Nunca supe quien fué
Una de mis fantasías era acostarme con otro hombre y que mi marido se enterara o lo viera.
El parece que lo hubiera adivinado porque varias veces me lo propuso y yo sistemáticamente me negaba aunque en mi interior quería decirle que si.
Con el tiempo y ante su insistencia fui bajando el tenor de las respuestas y él se ponía contento porque pensaba que había logrado lo que quería y realmente me estaba cumpliendo mi fantasía.
Suponía que cuando se produjera el acontecimiento me iba a enterar y daría el visto bueno con respecto al hombre que me cogería, pero no fue así.
Una tarde se puso cariñoso y quiso tener sexo.
Como era algo que no me disgustaba accedí de inmediato y fuimos hacia nuestro dormitorio.
Nos recostamos y empezamos a acariciarnos y a calentarnos mutuamente.
Estábamos los dos desnudos mimándonos cuando Salva se bajó y empezó a besarme la vagina introduciéndome la lengua en busca de mi clítoris mientras con una de sus manos me acariciaba los pechos.
Empezó a humedecerme y tuve mi primer orgasmo.
Cuando mi marido se acomodó sobre el respaldo de la cama entendí perfectamente que tenía que hacer.
Empecé a acariciarle la verga y fui bajando hasta ponerme entre sus piernas como lo hago siempre porque se que a él lo enloquece y me la metí casi toda en la boca, dejando mi culo y mi conchita paraditos apuntando para fuera de la cama como si estuviera esperando algo.
Es la típica posición de yoga llamada «gato estirándose» que me enseñó la profesora y que hoy dio buen resultado.
Lo noté raro a Salva, como nervioso, pero lo atribuí a la forma en que estaba mamándosela.
De pronto, sentí algo a las puertas de mi vagina y dejé de chupársela para ver quién era el que intentaba penetrarme.
Fue imposible, Salva tomándome por la cabeza impedía que me diera vuelta al tiempo que me decía que no mirara y que me dejara hacer, que no la iba a pasar mal, que confiara en sus palabras.
Traté de relajarme y me dispuse a gozar de ello continuando con la mamada.
Como estaba mojada nuevamente aguanté la embestida de ese grueso miembro que me penetraba sin problemas.
Lo miraba a Salva y estaba gozando, no se bien todavía si era por lo que yo le estaba haciendo o por lo que estaba viendo.
Me cogían delante de él y se cumplían nuestras fantasías.
El miembro entraba y salía con potentes empellones y yo gozaba mucho.
Empecé a recular para que entrara toda ya que estaba por tener otro orgasmo.
Sentí que el hombre que estaba cogiéndome la retiraba y me sentí mal hasta que acabó furiosamente derramando su semen sobre mi cola y mi espalda.
Salva que estaba excitadísimo no se pudo contener y se corrió en mi boca.
Como es mi costumbre no dejé que se escapara ni una sola gota.
Cuando sentí que se retiraba la pija que me había cogido intenté darse vuelta nuevamente pero mi marido me lo volvió a impedir.
Luego me fue alzando hasta tenerme acurrucada entre sus brazos y al preguntarle el por qué no me había dejado ver a la persona que me había penetrado, me contestó que había sido un juego y que como tal no tenía que saber quién era el que me cogía delante de él.
Después nos dormimos un rato y al despertarnos hicimos el amor como nunca. Le confesé lo bien que la había pasado y que no me disgustaría repetir la experiencia.
Luego nos duchamos y fuimos a una reunión con amigos.
Yo miraba a los hombres presentes porque suponía que uno de ellos debería ser el que había estado conmigo a la tarde, sabía que Salva no se arriesgaría a traer a casa a un desconocido pero no pude adivinar nada.
Nunca supe quién fue.
Estaba segura que era uno de ellos pero lo disimuló muy bien.