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Visita a la playa nudista II

Visita a la playa nudista II

…Sube hasta mis hombros y vuelve a bajar hasta mis pechos.

Cada vez que hace este movimiento, se reclina un poco sobre mi, rozando su cuerpo contra el mío, y metiendo su enorme polla entre mis piernas y separando un poco mis labios inferiores.

Me quedo inmóvil mirando al cielo, disfrutando de sus manos y el placer que me provoca.

Estoy cayendo poco a poco en su embrujo y no puedo separarme de él.

Cada vez su movimiento es más despacio y su inclinación sobre mi más acentuada, hasta que se para estando sobre mí.

Su cara sobre la mía.

Sus ojos, como salidos de sus orbitas fijos en los míos y su boca entreabierta.

De pronto, sin cambiar el gesto de su cara, hace un pequeño movimiento con la cintura e introduce la cabeza de su polla en mi conejito, que se abre paso como un cuchillo caliente con mantequilla.

Se para ahí y se queda mirando.

Un pequeño gemido se me escapa de entre los labios y mis caderas comienzan a moverse solas como urgiéndole a seguir.

Veo que acerca su cara más a la mía para besarme.

Es entonces cuando salgo del estupor y en un arranque de valentía lo lanzo a la arena y me pongo de pie.

Le miro en la arena tirado, mirándome como no sabiendo que ha pasado.

Yo, de pie delante de él, desnuda y llena de aceite. No sé que hacer, así que me dirijo hacia el agua sin mirar hacia atrás.

Un buen baño seguro que será suficiente como para tranquilizarme.

Me dirijo al agua con decisión, sin mirar hacia atrás. Es una cala, lo que significa que cubre muy poco el agua.

Comienzo a meterme bastante, hasta que el agua llega a mi cintura.

Al principio parece estar algo fría, pero poco a poco voy acostumbrándome a ella…

Estoy a cierta distancia de la orilla, con el agua en la cintura, metiendo las manos para acostumbrar el resto del cuerpo al agua, me giro, y le veo, a lo lejos, sentado en la arena, en el mismo sitio donde lo dejé, mirándome.

Afortunadamente, he tenido un impulso y me he levantado a tiempo antes de que fuese demasiado tarde.

Me vuelvo a girar y me mojo completamente hasta arriba, dándome un chapuzón.

Sigo nerviosa y muy excitada por lo ocurrido, pero se me va pasando poco a poco.

Las piernas vuelven a responderme otra vez, aunque todavía le cuestan trabajo sostenerme.

Me siguen temblando. No se como ha podido pasar. Pienso en mi marido, y en como le voy a contar esto.

No se como le sentará, si le disgustará y se enfadará… o mejor no debo contárselo. Al fin y al cabo no ha pasado nada. Me saca de mis pensamientos el sonido del agua tras de mí.

Sin darme tiempo a girarme, unos brazos me agarran por detrás la cintura.

Tras de mí, vuelve este hombre, pegándome contra él y con su aparato durísimo colocado entre mis piernas. Con sus manos aprieta mi barriga contra él y con sus rodillas separa levemente las mías. Su boca se pega a mi oído y me susurra en voz baja…

-“Ya veo que te gusta jugar, juguemos entonces…”, me dice.

Me quedo totalmente paralizada nuevamente, sin haberme recuperado del asalto anterior, vuelve sin previo aviso una nueva ronda, esta vez bastante más directo.

Mueve sus caderas con descaro hacia delante y hacia atrás, haciendo que su polla se mueva entre los labios de mi chochito bajo el agua.

Comienza a subir sus manos hasta agarrarme nuevamente las tetas con fuerza, pegándome contra él y, al mismo tiempo, magreandomelas salvajemente.

Saca levemente su lengua y comienza a chupar mi oreja.

-“Prepárate a disfrutar jovencita, por que te voy a follar como no te han follado nunca”, dice al oído mientras sigue moviéndose y rozando con su polla mi coño. Cada vez las piernas me responden menos y, cuando parecen que van a desfallecer, me recuesto contra él, para no perder el equilibrio, mientras me sigue diciendo al oído…

-“Te voy a follar, nena, te voy a follar..” una y otra vez como si tratara de hipnotizarme.

Con todo esto, con un pequeño gesto de rodillas, se agacha un poco.

La cabeza de su aparato encuentra fácilmente la entrada de mi conejito y, sin el menor esfuerzo, hace el gesto de ponerse de pie despacio, clavándomela entera hasta el fondo.

¡Ah! ¡Dios, es enorme!, pienso mientras se me escapa un gemido ronco y profundo.

-“Sabia que en el fondo lo deseabas, te vi la cara de guarra desde lejos”, me dice al oído mientras comienza a mover su polla dentro de mi.

-“Esta necesita polla desde hace tiempo, y yo se la voy a dar,….toda la que necesite y más…”, continua diciéndome. Ya no puedo parar. Me está follando y no quiero pararle. Tiene razón, lo necesito. Busco apoyo y me agarro a sus manos, que ahora agarran mi cintura y me mueven contra él a golpes de polla.

-“Por Dios, no pares ahora, ahora sigue”, se escapa de entre mis labios.

Estoy poseída por este hombre, con esta polla descomunal que me viola y me folla sin parar cada vez más rápido, en medio de una playa, un hombre que no conozco de nada y, lo peor de todo, ¡¡estoy disfrutando como una perra en celo!!

Con cada movimiento me llena y me abre más y más.

Parece que le crece por momentos.

No creía que algo tan grande pudiese existir, y mucho menos que pudiese entrarme dentro.

El agua se agitaba a nuestro alrededor, su ritmo se aceleraba, mis caderas intentaban seguirle, y con ellas mis gemidos, cada vez más altos. Ya no disimulaba más, era suya, su mujer. Le escuchaba gemir a mi oído, casi al unísono con el mío.

Después de estar así durante unos 5 minutos, con un ritmo frenético, noto que está a punto de correrse. ¡Dios no lleva preservativo!.

Le agarro fuerte de las muñecas, intentando separarle de mí, pero no tengo fuerzas casi ni para sostenerme. Intento hablar, pero solo gemidos salen de mi boca.

Se me va a correr dentro y no puedo hacer nada.

Me agarra más fuerte de la cintura y comienza a correrse dentro, soltando alaridos de placer.

Siento su leche como estalla y golpea en las paredes de mi vagina, que se cierra sola contra su polla para no dejar escapar nada fuera, como con vida propia.

Al sentir su leche, hace que yo también me corra, soltando gemidos cortados mucho más fuertes y agudos que los suyos.

Mis piernas pierden toda la fuerza que le quedaban y comienzo a desfallecer, siendo sujetada por el desde detrás.

Sigue inundándome el chochito. Debe tener litros dentro y todos me los va a soltar de golpe….

Nos quedamos los dos en esa postura un par de minutos. Siento como su polla comienza a hacerse pequeña, hasta que se sale de mí. Da un paso hacia atrás.

Yo sigo en la misma postura, sin poder moverme todavía. Desde esa posición, me dice….

-“Voy a visitar más a menudo las playas nudistas, en especial esta. Me ha gustado mucho.

Espero volver a encontrarte por aquí. El próximo día serás tu quien me eche el aceite a mi….”, y escucho como comienza a alejarse. No me doy la vuelta, aún no puedo moverme.

Mis piernas siguen sin responderme y, aunque me respondieran, no quiero darme la vuelta, no quiero ver al hombre que me ha usado y me ha dejado como el perro que encuentra un hueso mejor.

Me quedo inmóvil durante unos minutos.

Al fin decido darme la vuelta, levanto la cabeza y veo que su toalla no está.

Se ha ido Podría incluso haberme dejado embarazada y no sé ni su nombre.

Comienzo a andar hacia la orilla, sintiéndome sucia.

Al llegar a la orilla, levanto la vista.

La playa sigue desierta, pero en la orilla hay un chico joven sentado, de unos 20 años, que me mira con descaro y que respira agitado. Intento ignorarle y sigo andando, solo quiero irme a mi casa cuanto antes.

Al pasar a su lado, se levanta.

Llama mi atención que, ¡está empalmado y con una mano en su polla!.

Se ha estado masturbando mientras nos veía follar.

Estoy totalmente avergonzada, intento no hacerle caso, pero acelera su paso, colocándose delante de mi. Paro levantando la cara y le miro.

-“¿Cuánto?”, me dice, con una voz algo nerviosa y agitada.

Un impulso hace acercarme a él, agarrarle su polla con la mano, movérsela un poco, mientras pego mis labios a los suyo, penetrándole con mi lengua, en busca de la suya, danzando las dos.

El no pierde el tiempo y echa mano de mi culo, y me pega contra él. Termino el beso y me separo, mirándole.

-“Esto es gratis, pero búscame el próximo día y hablamos.”. Sigo caminando hacia mi toalla. Recojo mis cosas, y sin mirar hacia atrás me dirijo camino al coche.

Parece que un solo día en una playa nudista me ha convertido en una autentica fulana.

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