustaba tener extensas sesiones de sexo que eran totalmente reconfortantes.
En aquella época comenzamos a fantasear con la posibilidad de un trío.
La sola idea de compartirla con otro me ponía muy caliente y hacía que explote de placer.
Por eso le propuse que probáramos hacerlo con otro.
Al principio se mostró indecisa pues tenía miedo de mis celos después de hacerme cornudo.
Pero la convencí que hacerlo me daría un gran placer y quedaríamos más unidos que nunca.
Elegimos a Lito un amigo común, soltero, algo menor que nosotros, muy agradable y a quien le debíamos el favor de una garantía que nos había otorgado. Un viernes a la noche lo invitamos a cenar.
Cuando terminamos y estábamos charlando y tomando unas cuantas cervezas, Mabel subió a ponerse más fresca.
Regresó al poco tiempo, con un pequeño short negro que realzaba su cola y una remera casi trasparente, sin corpiño abajo.
Aunque eso sirvió para romper el hielo, mi mujer decidió ir a lo directo preguntándole a nuestro amigo si le gustaba el sexo grupal.
El le respondió, en tono de broma, que era lo mejor de la vida. Mabel, totalmente desinhibida por el alcohol y la calentura, le dijo “bárbaro, porque queremos hacerlo con vos”.
Lito me miró algo perplejo, pero yo le confirmé “lo pensamos bien y decidimos invitarte”.
Mabel se paró, lo tomó de la mano haciéndolo incorporarse, lo abrazó y le dio un beso increíble. Para ese entonces mi pija estaba a punto de explotar.
Mi esposa dijo “Vengan…” y los dos la seguimos como en trance hasta el dormitorio.
Apenas entramos, Mabel se quitó la mínima remera dejando a la vista sus no muy grandes pero excitantes tetas.
Como Lito vio que la cosa venía en serio, se sacó la camisa y volvió a abrazarla y besarla a lo largo del cuello hasta llegar a sus tetas, que chupó con toda pasión.
Esa escena me volvió loco de calentura y no me quedó más alternativa que desnudarme.
Mi amigo seguía acariciando y chupando a mi querida putita, que dándole la espalda le pidió “sácame el short mi amor”.
Lito comenzó a bajárselo dejando a la vista lo mejor de mi mujer: un culo fantástico. Ante esa visión y cada vez más caliente me integré a la fiesta.
Acosté a mi mujer boca abajo y comencé a acariciar su espalda, mientras Lito se desnudaba.
Pese a que me dedicaba a masajear la espalda y la cola de Mabel, de rabillo puede ver que nuestro amigo tenía una gran pija, no muy larga pero mucho más gorda que la mía, también estaba a mil.
Se acostó al lado de Mabel y vió como yo metía mi lengua entre sus nalgas tratando de penetrar su ano. Mabel, entre gemidos poderosos, estiró su mano y agarró la pija de Lito comenzando a sacudírsela.
Me retiré para dejarlos hacer y Mabel sin soltar esa pijota se dio vuelta ofreciéndole nuevamente las tetas que mi amigo chupó sin descaro.
Sentí que mis sentidos podían estallar y mi corazón estaba a mil revoluciones.
El comenzó a bajar por su pancita hasta llegar a su pubis, hizo que separara sus piernas y comenzó a lamerle la concha con delicadeza y con intensidad alternativamente.
Mabel lo ayudaba separándose los labios con ambas manos para facilitarle la llegada a su clítoris. Comencé a sentir urgencia de tener a mi mujer y acerqué mi pija a su boca.
Ella comenzó a chuparla como nunca lo había hecho, suspirando como podía y con sus mejillas totalmente encendidas.
Metía en su boca la mitad de mi pija, la bañaba con su lengua e inclinándose hacia delante la metía hasta los huevos.
Nunca lo había hecho así y me volvía loco, tanto que sentí que iba a acabar y como no soy de los que se recuperan rápido (no lo era hasta esa noche) saqué mi pija y le hice una seña indicándole que atendiera a nuestro amigo.
Mabel tomó su cabeza, que estaba aún entre sus piernas, volvió a darle un beso e hizo que se acostara boca arriba en la cama. Yo me dispuse a ver lo que seguía ardiendo de calentura y de amor por mi esposa.
Ella comenzó a lamerle las tetillas con tanta pasión que mi amigo se abandonó y cerró los ojos. Bajo por su vientre hasta su pija y suavemente pasó la lengua por la punta.
Después de esos remolinos bajo con la lengua por el tronco y siguió lamiendo sus huevos. Yo casi no lo miraba a él sino que seguía los sabios movimientos de mi mujer que lo hacían estremecer de gozo.
Después ella se metió la cabezota en la boca, con alguna dificultad, y la chupó mientras comenzaba a subir y bajar su cabeza tratando que cada vez el pedazo que metía en la boca fuera mayor.
Hasta que al fin logró que la pija entera desapareciera de la vista, sumergida en su boca.
Creo que para descansar del esfuerzo, hizo que Lito flexionara las rodillas y se agachó a lamer el trayecto que va desde el ano de nuestro amigo hasta sus bolas, maniobra que lo puso como loco de placer.
Después de unas cuantas lamidas volvió a trabajar con su pija y a darle el “tratamiento especial”.
Esa es la técnica que la distingue entre todas.
Mientras se metía la pija en la boca, con dos dedos acariciaba y presionaba el ano de Lito que, seguramente, lubricado como estaba por la saliva, experimentaba una pequeña dilatación.
No duró mucho (es imposible de resistir) y mi amigo comenzó a sacudirse y suavemente a tratar de apartar la cabeza de Mabel para liberar su pija.
Obviamente ella no se retiró, siguió chupando hasta que Lito comenzó a acabar en su boca llenándola de semen, al tiempo que acariciaba sus cabellos y desfallecía de gozo.
Yo sentía un placer supremo, jamás en mi vida había estado tan caliente y, por primera vez, comprendía cómo era en realidad.
Mabel se incorporó, por estar boca abajo sobre Lito no había tragado su semen, pero lo retenía en su boca. Me miró con los ojos brillantes, con mucho amor, como si estuviera emocionada.
Entreabrió su boca para mostrarme la leche de mi amigo que había guardado, la cerró y moviendo apenas la lengua comenzó a tragársela toda. Sólo pequeños hilos del polvo surcaban la comisura de sus labios.
Siguió mirándome y cuando terminó de ingerir el polvo me dijo emocionada “¿Te gustó papi?”.
No le respondí, pero la atraje hacia mí, poniéndome boca arriba en la cama, la besé y la abracé muy fuerte diciéndole cuánto la amaba. Ella se sentó sobre mi pija y comenzó a meterla en su concha que estaba totalmente mojada.
Mientras Lito se reponía cogimos como si fuera la primera vez.
Mabel que no era multiorgásmica, esa vez comenzó a acabar casi desde que le entró y siguió haciéndolo dos o tres veces más.
Al lado nuestro Lito comenzó a acariciarle la cola y la espalda, metiendo un dedo entre sus nalgas y acariciando su ano.
Al sentir los estremecimientos y gemidos de Mabel, un calor comenzó a surgirme desde el bajo vientre y el mayor polvo subió hasta la punta de mi pija.
Mi acabada parecía eterna y jamás había sentido algo tan fuerte, tan caliente y placentero.
Besé a mi mujer como si recién iniciara mi relación con ella, como cuando comenzamos a salir y éramos muy jóvenes. La amé con sinceridad.
Por su parte, Lito progresaba con sus tocadas de culo y como noté que mis bolas lo incomodaban, salí de Mabel con la pija ya menos dura y sosteniendo a mi mujer con las manos salí de debajo de ella para dejarle el terreno libre a nuestro invitado.
Mabel quedó de espaldas a él en posición de perrito y con su concha chorreando mi leche.
Eso fue aprovechado por mi amigo quien lubricando sus dedos con mi polvo comenzó por meter uno, luego dos dedos en el culo de Mabel, dilatándolo.
Pero siguió, logró meter tres dedos y después un cuarto (excepto el pulgar) hasta el nacimiento de los dedos, en toda su extensión.
Quizás a alguien le parezca exagerado, pero no olviden que con Mabel durante casi veinte años habíamos tenido sexo anal y que su ano estaba más que acostumbrado a dilatarse.
Lito agarró su pijota, la puso entre las nalgas de Mabel y comenzó a penetrar su ano.
Creo que aún no había entrado todo cuando Mabel sintió como un espasmo al sentirse tan llena y comenzó a acabar.
Esto estimuló a Lito que comenzó un mete y saca violento. Una o dos veces lo sacó del todo para volver a meterlo. Sentí mucho morbo y me acerqué a ver, volvió a sacar toda la pija de su ano que quedó totalmente abierto y se veía muy enrojecido.
Mi pija volvió a endurecerse y metiendo la mano por bajo la pancita de Mabel (que seguía en cuatro patas pero con la cabeza recostada sobre la almohada) comencé a masajear su clítoris lo que la puso loca.
Lito comenzó a acelerar sus movimientos buscando acabar y pasó lo más extraño de la noche.
Mabel tomó mi mano, la que tenía sobre su clítoris y la empujó hacia atrás haciendo que llegara a las bolas de Lito que comenzó a descargar su leche.
La idea sabia de mi esposa fue que sintiera los estremecimientos de la pija de mi amigo cuando se descargaba en su culo.
Fue raro, pero intenso, jamás había tocado las bolas de otro hombre y menos en esas circunstancias.
Pasado el momento, volví a incorporarme para ver cómo quedaba el culo de Mabel mientras Lito sacaba su pija.
Nunca lo había visto tan abierto, tan rojo, tan lleno de leche. Fue magnífico.
Mabel se recostó agobiada, rendida. Lito tardó un rato en recuperarse y me dijo que debía marcharse. Se vistió, besó a Mabel –que estaba adormecida y sin fuerzas- en la frente y me pidió que lo acompañara hasta la puerta de salida. En el camino me dijo “mañana hablamos de esto, pero estuvo fantástico”.
Volví donde estaba Mabel, en la cama boca abajo y dormitando.
La ví hermosísima y recordando lo que había pasado, mi pija cobró un vigor inesperado. Me recosté a su lado, acaricié su espalda y besé su cuello.
Me miró como angustiada, casi lloriqueando, y me dijo “Te enojaste papi?”. Sin comprender, le pregunté “porqué?”.
Respondió: “porque me entregué a otro delante de ti, porque dejé que Lito me cogiera por el culo”.
Le dije que lo importante es que los tres lo habíamos disfrutado y me coloqué sobre ella comenzando a penetrar su culo.
Antes de esa noche, no solía hacerlo tantas veces seguida, pero en ese momento volaba de calentura.
Al ir penetrando su ano percibí que seguía muy abierto y muy lubricado con los restos de la leche de su anterior visitante.
Mi esposa muy dulcemente me preguntó si seguía amándola, mientras la cogía le dije que sí y, a mi vez, le pregunté en qué momento había gozado más.
Luego de pedirme que no me enojara con ella me dijo “cuando Lito iba metiéndomela en el culo y ví tu cara de fascinación y morbo”.
Estas palabras me produjeron la mayor acabada de la noche.
Fui saliendo de ella, me recosté a su lado y así abrazados nos dormimos.
Como dije, fue sólo el comienzo de lo mejor de nuestras vidas.
Si el relato (que es real) les gustó seguiré contando cómo fuimos avanzando. Si a alguna pareja le interesa el tema de trios o intercambio, sólo un consejo: deben estar totalmente seguros de que se aman y que desean brindarse al otro.-