Relatos eroticos infidelidades

Infidelidades, cornudos y cornudas

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La historia de mi infidelidad III

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Pero sabía que ese era un pensamiento muy vano y muy vacío, aun así mi realidad se trastornó, aquel momento me sentí como una mujer libre que podía satisfacer todo lo que quisiera, es cierto que pecaba de vanidad y que no razonaba las cosas pero mi sentido erótico era demasiado complejo y urgente como para ponerme a razonar, la única situación que me incomodaba era lo que pudiera pensar mi hijo.

Emputecí a mi esposa I

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Estos manoseos hicieron acabar rápidamente a mi esposa que es de muy rápidos orgasmos, la que una vez recuperada a su vez procedió a desnudarlo sacando primero su camiseta y luego su pantalón para proceder a recostarlo en la cama y empezar a besarlo por todo el cuerpo, a todo esto mi esposa es muy hábil con la lengua y le encanta hacer gozar a los hombres de esta manera.

Plinio la tiene chica

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Por fin se le paró de nuevo y me lo metió, estaba tan caliente que no me importo que estuviera pequeño, solo que se vino casi en el instante, mi calentura no bajaba, así que tome uno de los plumones de la oficina y me lo introduje es estaba sorprendido pero tomó otro y me lo introdujo por el ano a lo que yo grite complacida.

La historia de mi infidelidad II

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Salí despeinada y adolorida del cuerpo, aun excitada y con los pezones estirados por el frío, cuando entré a la casa Paco intentó detenerme pero le dije que estaba cansadísima y fui a la ducha, tardé un largo rato dentro del baño masturbándome con las pantaletas llena de semen de otros y fui a la recamara decidida a decirle a Paco lo que pasaba.

La historia de mi infidelidad I

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Al otro día sabía que algo pasaría, llevé a mi hijo con mi hermana y fui a comprarme un vestido nuevo, regresé a casa casi a las siete de la tarde cuando ya estaba oscuro, me probé el vestido que era bastante corto y provocativo sin importarme lo que me diría Paco que en realidad nunca le molesto mi forma de vestir.

Carolina y yo: su cornudo sumiso VI: Contrato

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Y después de arrodillarme ante la polla que me había hecho cornudo y darle las gracias con besitos y diciéndole que estaba muy agradecido por lo feliz que me había hecho al hacerme cornudo, ella me ha cogido de la mano, me ha levantado y me ha llevado a la mesa de la cocina. Me ha mostrado un manojo de folios y me ha dicho que firme al final de ellos, sin leer.

Carolina y yo: su cornudo sumiso V

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Porque en mi contrato de cornudo sumiso tengo prohibido que le bese o toque sus tetas sin pedirle permiso, porque dice que son el signo de omnipotencia sobre mí, por lo que siempre que aparece ante mi con sus tetas desnuda, me he de hincar de rodillas para rendirles pleitesía y devoción.

Carolina y yo: su cornudo sumiso IV

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Porque además para ella mi polla es un faro señero, una luz que la ilumina, porque cuando tiene un día malo, está triste o no viene su macho a follar con ella, con sólo decirme "cornudo" se me pone dura, y ella al sentirse así de deseada, de querida, se consuela mirando como yo, desnudo en medio de la sala, permanezco de rodillas con mi polla enhiesta para que se consuele al saber que siempre hay y habrá, un hombre que la desea.

Me cobraron bien la que hice hace un año!

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En el mes de junio del 86, todavía sin cumplir el primer año de matrimonio con Manuel, yo con 27 años, me encontraba trabajando en mi oficina, cuando mi secretaria me pasa una llamada personal, al parecer de alguien que no hablaba español, que pidió por mí en inglés.

La puta y su cornudo II

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Y también me pongo ahora a cuatro patas al lado de mi mujer, mientras folla con él, porque así consigo que vea mi culito respingón y locuaz de puta, que yo muevo sinuosamente en círculos para atraer al macho y que se sienta tentando de follárselo y follarme, y ya de paso conseguir con esta argucia que mi mujer me permita lamerle su hermoso coño, que tanto amo y me cautiva. Porque la amo con toda mi alma y sólo quiero lo mejor para ella.

Carolina y yo III: su cornudo sumiso

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Porque la única vez que la penetro es cuando su macho habitual no está disponible, porque está de viaje y ella se encuentra muy cansada para salir a ligar por ahí, y entonces me sienta en una silla con mi polla dura, levanta la pierna, se la coloca y se clava de golpe, quedándose allí cara a mí pero quieta, sentada sobre mis muslos, penetrada pero sin moverse.

Una llamada inoportuna con la novia de un amigo

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Al separar mi cara para introducir mi pene en su conchita, me dijo que tuviera cuidado, pues ella con Emilio aún no había mantenido relaciones sexuales, yo me sorprendí, pero la volví a besar y le dije que no tuviera miedo, que yo la quería mucho y la iba a tratar con mucho cariño, así que poco a poco le fui introduciendo mi pene en su rajita con movimientos circulares hasta que toqué su himen, el cual rompí de un empujón.

Cogiendo con la sobrina

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Le dije que esperaba que eso la satisficiera y me susurro al oído que no le satisfacía, que quería más pero sabía que no lo podía en ese momento, eso me dejó muy excitado. Durante la noche no pude más que recordar esa hermosa vagina totalmente húmeda, al hacer el amor con mi mujer pensaba que era ella, la sobrina, y me excitaba más aún.

Las ruinas de un antiguo monasterio

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Cual mi sorpresa cuando pude desabotonar su pantalón bajar su cierre y libere su miembro súper erecto de aquel pedazo de tela que lo aprisionaba. No pude resistir y baje corriendo a introducirlo en mi boca tenia que sentir que aquel monstruo gigante era todo para mí, y así lo hice.

Carolina y yo II: su cornudo sumiso

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La cadenita que ella lleva en el cuello ayuda mucho, porque cuando alguno le pregunta de qué es, qué cierra esa llavecita, ella le confiesa sin ningún pudor al que se lo pregunta, qué es la llave del cinturón de castidad del cornudo de su marido.

La puta y su cornudo I

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Y nos casamos, porque ella insistió en ello porque así no tendría que esconderse tanto para sus viajes a la capital, tendría coartada porque al único que se suponía que tendría que darle explicaciones, a mí, no se las iba a dar obviamente.

Carolina y yo I: su cornudo sumiso

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Ella me había dicho que las suyas eran estar con dos tíos fornidos, fuertes y bien dotados que la trataran como una verdadera hembra en celo, que la poseyeran y la rindieran como una hembra que claudica ante el poderío de dos machos, rindiéndose y ofreciéndose a ellos para ser follada por los dos, en canal.

Esta historia no es lo que parece

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Me corría y allí se quedaba, fláccida hasta que otra vez, y otra…. Mientras gritaba presa de un orgasmo anal, la recomendé que se dedicara a la prostitución, que tenia futuro… Aunque no creo que me oyera con los gritos que pegaba.

La divorciada negra y sus cornudos

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Sí, estaba seguro, o al menos eso creía porque cuando ella se levanto las falda plisada por encima de los muslos y me los mostró tan túrgidos y sensuales, con la tanguita transparente que deja ver los prominentes labios de su coño, no pude resistir, me abalance sobre ellos y quise quitarle la braga, pero ella no me dejó bajársela y entonces pegué mi cara sobre ellos, los lamí y lamí de arriba abajo

Carolina y su cornudo favorito

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Fue entonces cuando le propuse que nos casáramos. Un día ella viajó a Murcia, nos casamos en el Juzgado, aunque la noche de bodas la celebró ella con un chico muy guapo, con un gigoló que yo le busqué y pagué, y que ella celebró como debía, gozando como una loca, follando toda la noche con él.

El futbolista

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Por primera vez en toda la noche no me lo hizo con condón, por lo que podía sentir su estaca caliente dentro de mí. Al sentir su leche derramándose por mi agujero, me corrí de nuevo, redoblando la intensidad del metesaca del pepino.

Yo, el cornudo

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La vi sentada en una cafetería con una amiga y volví a apreciar en ella el encanto que siempre me sedujo: su negro muy cortito, a lo chico, su piel morena y su cuerpo lozano y prieto con unos pechitos pequeños, como a mí siempre me habían gustado, pero duros, inhiestos y pujantes.

El club del derecho de pernada

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La otra chica completaba el servicio de la casa ayudándome en todas las tareas y en el servicio especial a mi ama, sobre todo de noche pues dormían juntas y follaban ante mi vista, mientras que yo estaba condenado a la castidad absoluta y lucía un cinturón de castidad que mi ama me había puesto.

No me arrepiento II

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Era muy peludo, tenia muchísimos pelos en sus genitales. Tanto que le tapaba bastante de su hermoso artefacto. Yo comencé a sentir deseos de tocarle el pito. Muchas ganas tenia de hacerlo. Se lo quería mirar de cerca, apretarlo, pajearlo y sobre todo, chuparlo. Pero no me animaba a bajar y hacerlo.